VALÈNCIA. Repasando la historia reciente valenciana, puede establecerse un axioma que ha permanecido inamovible desde la transición democrática: ningún partido político que ha alcanzado la Generalitat ha permanecido menos de dos legislaturas al frente de la institución. Así, el socialista Joan Lerma estuvo 13 años presidiendo el Consell (1982-1995), mientras que el PP encadenó 20 años de gobierno con Eduardo Zaplana (1995-2002), José Luis Olivas (2002-03), Francisco Camps (2003-2011) y Alberto Fabra (2011-2015) y, posteriormente, el PSPV encabezado por Ximo Puig capitaneó los ejecutivos del Botànic dos mandatos (2015-2023). En la actualidad, está por ver la duración del PP que ahora lidera Carlos Mazón.
Esta norma no escrita deja entrever que lo habitual, cuando un partido alcanza el poder, es permanecer al menos ocho años en la Generalitat. Suele ser en la recta final de la segunda legislatura donde pueden empezar a aparecer síntomas de desgaste que conduzcan a un cambio de opinión del electorado o, simplemente, a la desmovilización del mismo. Unos periodos que, probablemente, puedan verse acelerados en los tiempos actuales por el incremento de la inmediatez informativa, la viralidad y efervescencia de los movimientos opositores o la aparición de potentes campañas de descrédito que pueden recorrer las distintas redes sociales.
En el caso de la Comunitat Valenciana, el cambio se produjo en 2023, con una victoria para muchos inesperada del bloque de derechas conformado por PP (40 diputados) y Vox (13 escaños), que se cimentó en un momento de crispación aparentemente mucho más relacionado con la gestión del socialista Pedro Sánchez en el Gobierno de España que con un desacuerdo generalizado y concreto con el Consell del Botànic.
La llegada de Mazón al poder, mediante un pacto exprés con Vox, vino acompañada de varios cumplimientos de su programa electoral, como la reducción de asesores o la bajada de impuestos, y un fuerte desempeño en el impulso de la imagen del presidente en redes sociales. Mientras, el PSPV realizaba su particular transición con la sucesión de Ximo Puig encarnada en la ministra Diana Morant y Més, el partido mayoritario de Compromís, también celebraba su congreso.
La sensación, especialmente tras la salida del Consell de Vox en julio de 2024, era de relativa comodidad para Mazón. Más allá de la probable tensión para la aprobación presupuestaria en el horizonte, el presidente de la Generalitat tenía la legislatura aparentemente controlada. Sin embargo, llegó el fatídico 29 de octubre, con la trágica dana que causó 228 víctimas mortales y daños materiales que, a día de hoy, todavía siguen en proceso de reconstrucción.
La falta de reflejos del Consell, competente en las Emergencias, y del propio Mazón en esa jornada, que no cambió su agenda y llegó a las 20.28 horas al Cecopi donde se tomaban las decisiones, reseteó la legislatura hasta el punto de poner al presidente de la Generalitat contra las cuerdas, con Alberto Núñez Feijóo acariciando la idea de forzar un relevo en la Comunitat Valenciana.
Sin embargo, pese a la gravedad de lo ocurrido, las multitudinarias manifestaciones convocadas para solicitar la dimisión de Mazón, el proceso judicial abierto y las desaforadas críticas de PSPV y Compromís, la realidad es que hasta el momento no se ha producido ningún cambio de calado -más allá de una mayor igualdad en las encuestas- que permita vislumbrar que habrá un vuelco de signo político en la Generalitat. Y esto merece un análisis y proceso de reflexión por parte de la oposición.
El PSPV, poco respaldado desde Madrid y demasiado entregado a Sánchez
Este mismo fin de semana se producía la designación de la valenciana Rebeca Torró como nueva secretaria de Organización del PSOE. De esta manera, otra dirigente del PSPV pasa a integrarse en el núcleo duro de Pedro Sánchez, junto a Diana Morant o a la delegada del Gobierno y secretaria de Igualdad del partido, Pilar Bernabé, que ha tenido un papel de fuerte visibilidad en la Dana. De hecho, el poder valenciano en Madrid tanto en presencia institucional como órganica, en este caso en la formación socialista, pocas veces se ha situado en unas cotas de mayor representatividad, si bien eso no termina de traducirse en una mejor posición para dar un vuelco electoral en la Comunitat. Es decir, existe la duda razonable de cuánto beneficia realmente esta aún mayor vinculación de la federación valenciana con Sánchez de cara al futuro en el medio plazo.
