El alcalde Joan Ribó asegura que no quiere que la ciudad crezca más en un debate del Colegio de Arquitectos en el que participaron el secretario autonómico de Vertebración del Territorio, Josep Vicent Boira, el financiero y urbanista Eduard Navarro, y el arquitecto Javier Domínguez Rodrigo
VALÈNCIA. El barón Haussmann, con el beneplácito de Napoleón III, puso en marcha entre 1852 y 1870 las renovaciones que convirtieron a la capital francesa en la gran ciudad que hoy conocemos (aunque su obsesión por los grandes bulevares tenía trampa; los quería anchos para que pudiera entrar la caballería a cargar contra los revolucionarios). Cuarenta años antes, en 1811 se redactó la cuadrícula de Nueva York. Ahora, dos siglos después, València afronta su gran transformación: convertirse en una ciudad metropolitana. [FOTOGALERÍA]
Dentro de los debates sobre la ciudad que está organizando el Colegio de Arquitectos de València, se celebró este martes en su terraza un debate sobre la València metropolitana en el que participaron el alcalde Joan Ribó; el secretario autonómico de Vivienda, Obras Públicas y Vertebración del Territorio, Josep Vicent Boira; el financiero y urbanista Eduard Navarro, fundador y CEO de Net de Gerrers; y el arquitecto Javier Domínguez Rodrigo; todos ellos moderados por el periodista Juan Lagardera y presentados a su vez por el presidente del Colegio de Arquitectos, Mariano Bolant.
En el debate el alcalde Ribó dejó claras algunas ideas de su modelo de ciudad. Así, en concreto, durante el turno de preguntas de los asistentes, planteó claramente que no era partidario de que València creciese más. “València tiene un tamaño ideal”, dijo. “Crecer por crecer no es un modelo; al menos para mí. Genera más problemas. Se vive mejor en València que en Madrid o Barcelona, aunque sólo sea porque gastas un par de hora menos al día para desplazarte. En nuestro caso, como no nos podemos dedicar a hacer pirámides, nos dedicamos a hacer pequeñas cosas. Es importante plantear las cosas con criterio de austeridad, una palabra que hay que reivindicar. Crecer indefinidamente no es necesariamente bueno. Es bueno relocalizar determinadas cosas. ¿Qué ganamos con ser una ciudad de tres millones de habitantes?”, se preguntó.
Antes, durante la primera parte del encuentro, Eduard Navarro trazó algunas líneas maestras sobre cuáles deben ser las premisas que rodeen a la concepción de la ciudad metropolitana. “Los planteamientos deben ser ¿qué queremos ser para el futuro? Nueva York, en los años de Gerald Ford [presidente entre 1974 y 1977] era una ciudad bastante difícil. Con [Rudolph] Giuliani [alcalde entre 1994–2001] la criminalidad quedó resuelta, si bien fueron criticadas sus maneras de resolverlo, y la tendencia desde entonces ha sido a un crecimiento bastante consolidado. Barrios generacionalmente ligados a ciertos tipos de gente se han ido modificando. Cada vez que los visito, mis amigos arquitectos están a una parada de metro más. En ciudades como Atlanta el centro quedó vacío. Conforme han empezando a crecer las ciudades, ese cambio se ha dado. Al final, el cambio es inevitable en las grandes metrópolis. Barajar los cambios e intentar mantener la esencia de la ciudad debe formar parte de un debate público grande. En EEUU, que hay un urbanismo muy participativo, los debates son constantes”, relató.
En este sentido, Ribó también se abonó a una concepción general de los problemas de la ciudad, más allá del municipio. “Es imprescindible un planteamiento general. No podemos hablar de cambiar el comercio local sin tener cuenta las poblaciones del extrarradio”. Y acto seguido agregó: “Muchos de los problemas que tienen los ciudadanos son problemas supramunicipales. Hemos de ir caso a caso: el agua, los residuos municipales… Como vamos a hacer con la entidad metropolitana de movilidad, que perderla nos ha hecho perder millones de euros de subvención del Gobierno español. En Valencia teníamos el Consell Metropolità de l’Horta; pensamos que es la manera de ser, cómo se ha ir… Tenemos urgencias en los problemas de movilidad. Las entidades metropolitanas son una institución común en estados tan centralistas como Francia o en otros federales como Alemania. Hemos de hacerlo desde nuestra forma de ser, desde nuestra cultura, pero que aborden todos los grandes problemas colectivos”, dijo.
En ello abundó Boira, quien destacó que “la revolución metropolitana es un término para entender cómo se ha de gestionar el territorio a partir de ahora”. “Yo iría paso a paso. El paso inicial es la movilidad”, apuntó. Un debate en el que se introdujo la cuestión de la participación, a la que hizo mención Javier Domínguez, quien apuntó que en urbanismo “todo el mundo es consciente de que no basta con un buen diseño si no se cuenta con el apoyo de los agentes sociales”. Así, el arquitecto valenciano hizo mención expresa los planes estratégicos que se han acometido en ciudades en crisis como Glasgow, en ciudades por grandes eventos como Múnich en 1972, o en España, en Barcelona o Sevilla, por los festejos de 1992. “Barcelona es la primera ciudad española que quiso tener un modelo de ciudad”, recordó. ¿Y en València? “Después de las desmedidas mascletás de la F-1 o de la Copa América, la pregunta es: ¿Tenemos un modelo? Hay que hacer que las cosas de abajo a arriba. Hay que preguntar a los hosteleros, a los empresarios… para que un cambio no dure dos décadas. Los cambios se producen muy muy lentamente, y la política en lugar de ser el motor es el furgón de cola”, criticó.
