
VALENCIA. El próximo episodio del desplome del sistema financiero valenciano se vivirá este próximo viernes cuando la Generalitat, a instancias del Banco de España, tome el control de la Sociedad de Garantía Recíproca de la Comunitat Valenciana (SGR).
La asamblea general de esta entidad participada por un grupo de entidades financieras, la Generalitat y las patronales, se celebrará en un ambiente de intervención virtual por parte del supervisor y tras un penoso declive que la ha llevado a la quiebra técnica sin que ninguno de los socios tomara las riendas para frenar el colapso.
Lo más patético de la caída de la SGR es la forma en que se ha producido. Los graves problemas de capital eran un clamor desde hace más de un año. Este periódico, por ejemplo, publicó en marzo del año pasado que la entidad que preside el presidente de la patronal de Castellón, el incombustible José Roca, aparecía en la base de datos de impagos Experian. La morosidad de las empresas a las que avalaba se había disparado y la incapacidad de la SGR para cumplir su papel de respaldo de los créditos salía a la luz.
Desde el pasado 1 de enero, la SGR está inmersa en causa de disolución por el déficit patrimonial que arrastra. Una situación que, además, había desvelado el Banco de España en una inspección desplegada el año pasado. Sin embargo, en todo este tiempo ni los socios financieros (fundamentalmente Bankia y CAM) ni las patronales ni la Generalitat, entre la apatía, el desinterés, la falta de fondos y el temor a que salieran a luz las irregularidades cometidas, prefirieron dejarpasar el tiempo, como si el problema se fuera a arreglar solo.
No ha sido hasta que el Banco de España, que supervisa la entidad por su carácter financiero, ha llamado al orden a los partícipes con la amenaza cierta de intervenirla cuando finalmente se ha buscado una solución. El organismo que dirige Miguel Ángel Fernández Ordóñez puso sobre la mesa de la SGR las condiciones para no tomar el control ante el peligro de quiebra: un plan de viabilidad que pasaba por recapitalizar la entidad y, paralelamente, por la sustitución de todo el equipo gestor. Y la encargada de asumir esa responsabilidad es la Generalitat Valenciana.
Según las fuentes consultadas por este periódico, el Consell ya tiene asumido que tendrá que recapitalizar en solitario la SGR, con una ampliación de capital de 60 millones de euros. Mientras, busca al equipo directivo que sustituirá al actual consejo de administración, al que el Banco de España quiere fuera de la SGR tras lo que considera responsable de una mala gestión que ha ocasionado la crisis.
El consenso en el mundo empresarial valenciano es que la SGR, creada hace tres décadas, ha pasado de ser un instrumento útil a un 'chiringuito' en el que los avales se otorgaban temeraria y en muchos casos con criterios muy alejados de los propios de un negocio financiero. Todo acompañado de una falta de trasparencia impropia de una entidad financiera. El resultado es que la SGR, más que avalar a pymes, acabó apalancado a fundamentalmente a constructoras, incurriendo en un excesivo riesgo inmobiliario, siguiendo la estela del resto del sistema financiero valenciano.
El papel de José Roca, pero en especial los del director general, Juan Manuel García Puchol y el responsable de operaciones, Cristóbal Muñoz, son abiertamente cuestionados.
Pero con ellos, el interminable consejo de administración, con 38 asientos por los que ha pasado durante años los principales responsables patronales, representantes de los bancos miembros y los altos cargos de la Generalitat en representación del IVF.
Este último detalle no debe pasar inadvertido, puesto que resulta cuanto menos chocante que el BdE haya tenido que llamar la atención severamente a una sociedad en la que participa el supervisor valenciano del sector financiero.
La SGR, bien utilizada, es un elemento útil para las pequeñas empresas, que pueden contrar con un aval para pedir créditos. Su pérdida supondría otro golpe más a la estructura financiera valenciana, y los responsables, una vez más, los que por acción uomisión dejaran que la siruación se deteriorara. Si los nuevos administradores y el nuevo consejo serán capaces se reconducir la situaición se verá muy pronto, ya que el Banco de España seguirá muy de cerca el cumplimiento del plan de viabilidad. Pero lo que parece claro es las penurias económicas no han terminado y que aquel esplendor que vendió la SGR ya ha pasado a la historia. Y como ocurrió con CAM, Bancaja y Banco de Valencia, los lamentos han llegado tarde. Y en este caso particular, mal.