apuntes sobre la ciudad (1)  

València central: pelea por tu suelo

València central: el corazón de la ciudad. Incluye los distritos Ciutat Vella (La Seu, La Xerea, El Carme, El Pilar —Velluters—, El Mercat y Sant Francesc), Eixample (Ruzafa, El Pla del Remei y Gran Vía) y Extramurs (El Botànic, La Roqueta, La Petxina y Arrancapins)

Con este reportaje iniciamos una serie de 10 artículos sobre los problemas de los diferentes distritos de la ciudad agrupados por criterios geográficos, históricos o de comunicación. Agentes sociales y vecinos relatan de primera mano sus conflictos

12/05/2019 - 

VALÈNCIA. Su yerno es un conocido juez valenciano. Él está jubilado. Vive en Ciutat Vella. Está cansado de comenzar todas las semanas mirando en las plataformas de alquiler de apartamentos turísticos si el piso que se encuentra encima del suyo estará ocupado. Ha decidido pasar a la acción y ha reclamado que lo precinten. Si el Ayuntamiento de València no lo hace en un mes, el peso de la ley caerá sobre el consistorio. Es el primer caso conocido en la ciudad y es un ejemplo de cómo los vecinos del casco histórico están peleando por que la turistificación no les aparte de las que hasta ahora eran sus calles.

Los tres distritos del centro, que incluyen la mayor parte del patrimonio de la ciudad, aglutinan a 118.802 personas. Los seis barrios históricos de Ciutat Vella, los cuatro de Extramurs y los tres del Ensanche tienen perfiles comunes y comparten problemas como la turistificación. Miles de viviendas vacías se acumulan, vacías en teoría pero no en la práctica ya que son empleadas por las compañías de alquiler vacacional. Los barrios se están despoblando de vecinos y llenando de turistas. Cada vez hay más gente, pero están de paso. Y eso se nota en la convivencia, en los problemas de ruido y botellón por las noches, sobre todo los fines de semana y festivos. ¿Será València la próxima Barcelona? ¿Triunfará también aquí el sombrero mexicano como souvenir?

La presión del turismo es notoria en el Ensanche, sobre todo en Ruzafa, y en Ciutat Vella, donde los cálculos municipales hablan de un 30% de casas supuestamente vacías. No debería vivir nadie, se supone; siempre hay alguien. También ocurre, pero en menor medida, en Extramurs. Este distrito, que es uno de los más envejecidos de la ciudad con una media de edad de 45,7 años según el anuario estadístico (la de València es 44,1), es también el más densamente poblado, con 247,3 habitantes por hectárea. Cada metro cuenta. Y cómo.

El precio del alquiler se ha disparado

En Extramurs la incidencia se percibe también en el incremento del precio de los alquileres. Se pueden encontrar áticos de 30 metros cuadrados a 600 euros al mes, 20 euros por metro cuadrado, y se están registrando los primeros casos de vecinos que deciden irse a otra zona de la ciudad o incluso fuera de València y ponen sus preciados apartamentos en manos de las plataformas. No es nada personal; sólo negocios. Extramurs es el distrito donde más subió el alquiler el último año, con un incremento del 38,16% con respecto a 2017. Ciutat Vella no le quedó a la zaga, con una subida del precio de arrendamiento del 29,53%. Algunos se sacan un sueldo entero alquilando el piso de la tía abuela y el de la suegra.

Hay quien habla de burbuja. Y un comerciante, con local cerca de la Plaza de la Reina, llama la atención sobre la rotación de inquilinos en los bajos que considera “muy alta”. El motivo, desde su punto de vista, que pocos negocios son rentables a esos precios. “Cada vez veo más locales en alquiler o venta”, comenta. “Es curioso porque eso es algo que apenas veo en otras ciudades a las que acudo con frecuencia, como Madrid o Barcelona”, añade. 

“Tengo un amigo con un local fabuloso en el Carmen”, prosigue. “Se le fue L'Oréal pero se lo dejó perfecto para entrar. Aunque es suyo no sabría qué negocio poner porque hoy en día casi nada es rentable salvo la hostelería con gran inversión y mucho riesgo. Tampoco lo puede alquilar porque es demasiado grande. El centro histórico no es ya un barrio. Es la guerra”. Una guerra que se está cobrando sus víctimas. Valero Mimbres, una tienda histórica que durante tres generaciones ha estado dando servicio en la calle de Las Cestas está en proceso de liquidación hasta verano. Cerrará sus puertas como otros muchos comercios que no pueden sobrevivir en la actual coyuntura, agresiva e impaciente, ávida de beneficios.

A por la máxima rentabilidad 

La pelea por el suelo y sacarle la máxima rentabilidad marca el día a día. Los solares vacíos, que se están empezando a mover, los edificios por restaurar que se están recuperando… y los que no. La moratoria de hoteles y alojamientos turísticos, que tantas dudas genera, está en el aire. No es de extrañar que sea en estos tres distritos donde más impacto han tenido las propuestas de Movilidad, una de las actuaciones del Govern de la Nau (la coalición de izquierdas formada por Compromís, PSPV y València En Comú) que mayor debate ha suscitado a lo largo de la legislatura. Es aquí donde se discute por el carril bici, porque el carril bici ha entrado en sus casas, en sus puertas y se teme que afecte a sus negocios. El carril bici toca lo más preciado que hay: el suelo, la calle, un bien limitado y al alza.