Dentro de sus críticas, Domínguez se refirió también a las diputaciones provinciales y sus funciones. “Mientras estén es muy difícil que los partidos políticos quieran cambiar”. Un guante que recogió encantado el alcalde Ribó porque, como dijo, era una idea que ya había expresado en numerosas ocasiones en entrevistas. “Lo mejor que se pueden hacer con las Diputaciones es que fueran asumidas por la Generalitat y por las entidades metropolitanas; no tienen sentido”, sentenció. Y recordó el tema central del debate. “La ausencia de un área metropolitana es una falta”, dijo. “Hemos conseguido tener un parque al final del río. ¿Cuántos años nos costará? No lo sé, pero es importante que la gente de Nazaret vean que se hacen cosas. El huerto urbano puede que se mantenga o no, pero lo importante es que exista”.
Sobre la ausencia del ente metropolitano también se refirió Boira, quien apuntó el dato de que se está perdiendo dinero porque hay 175 millones de desplazamientos sin coordinación entre los distintos entes que los gestionan, que van desde trenes de cercanías a metro, pasando por líneas de autobuses. Una idea en la que incidió Eduard Navarro. “Estas cosas vistas desde fuera dependen de soluciones prácticas”, explicó. “Si hay un problema de transporte hay que adaptarse a la realidad. En Londres no podías cambiar de un autobús a otro. Ahora con el nuevo alcalde se ha solucionado. Las cuestiones infraestructurales deben atender a una lógica práctica para dar servicio donde hagan falta. Una cuestión viva a Atlanta es la cuestión de la gobernación, de la identidad. Un neoyorquino jamás se asociaría a uno de New Jersey. Los alemanes son más prácticos, pero Hamburgo tiene una identidad propia. Una de las cuestiones fundamentales es la de la identidad compartida con los vecinos”. Y puso el dedo en la llaga cuando añadió: “Una cosa que me llama la atención es que València y su entorno no están relacionados. No hay una conciencia de que la ciudad de València sea líder. Las dificultades pueden venir desde ese espacio. Cuando cogía mi bici e iba a Meliana me sorprendía que les extrañara que hablara valenciano”. València como un ente extraño, como el castillo del agrimensor de Kafka.
También hubo referencias a la gentrificación, la palabra de moda entre los profesionales del urbanismo. Así, Ribó advirtió que en València, ahora, se puede decir que “es un problema incipiente”, si bien admitió que “la transformación del barrio de Ruzafa se puede calificar con ese término”. Boira quiso poner el acento en el hecho de que en estos momentos en todo el mundo “hay más gente viviendo en las zonas urbanas que en las zonas rurales”. “Nos dirigimos a terrenos inexplorados. ¿Qué pasará con las ciudades urbanas? Hay que adaptarse a esta situación y diseñar estrategias. Hablemos de la sostenibilidad, del cambio climático… Esto va a tener consecuencias que tendremos que abordar”, dijo. Si bien Navarro quiso ser optimista y recordó que aunque se estima que seremos 11.000 millones de personas en el mundo, y que “somos más personas vivas ahora que en toda la historia”, esto “no tiene por qué ser una cosa negativa”.
Donde hubo una práctica unanimidad es en el hecho de que las ciudades compactas parecen una mejor opción que las expansivas, modelo Los Ángeles, megalópolis que no se citó pero podría haberse mencionado. Ribó aludió por ejemplo al hecho de que “el consumo de combustible de Nueva York es ocho veces menor que en Atlanta”. “El modelo disperso no es bueno a nivel medioambiental. Cuando hablamos de ciudad, hay que plantearse también la sostenibilidad”, dijo. Y ahí Navarro señaló que este tema “no es una problemática de València, sino global”. E invocó al hecho de que “no sería la primera vez que [València] lidera un debate a nivel global”.
La participación de la ciudadanía en las decisiones urbanísticas igualmente estuvo sobre el tapete. Boira mencionó que el Pateval contará con un plan específico de participación para que se puedan hacer las mejoras que reclame la gente, mientras que Ribó aseguró sin ambages que la participación es algo que necesitan los gobernantes, al tiempo que alabó los procesos realizados por su consistorio. Ya con el debate a punto de concluir, durante el turno de preguntas, fue cuando Ribó planteó su propuesta de futuro. “Creo que es imprescindible abordar la rehabilitación de determinadas viviendas en determinados barrios. La salida natural del sector de la construcción [al paro] ha de ser vía rehabilitación. Antes que comernos huerta, hay que plantear rehabilitación. La ciudad se mantiene en torno a los 800.000 visitantes desde hace años. Lo que hay que hacer es mantenerla”. Y abogó por “eliminar todos los planes de la ciudad que eliminan huerta”. “Hay que volver a amurallarla con huerta, para que la gente no quiera salir de ella”, apostilló.