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LA OPINIÓN PUBLICADA

El anti-Aaron Sorkin del Gobierno para controlar TVE

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VALENCIA. Un presentador de un informativo de televisión, conocido por sus enormes reservas a expresar cualquier opinión en público, participa en un debate universitario, acompañado por dos periodistas arquetípicos de las nuevas tertulias televisivas de tipo extremista, en donde no se buscan analistas, sino más bien hooligans de una determinada ideología. El presentador recibe una pregunta absurdamente capciosa por parte de la clásica cheerleader veinteañera: "¿Por qué EEUU es el mejor país del mundo?".

Tras una primera vacilación, el presentador estalla y despliega ante el público un rosario de datos que demuestran hasta qué punto la premisa de la pregunta es falsa, y acaba con una conclusión agridulce: EEUU no es el mejor país del mundo, aunque hubo un pasado en el que sí lo fue. La cuestión es por qué ha dejado de serlo ahora.

Este es el arranque de The Newsroom, la nueva serie de Aaron Sorkin, estrenada por la cadena HBO en EEUU la semana pasada. Un arranque típico de su creador, que también ofrece en el primer episodio de El Ala Oeste de la Casa Blanca y de Studio 60, sus dos anteriores series, sendas "explosiones" de un personaje para criticar lo que está mal. Pero Aaron Sorkin no es sólo el afamado creador de la serie El Ala Oeste de la Casa Blanca (1999-2006). También fue el guionista de películas como Algunos hombres buenos y La red social, entre otras muchas realizaciones de mérito.

Eso es lo que ocurre en The Newsroom, una serie cuya premisa es la siguiente: nos hallamos en un contexto de creciente polarización política, donde la mayoría de los medios de comunicación estadounidenses pasan la realidad por un oportuno prisma ideológico antes de mostrársela a los espectadores; un escenario que en la serie se aplica a los EEUU (perdidos, desde los años 80, en una discusión, tan eterna como estéril, entre conservadores y liberales que progresivamente ha ocupado casi todo el espacio público), pero que, desde luego, no nos sonará en absoluto ajeno a los españoles.

The Newsroom no decepcionará a quienes ya conocen la ejecutoria de Sorkin y su visión del mundo y, más concretamente, de los medios de comunicación, que llega al espectador con independencia de que la serie hable de un programa de deportes (Sports Night, 1998-2000), un late night show (Studio 60, 2006-2007) o de un informativo de televisión, como ocurre en The Newsroom: los personajes de Sorkin, idealistas sin llegar a perder el norte, se enfrascan en apasionadas y lúcidas discusiones cuyo propósito es mostrarnos cómo son las cosas y, sobre todo, cómo deberían ser.

Pues bien, es ahí donde los personajes de The Newsroom, con el activo apoyo de la dirección de la cadena, se proponen llevar a cabo un programa informativo que tenga como propósito informar de las cosas tal y como son, y no tal y como conviene que sean (a nuestra línea editorial, a los intereses de los anunciantes o el partido político que nos apoya). Un propósito revolucionario que en The Newsroom se vehiculará a través de noticias reales (en el primer episodio, el vertido de petróleo de BP en el golfo de México, en 2010), lo que conlleva un indisimulado propósito por parte de Sorkin: darle al público la ocasión de contrastar cómo se contaron las cosas en realidad y cómo se podrían haber contado.

MIENTRAS TANTO EN TVE...

Lo que nos cuenta The Newsroom, naturalmente, es ficción. Y además, ficción ambientada en otro país, y en una cadena privada. En España, algo así nunca podría funcionar. Y menos, en la televisión pública. Y por si en algún momento alguien hubiera podido pensar que era factible ofrecer, desde la televisión pública, unos programas informativos que no supusieran un insulto cotidiano a la inteligencia de los ciudadanos (y también a su bolsillo, pues no olvidemos que el show lo pagamos nosotros), allí estaba el Gobierno para desmentirlo.

Sin ni siquiera molestarse en buscar algún tipo de excusa razonable, el Gobierno cambió por decreto ley la exigencia de un consenso parlamentario para poder nombrar a su gusto al nuevo director de RTVE, Leopoldo González-Echenique. Y éste, en su primer día, designó para la crucial dirección de informativos de TVE a Julio Somoano, hasta ahora presentador del informativo matinal de Telemadrid. Somoano, autor de una biografía de Rubalcaba ("El monje del poder"), vendrá a TVE para "hacer lo que hay que hacer", esto es: para controlar férreamente el flujo de la información en la televisión pública. Es decir, lo de siempre.

Julio Somoano

Porque, a buen seguro, Somoano (al que podemos ver aquí retratado con una camiseta-mensaje de sentido apoyo a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre)sabe que la antigua TVE fue pasto del sectarismo y la manipulación informativa. Que sus servicios informativos recibieron los parabienes de la crítica y el público porque ambos, crítica y público, estaban o bien engañados o bien comprados. Que acumuló todo tipo de premios internacionales precisamente porque era tal su capacidad de manipulación que no es ya que TVE manipulase a los espectadores valencianos, o de Navalmoral de la Mata; ¡es que manipulaba también a los espectadores de otros países!

Y por eso viene: para mostrarnos una realidad que no pueda, en ningún momento, verse afectada por un equivocado sentido de la ecuanimidad. Una realidad en la que Mariano Rajoy nunca se equivoca, ni se contradice, ni elude responsabilidades. Donde los demás son siempre enemigos de España, interiores y exteriores, que o bien es que nos tienen envidia, o quizás intentan birlarle a Mariano Rajoy su mayoría absoluta, o sencillamente quieren destruir España. La realidad resulta cada vez más opresiva, así que el Gobierno hace lo que tiene que hacer: ocultarla.

#prayfor... #GraciasSara

La exitosa trayectoria de la selección española en la Eurocopa ha puesto de relieve, como en el pasado Mundial de 2010, la figura de la periodista Sara Carbonero, novia del capitán Iker Casillas. En el Mundial, algunos medios acusaron a Carbonero de ser responsable de la derrota inicial de España contra Suiza, con el peculiar argumento de que su relación con Casillas descentraba al portero español. Luego se ganó el Mundial y nunca más se supo del argumento, claro.

En esta Eurocopa, Carbonero ha llamado la atención por sus comentarios a pie de campo, que son vistos como insustanciales u obvios por una parte del público, que se lanzó a inventar supuestos errores o frases absurdas de la periodista a través del hashtag #GraciasSara. Los detractores de Carbonero vivieron su momento de gloria tras el partido de semifinales contra Portugal, en el que la periodista de Telecinco le preguntó a Iniesta si le habría gustado tirar un penalty... E Iniesta replicó que había tirado el segundo.

Las críticas contra Carbonero y su falta de profesionalidad, que han sido abundantes, han recibido, a su vez, una crítica: la de que provienen del clásico machismo carpetovetónico español. Una crítica, a mi juicio, mal enfocada. Porque, desde luego, no parece que periodistas como Tomás Roncero (aquí podemos verle llorando a moco tendido de la emoción por el penalty de Sergio Ramos) muestren un ápice de profesionalidad, pero el ser hombres tampoco les ahorra críticas. Otra cuestión distinta es que el mundo del periodismo deportivo esté dominado por hombres, que obviamente es así.

 
Profesor titular de Periodismo en la Universitat de València

 

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