Los motivos radican en el desgaste de la marca PSOE y del propio presidente del Gobierno. La poca presencia de Sánchez en la provincia de Valencia desde que ocurriera la dana ha debilitado en buena medida el discurso del PSPV sobre la implicación del ejecutivo central en materia de reconstrucción. Aunque la visita a Paiporta pocos días después de la tragedia pudiera resultar traumática, la renuncia a dar la batalla por la presencialidad del presidente del Gobierno ha contribuido a que, poco a poco, la resistencia de Mazón se haya tornado, en cierto, modo fructífera, frente a la exigencia de dimisión de la líder socialista, Diana Morant, a quien tampoco ha terminado de beneficiar su doble función de ministra y secretaria general del PSPV.

- Sánchez en su reunión con las víctimas. Foto: EP/Rober Solsona
Así pues, mirando la estrategia seguida desde la Moncloa, ignorar al presidente de la Generalitat en las pocas visitas de Sánchez; renunciar a una comisión mixta de reconstrucción; no acudir o no participar en presentaciones oficiales sobre la recuperación o retrasar el envío del Extra FLA, además de la congelación de reivindicaciones como la reforma del sistema de financiación o el fondo de nivelación, han permitido una reactivación del discurso victimista y de contraataque del Consell frente al Gobierno central de Sánchez.
Si a ello se suma el estallido del 'caso Koldo' con nuevas informaciones que han costado la salida del secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, la situación en la que quedan los socialistas valencianos no parece, al menos a día de hoy, lo suficientemente óptima para lograr recuperar la Generalitat en los próximos comicios autonómicos. Es más, dado que el PP no parece sufrir un problema de marca en estos momentos, la maniobra -siempre costosa pero factible- de sustituir a Mazón por otro candidato llegado el momento de visitar a las urnas, podría ser suficiente para desmontar una parte importante del discurso del PSPV y, a la vista de los sondeos, aumentar las opciones para los populares de mantener la Generalitat.
Compromís, enfrascado en una crisis interna y sin candidatos de refresco
Tampoco el segundo partido de la oposición atraviesa su mejor momento. Ante una crisis como la que sufre el PSOE, el Compromís de otros tiempos estaría soñando con acometer un sorpaso a la formación socialista en tierras valencianas.
Sin embargo, en las últimas semanas se ha escenificado una crisis interna con la discusión sobre la alianza con Sumar que ha aflorado una fractura que puede ser más profunda y peligrosa para la coalición de lo previsto.

- Ibáñez (Iniciativa) y Micó (Més) en la ejecutiva de Compromís de esta semana. Foto: EFE/Biel Aliño
Así, en una legislatura en la oposición que podría haber servido para sentar las bases de una coalición más estable mediante la implantación, como se venía ultimando, de una federación de partidos, Compromís se encuentra justamente en la otra orilla: divididos en el Congreso y quién sabe si con un peligro de ruptura de la alianza que conforman Més, Iniciativa y Verds.
Si a esta inestabilidad interna, que apunta al descarte en avanzar por una marca más sólida e invariable, se le suma la carencia de ambición a la hora de promocionar nuevos perfiles candidatables, el resultado es el de una formación política que, aunque tiene un votante arraigado y un suelo constatado, no saldrá a ganar en las próximas elecciones autonómicas. Más aún, tampoco apunta a día de hoy a crecer lo suficiente para permitir una mayoría de izquierdas si el PSPV resiste numéricamente.
Por tanto, cruzado el ecuador de la legislatura, la terrible dana que arrasó la provincia de Valencia y que supone una de las mayores catástrofes naturales europeas, no asegura ni mucho menos que vaya a propiciar un cambio de signo político en la Generalitat en la próxima cita con las urnas, pese a que en sondeos como el del CIS de esta semana el 80% de los encuestados se muestren contrarios a que repita Mazón.