Desde la asociación de comerciantes del centro histórico, su gerente, Julia Martínez, reclama que para la próxima legislatura haya un “consenso sobre las decisiones relativas a Movilidad” sobre la base, dice, de datos contrastados. La impresión de muchos comerciantes es que durante estos últimos cuatro años el Govern de la Nau ha ido improvisando propuestas sin saber muy bien cuál sería su resultado. Algo de lo que dan fe los vecinos del barrio de El Mercat

“Ése es más el problema que se ha creado, que no se ha consultado”, asegura la presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos, María José Broseta. “Si se hubiera hecho habrían ocasionado menos problemas. Aparte de que en esta ciudad no se le da prioridad al peatón. El peatón y los servicios públicos son la base. A partir de ahí puede haber otros problemas añadidos. Si una ciudad no se conciencia en que los peatones son lo importante, sólo se harán apaños”, sentencia.

Que no se aísle el centro

Pensando ya en el futuro, en los cuatro años que han de venir, desde los comerciantes se reclama que cualquier medida futura se realice con antelación suficiente para garantizar su comunicación y comprensión, al tiempo que insisten en pedir un mayor fomento del transporte público “con frecuencias los sábados de días laborables”. A los comerciantes lo que les preocupa es que se pierda la conectividad con el resto de la ciudad, que se acabe convirtiendo a estos distritos en poco más que un parque temático para uso y disfrute de los turistas, al dificultar el acceso desde las poblaciones del extrarradio al transporte privado sin haber programado una alternativa razonable.

Las disputas por los usos de la vía pública resuenan de diferentes maneras y son la raíz del conflicto enquistado de las terrazas, ante el que se están organizando hasta los propios hosteleros buscando fomentar lo que denominan como un ocio sostenible. A este respecto María José Broseta recuerda que en su organización habían defendido las calles peatonales porque creían que eran “un sustituto porque la gente podría estar en la calle, pasear, ver los escaparates… Pero claro, si a esto tienes que sumarle añadidos y sillas, y otro tipo de mobiliario, es casi un carrera de obstáculos”, escenifica.

Las plazas pendientes

Ha quedado pendiente la reforma de las principales plazas de estos distritos, de la que mucho se ha hablado pero nada se ha concretado. El anuncio improvisado del concejal Grezzi de que iba a peatonalizar la del Ayuntamiento por su cuenta provocó uno de los enfrentamientos más agrios en el seno de Govern de la Nau. El socialista Sarrià consiguió pararle y se ha aplazado a la espera de un estudio ad hoc, como las de las otras grandes plazas. Pero la perspectiva no es que ilusione especialmente entre las asociaciones de vecinos. Se tiene miedo a los inventos.

“Nosotros”, indica Broseta, “cuando se afronte la remodelación de las plazas, lo que tenemos claro es que lo primero que se debe hacer es consultar y que participen los vecinos. Muchas veces se ha ejecutado una actuación y no se ha comentado nada a los vecinos. Eso ha creado unos problemas añadidos que no se habrían producido si hubieran preguntado a los que están pisando la calle continuamente. Una persona que pase una vez cada unos pocos días por un sitio no puede tener una valoración adecuada”, reflexiona Broseta.

Junto a la turistificación, la Movilidad y la ocupación y adecuación del espacio público, cabe citar un cuarto jinete: las agresiones al patrimonio. Así lo resalta el presidente de Círculo por la Defensa de la Cultura, César Guardeño, quien enumera el listado de ataques registrados durante los últimos dos años: La Lonja, las Torres de Serranos y las de Quart, la Catedral, el refugio antiaéreo de la calle Serranos, etc. 

Para Guardeño, estos problemas se deben a “la ausencia de vídeo vigilancia y unas políticas claras y contundentes para frenar y revertir una situación que se ha descontrolado totalmente. Nuestro consistorio todavía no ha instalado y puesto en funcionamiento las cámaras que solicitamos, pero tampoco tenemos constancia de que haya redactado y aprobado un plan especial contra este tipo de delitos y contra el vandalismo, tal y como ya tienen ayuntamientos como el de Salamanca”, comenta.

Quiénes votan y a qué

El corazón de la ciudad es conservador, si se atiende a los resultados electorales. Con todo, una aproximación al detalle revela paradojas. Por ejemplo, la marginalidad concentrada en algunos puntos de Ciutat Vella se traduce en que este distrito sea uno de los que menor esperanza de vida tiene de la ciudad. Un varón de Ciutat Vella tiene una expectativa de 78,4 años, casi dos menos que la media de la ciudad (80,2), mientras que una mujer 84,9, un año menos que en el conjunto de València (85,9). Con todo, no es lo común.

Los tres distritos centrales aglutinan una importante comunidad intelectual y económica. 70.103 de sus vecinos tienen estudios de bachiler, equivalentes o superiores, más del 60% de su población activa. Hay una considerable comunidad foránea, especialmente en Ciutat Vella donde el porcentaje de extranjeros supera con mucho la media global; un 15,9% de los vecinos de los seis barrios históricos no nacieron en España. Pero también aquí hay un matiz. La peculiaridad es que más de la mitad, 2.573 son europeos, ya sean o no de países de la UE.

En los tres distritos las anteriores elecciones municipales el PP ganó, seguido de Compromís en Ciutat Vella y Extramurs, y de Ciudadanos en el Ensanche. Haciendo una comparativa con las recientes elecciones autonómicas, el mapa no cambiará aparentemente, pero sí que lo hará en el detalle. El PSOE es el que ha registrado incrementos más elevados; en el Ensanche prácticamente duplicó votos y pasó de 1.799 escrutinios a 3.543. Aún así sigue estando lejos de Compromís, que se mantiene como segunda fuerza más votada, y del PP, que pese a la pérdida de votos (sólo en el Ensanche se fugaron más de 2.000) es el partido con más seguidores de los tres distritos. La duda que se dirimirá este 26 de mayo es si la tendencia es firme o fue flor de un día. Lo que es seguro es que la disputa por el suelo continuará. En el corazón de València, quien tiene un metro cuadrado tiene un tesoro.

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