En este año particularmente raro, necesitábamos algo de emoción. Algo que nos haga salir del aletargamiento y nos ponga la piel de gallina. No hemos podido buscar emociones en la otra punta del globo, pero hemos podido redescubrir lo que tenemos más cerca, lo que siempre ha estado ahí. 2020 es el año de lo local, de lo que está a un paso de casa y precisamente allí nos hemos ido a vibrar, a disfrutar como enanos alrededor de la mesa. ¿Dónde? A BonAmb.
¿Cómo ha conseguido un natural de Cariñena entender y plasmar el territorio de manera tan extraordinaria? Hablamos de Alberto Ferruz, que el verano de 2011 llegó a Xàbia para hacernos la vida un poco más feliz.
Pero no era la primera vez que el aragonés pisaba la Terreta. Estuvo en las cocinas de Martín Berasategui en Lasarte y entonces, emprendió el viaje a las tierras que baña el Mediterráneo. Trabajó con Quique Dacosta, fue el jefe de cocina del Marriot de Dénia, hasta que en 2011, voló en solitario y creó BonAmb, un templo del disfrute que pone en la mesa lo mejor de la tradición gastronómica de la zona y de la Marina Alta y lo hace con una maestría y creatividad pocas veces vista.
Su trabajo y tesón le han valido tres Soles Repsol y dos estrellas Michelin y no nos sería extraño afirmar que con la evolución de este año, estén camino de la tercera. BonAmb tiene discurso, personalidad. Ferruz ha creado un universo local que mira a la zona donde se encuentra y en esta temporada, está en estado de gracia.