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LA OPINIÓN PUBLICADA

El sistema de partidos en España: crisis del bipartidismo y escasez de alternativas

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VALENCIA. Esta semana se presentaba en sociedad una plataforma política, Convocatoria Cívica, impulsada, entre otros, por el juez Baltasar Garzón. Esta plataforma, aunque se supone que no está conceptuada como un partido político, nace, sin embargo, con el indisimulado propósito de evolucionar hacia una candidatura electoral, quizás para las próximas elecciones generales de 2015.

La iniciativa no resulta sorprendente, desde luego, dada la personalidad y la trayectoria de Garzón, ni mucho menos dada la situación política española, con una degradación evidente del sistema bipartidista. Algunas encuestas vaticinan para PP y PSOE resultados desastrosos, incluso por debajo del 50% (sumando los resultados de ambos). El PP se obtendría cerca del 30% del electorado; el PSOE, en torno al 20%.

Es decir: sin ninguna duda, hay caladeros de votos disponibles para nuevas opciones electorales que se presenten ante el público. Pero, sorprendentemente, lo que no abundan son las nuevas opciones, que en buena lógica deberían surgir para intentar hacerse con dicho electorado. Y las que surgen no tienen éxito, ni visibilidad. Al menos, por ahora.

2+2... y para de contar

Baltasar GarzónEvidentemente, detrás de la decadencia del sistema bipartidista está la crisis económica, principal factor que explica el descontento ciudadano con los partidos que han gestionado España durante la crisis, y que también es un catalizador muy eficaz de todo tipo de movimientos de protesta y sanción pública contra determinados comportamientos y privilegios de la "casta" política, que contrastan dolorosamente con la situación de la mayoría de los ciudadanos.

Esta situación no difiere en demasía de lo que sucede en otros países europeos de nuestro entorno que se han visto afectados por la crisis en una medida similar (o peor). Lo llamativo es que los beneficiarios de la decadencia de los grandes partidos han sido, en general, nuevos partidos políticos, surgidos precisamente como contraposición al balance de gestión, pero también a la actitud (y a la forma de enfocar la participación política) de los partidos tradicionales. Hablo de partidos como el MoVimento 5 Stelle de Beppe Grillo, en Italia; o de la coalición de izquierdas Syriza, en Grecia (el más exitoso de la miríada de nuevos partidos surgidos en Grecia al albur de la crisis).

En España, en cambio, los partidos más beneficiados de la decadencia electoral de PP y PSOE son dos partidos que ya existían antes de que comenzara dicha decadencia: IU, en la izquierda, y UPyD, en el centroderecha. IU es una opción electoral clásica, que existe (como PCE) desde 1977. UPyD es más reciente (desde 2007). Pero su nacimiento también es independiente de la crisis económica, y está mucho más vinculado a una materia de discusión clásica: la tensión territorial y la vocación recentralizadora.

Beppe GrilloEn las Elecciones Generales de 2008, que fueron los comicios más "bipartidistas" de la historia electoral española, IU se vio reducida a la mínima expresión (dos escaños). UPyD logró un escaño por Madrid (el de Rosa Díez). Desde entonces, IU y UPyD han concentrado la afluencia de votantes desengañados de los dos grandes partidos, sin que aparezcan otras alternativas. Lo mismo cabría decir en el ámbito local, donde los partidos que más han crecido en algunas comunidades autónomas, como Ciudadanos en Cataluña o Compromís en la Comunidad Valenciana, son preexistentes a la aparición de la crisis.

Los partidos pequeños nacen, crecen, se reproducen... y mueren

En todos los casos, además, los nuevos partidos comienzan entrando en el Parlamento (autonómico o nacional) por los pelos, con una representación modesta, que les permite adquirir visibilidad y, a partir de ahí, crecer en los siguientes comicios. Es lo que ocurrió con UPyD en 2011, con Ciudadanos en 2010 y 2012, y con Compromís en las últimas elecciones autonómicas. Si nos remontamos más en el tiempo, podemos sacar a colación los ejemplos del CDS en 1982 y Unión Valenciana en 1986. Ambos partidos consiguieron representación en muy modesta escala (dos diputados el CDS y un diputado UV), que les permitió, sin embargo, consolidar su proyecto y crecer.

Se trata de una trayectoria lógica: casi nadie puede "llegar y besar el santo". Lo normal es sufrir y crecer poco a poco. Y lo normal, también, es que la condición sine qua non para asentar un proyecto electoral es conseguir algún tipo de representación en su ámbito de competencia (nacional o autonómico), sin el cual el partido difícilmente logrará sobrevivir. Pero, por desgracia para ellos, lo normal tambiés que, tras unos años de gloria, se sucedan otros tantos de existencia en precario y, al final, la desaparición del partido (o su reducción a niveles ínfimos de apoyo electoral).

