La semana pasada analicé las perspectivas electorales con las que llegaban los principales candidatos en las próximas Elecciones Generales, y sobre todo trataba de dirimir qué podría considerarse un éxito o un fracaso para cada uno de ellos; hoy haremos lo propio con las Elecciones Autonómicas en la Comunidad Valenciana, que merced al adelanto electoral decidido por el president Ximo Puig se celebrarán el mismo día.
Es precisamente Ximo Puig quien más se juega en estas elecciones, porque suya, solamente suya, ha sido la decisión de adelantar un mes los comicios para hacerlos coincidir con las Generales, ligando su destino al de Pedro Sánchez. Sin embargo, la incertidumbre y los riesgos son mayores que en el caso de Sánchez. Precisamente porque Sánchez es "presidente por accidente" y ha gobernado diez meses en precario, es muy fácil mejorar sus registros y salir airoso, o al menos vivo, del envite. En cambio, en el caso de Puig sólo le vale revalidar el gobierno y la presidencia de la Generalitat: es decir: repetir y en todo caso mejorar los resultados de 2015. Dichos resultados fueron los peores de la historia del PSPV, pero, desde el punto de vista de la política de bloques, resultaron excelentes: un 55% de los votos y 55 escaños para la izquierda. Mayoría clara.
Cualquier cosa que no sea repetir lo obtenido en 2015 (que haya Botànic 2, y que Puig continúe liderándolo) será un fracaso para Ximo Puig. Y además un fracaso que pasará a la historia, porque, aunque luego la derecha también venciese en las elecciones municipales, lo que acabará diciendo la historia será que Puig apostó por la mínima expresión del adelanto electoral (un solo mes, coincidiendo con las Generales) y perdió la Generalitat. Habría sido más cómodo para él, desde esta perspectiva, esperarse a mayo.
Sin embargo, eso es lo que ocurrirá si pierde, claro. Si mantiene la Generalitat el adelanto será un éxito indudable: Puig triunfará donde Susana Díaz fracasó. El miniadelanto se convertirá en una jugada maestra (ríanse ustedes de los millones de jugadas maestras que día a día, hora a hora, minuto a minuto, afirman haber efectuado los hooligans del proceso independentista catalán), una vuelta de tuerca en el último momento que habría arrancado la victoria de las siniestras garras de la derecha. Y pónganle todos los adjetivos que quieran, porque la exégesis del éxito no será menos desmesurada que el panegírico del fracaso. Y si además el PSPV mejora posiciones respecto de Compromís, logra ser la fuerza más votada, etc., pues más aún. En tal caso, la astucia del president de la Generalitat adquirirá, en manos de los exégetas, proporciones mitológicas.