VALÈNCIA. El presente curso político no ha concluido de la forma esperada para el PSPV-PSOE que lidera la ministra Diana Morant. El estallido definitivo del 'caso Koldo', con la implicación del ya exsecretario de Organización, Santos Cerdán, actualmente en prisión provisional, ha conllevado un fuerte desgaste para la marca socialista y, también, para la propia figura del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
No sólo eso. El oxígeno momentáneo que supuso la dimisión de la diputada y vicesecretaria de Movilidad del PP, Noelia Núñez, por mentir en su currículum, regresó en una suerte de efecto bumerán a las filas socialistas con la caída del comisionado para la Dana y presidente del PSPV, José María Ángel, que abandonó sus cargos tras ser señalado en un informe de la Agencia Valenciana Antifraude (Avaf) por una posible falsificación de un título universitario que el implicado, aunque rechazó la acusación, no supo aclarar. Una presión mediática que terminó con el intento de suicidio del dirigente socialista.
Estos hechos recientes evidencian que la situación de la federación valenciana dista mucho de ser buena. Pero hay más señales que indican las dificultades que atraviesa la formación socialista en la Comunitat, curiosamente en un momento donde hay numerosos cargos de relevancia en el ámbito nacional que proceden del PSPV.
La proximidad de Morant y su entorno a la cúpula de Ferraz, se resume en una lealtad inquebrantable que deriva, paradójicamente, en la asunción de postulados que no siempre benefician a la acción política en la Comunitat. Así, se aplica el mantra de que para recuperar la Generalitat debe irle bien a Sánchez, por lo que hay que acometer una defensa numantina del presidente del Gobierno y de la hoja de ruta marcada por La Moncloa.
Ahora bien, este axioma, al parecer, no se aplica de forma bidireccional: ni el discurso ni la acción política que emana desde Madrid tiene por qué beneficiar al PSPV. Más aún, en Ferraz sí creen que Sánchez puede sobrevivir sin facilitar la vida a la federación valenciana ni asumir sus reivindicaciones, e incluso es probable que confíen en salir a flote incluso perdiendo de nuevo las elecciones autonómicas en la Comunitat. De hecho, ya ocurrió en 2023.
Con este escenario, y aunque quizá a simple vista parezca no ocurrir nada, el PSPV está sufriendo una desfragmentación interna de consecuencias inciertas a menos de -como mucho- dos años de los comicios autonómicos. Para empezar, y pese a que nadie del partido lo diga públicamente, resulta indefendible la distancia aplicada por Sánchez en los meses posteriores a la Dana, con un número de visitas escaso y una fría implicación ante la mayor catástrofe natural de la historia reciente de España.
De hecho, tal y como informó este diario, en el balance tras dos años de legislatura realizado a finales de julio, el presidente del Gobierno no mencionó la tragedia valenciana, algo que además se puede comprobar en el comunicado de 20 párrafos sobre su comparecencia, donde no tuvo cabida una sola referencia sobre la Dana. Quizá la militancia, los cuadros intermedios e incluso algunos altos cargos se pregunten si esta actitud habría sido la misma si la catástrofe que dejó 228 víctimas mortales en la provincia de Valencia se hubiera producido en otro territorio más sensible para la aritmética parlamentaria actual.
Este abandono de Sánchez, en lo que se refiere a la presencialidad, tras la tragedia, ¿en qué ha beneficiado al PSPV? Más bien al contrario, a lo que parece haber contribuido es a que el jefe del Consell y líder del PPCV, Carlos Mazón, haya podido resistir políticamente hasta que le ha llegado la oportunidad de disponer de contrajuego y contraataque. La conclusión es que las encuestas no terminan de señalar que los socialistas valencianos hayan mejorado sensiblemente en sus previsiones pese a que, cabe recordar, el Consell gobernado por el PP era el competente en Emergencias el día de la Dana y su presidente no modificó su agenda ni acudió al Cecopi hasta las 20.30 horas, lo que le ha costado manifestaciones multitudinarias solicitando su dimisión.

- Sánchez, Morant y Bernabé, juntos en un acto del partido. Foto: EP/Eduardo Manzana
En el resto de ámbitos tampoco La Moncloa ha proporcionado argumentos a los socialistas valencianos para mejorar su posición frente a Mazón. La reforma de la financiación autonómica, exigencia histórica de la Comunitat, se ha activado, sí, pero poniendo a Cataluña por delante y obligando a un discurso no demasiado fácil de ensamblar en tierras valencianas, especialmente por la facilidad de réplica de los populares en este asunto. A esto hay que añadir el aplazamiento del Gobierno central sin fecha de llegada -y sin explicación- del ExtraFLA, algo que también le ha dado al PPCV una ingente carga de munición que ha podido disparar a placer contra el eterno rival.
En este punto, quizá algunos socialistas valencianos se pregunten qué aporta gobernar en España, aparte de algunos cargos de relevancia, en la misión de recuperar la Generalitat. Fruto de ello, en el seno del PSPV se aprecia ya la existencia de un 'sanchismo' a dos velocidades: una de lealtad absoluta en la que figuran Diana Morant, Pilar Bernabé, Rebeca Torró o Arcadi España, dado que forman parte de la maquinaria del gobierno; y otros que lo respaldan de una manera más distante y menos implicada como el sector que lidera el secretario provincial de Valencia, Carlos Fernández Bielsa, consciente de que si se produce una pérdida del Gobierno de España se desatará, probablemente, una batalla abierta de proporciones épicas entre los herederos del 'sanchismo' y los que no aprueban muchas de las formas de proceder actuales, pero que prefieren callar y esperar.

- La secretaria general del PSPV-PSOE, Diana Morant, y el secretario provincial, Carlos Fernández Bielsa. Foto: KAI FORSTERLING/EFE
Con estos mimbres, el curso político que comenzará en septiembre se presume clave para dirimir cuál es la hoja de ruta elegida por la líder del PSPV-PSOE, Diana Morant, para mejorar la posición de la federación valenciana y la suya propia. El plan previsible será, tal y como hasta ahora, alinearse en todo momento con el Gobierno central para seguir contribuyendo a sostener a Sánchez sin plantear una vía de discurso alternativa, algo que resulta lógico dado que Morant es además ministra del ejecutivo central. Por otro lado, abandonar el gobierno para centrarse en el liderazgo del PSPV y la recuperación de la Generalitat con discurso más independiente y personal, cuenta con la desventaja de perder el foco extra mediático y de visibilidad que otorga ser ministra de Sánchez. ¿Valdría la pena?