La propia naturaleza del sistema bipartidista, así como la superior "potencia de fuego" mediática de los dos grandes partidos, condicionan poderosamente su trayectoria, abocándolos a menudo o bien a integrarse en alguno de los dos partidos mayoritarios (como hizo UV en el PP), o bien apelando a dinámicas de voto útil que diluyen los apoyos del partido minoritario (como constantemente hace el PSOE con IU).

Rosa DíezLos ejemplos son muchos, pero el mejor ejemplo de todos lo constituye que, al final, los electores apenas cuentan con opciones de ámbito nacional, más allá de PP y PSOE, y en el ámbito autonómico a menudo sucede lo mismo. En 2008, como hemos dicho, y tras treinta años de democracia, PP y PSOE concentraban más del 80% de los votos, y el pluralismo del Parlamento español se había reducido significativamente desde 1977.

En España, por tanto, y hasta la fecha, es muy difícil, para los partidos pequeños, sustraerse a las dinámicas de voto útil y la pujanza del bipartidismo. Los únicos que lo han logrado son los que tienen una sólida base de poder: partidos nacionalistas mayoritarios, o con presencia significativa, en su territorio.

La crisis económica ha beneficiado electoralmente a los partidos que ya existían, pero no ha propiciado la aparición de nuevas opciones. De hecho, las que han aparecido en estos últimos años no han tenido éxito inicialmente, como ocurrió con Equo en 2011 (que, de hecho, se aferra al diputado de Compromís en el Congreso, Joan Baldoví, como vía para seguir "existiendo" a los ojos de los electores), o han cosechado un estrepitoso fracaso, como el partido de Mario Conde en las últimas elecciones gallegas. Tan sólo algunos pequeños partidos de izquierda, surgidos al albur del nuevo asociacionismo horizontal emanado de los movimientos sociales, ha conseguido asomar la cabeza en los últimos años (como las CUP en Cataluña o Anova en Galicia).

Sin duda, en los dos años que median hasta las próximas elecciones (municipales, autonómicas y generales) surgirán nuevos proyectos. La cuestión es si alguno de ellos tiene éxito. Las características del electorado, y de la sociedad, española, no animan a lanzarse al ruedo de la política. El hastío respecto de los partidos es enorme, y su valoración muy baja.

Por esa razón, el principal acontecimiento político de los últimos años, en términos de pluralismo y contestación frente al poder, el movimiento del 15M, nació y evolucionó como movimiento no sólo apartidista, sino totalmente contrario a cualquier condensación de sus principios y sus motivaciones de protesta que pudiera tener naturaleza política. Lo cual obliga a las nuevas propuestas políticas que puedan surgir a presentarse con unos planteamientos muy alejados de las formas, estructuras y modelos propios de los partidos tradicionales. Partidos políticos muy poco "partidos políticos", he aquí la paradoja, cuyos valores son las debilidades de los partidos tradicionales (carencia de liderazgo, carácter asambleario, énfasis en la imbricación con la sociedad, ...) y viceversa.

Mientras tanto, en lo que son unánimes casi todas las encuestas es en vaticinar unas expectativas de participación bajísimas en unas hipotéticas elecciones. Una actitud que a quien beneficia, fundamentalmente, es a los partidos ya existentes. Sobre todo, a los que se han beneficiado de 30 años de bipartidismo cada vez más perfeccionado.

Todo ello, sin perder de vista la magnitud del hundimiento de los partidos tradicionales (PP, PSOE, y también CiU) y que dicho hundimiento, aunque ralentizado, sigue produciéndose (para PP, PSOE y CiU). La cuestión es quién se beneficiará de ello, y si las alternativas ahora existentes tienen un techo electoral o pueden seguir creciendo indefinidamente. En un caso, al menos, ya se está produciendo la pérdida de hegemonía electoral: el sorpasso de ERC a CiU.

#prayfor... Raquel Sánchez Silva y el Sony Xperia Z

La semana pasada, la presentadora de televisión Raquel Sánchez Silva volvió a aparecer en televisión un mes después del fallecimiento de su marido. Sánchez Silva, que se hallaba participando en un evento patrocinado por Sony, apareció en directo en el programa de Ana Rosa Quintana. Recibió inicialmente el aplauso del público y las palabras de ánimo de Ana Rosa Quintana. A continuación, en una peculiar mezcla de patrocinio y agradecimiento por los los mensajes de apoyo recibidos, mostró a cámara dos teléfonos móviles mientras decía: "Me llegaron todos vuestros mensajes a través de mi Sony Xperia Z".

La reacción en las redes sociales fue inmediata, combinando mensajes de estupor, condena y también de disculpas para la presentadora. Al poco tiempo, muchos medios se hicieron eco de esta frase, así como de las críticas que había recibido Sánchez Silva (con anterioridad a su aparición en el programa) por parte de la familia de su marido. Pocos días después, Sánchez Silva anunciaba su abandono de la vida pública "por un largo periodo de tiempo" y dejó de actualizar sus redes sociales.

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Guillermo López García es profesor titular
de Periodismo de la Universitat de València
@GuillermoLPD

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