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LA OPINIÓN PUBLICADA

Páramo político en la Comunitat Valenciana

Publicado: 11/10/2025 ·06:00
Actualizado: 11/10/2025 · 06:00
  • El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón.
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VALÈNCIA. Las fuertes lluvias que vuelven a asolar estos días el territorio valenciano han caído como una bendición para el president de la Generalitat, Carlos Mazón. Hace un año, su lamentable actuación durante la Dana del 29-O acabó con su carrera política y desde entonces vivimos los minutos de la basura de la legislatura. Mazón se aferra al poder, contra toda evidencia, y se niega a dimitir. Incluso coquetea con volver a presentarse, como si esa posibilidad estuviera en su mano o fuera una hipótesis realista, cuando es más que evidente que el PP aprovechará la ocasión para librarse de él sin someterse a un escenario de tanta incertidumbre como el que conllevaría obligarle a irse ahora (que podría conducir a la convocatoria adelantada de elecciones, o a una investidura sin tener el apoyo garantizado de Vox).

Por su parte, el PSPV, en un acto de marrullera irresponsabilidad, se había dedicado a alentar las protestas contra Mazón aprovechando el acto institucional del 9-O. Por mucho que Mazón se haga insoportable a mucha gente, mientras actúe en representación de la Generalitat, que la oposición (que se supone que también aspira, algún día, a volver a ostentar dicha representación) socave la figura del President es un acto incalificable y comprensible sólo en el marco de extrema polarización y política de navajeo trapero en la que nuestros políticos están tan curtidos, pues han aprendido este tipo de técnicas cutres desde la cuna, en las juventudes del partido al que se han dedicado toda su vida.

Mazón, por su parte, ha afrontado los actos del Nou d'Octubre como en él es habitual: cero actos de contricción, cero demostración de empatía con las víctimas, cero reconocimiento de algún tipo de responsabilidad por lo ocurrido. Chulería y choque con todo el que se mueva, apoyándose en sus medios afines para hacerle entrevistas-masaje; particularmente en la televisión pública, que al parecer ha vuelto a los viejos tiempos por todos conocidos del zaplanismo y sólo sacan el perfil bueno -el menos malo- de Mazón. 

Es un escenario de bloqueo en el que todos están contentos: Mazón, porque quiere seguir a toda costa, las 229 víctimas no le quitan el sueño y la animadversión y rechazo casi universales que genera su figura entre la población, tampoco. La oposición, porque con Mazón tienen la vida hecha ya, sólo tienen que explicar lo malvado que es Mazón y que por muy inútiles, vagos e incompetentes que sean ellos, Mazón siempre será demostradamente peor. Y en Vox, como cabría suponer, están encantados de que perdure todo lo posible al frente del PP - cuyo espacio político se están disputando a una batalla a vida o muerte- y de la Generalitat Valenciana un líder tan débil y denostado como Mazón.

Cabría pensar que la estrategia de la oposición tiene su sentido: centrándose en Mazón socavan al PP y maximizan sus posibilidades de recuperar el poder. Sin embargo, no es eso lo que dicen las encuestas, que han proliferado estos días en el contexto del Nou d'Octubre. Dichas encuestas certifican, efectivamente, una caída pronunciada del PP respecto de sus resultados de 2023, pero que ni siquiera es suficiente para perder la condición de partido más votado. Por otra parte, prácticamente todo lo que pierde el PP lo gana Vox, de manera que las cuentas se mantienen más o menos igual que hace dos años, como mucho con un ligero descenso del bloque de las derechas.

Sólo en la provincia de Valencia, que padeció las consecuencias de la Dana (y de la no-gestión de Mazón), se intuye un posible vuelco electoral: el PSPV podría ser aquí el partido más votado y su suma con Compromís superaría a la de PP y Vox. En Castellón y Alicante las cosas siguen más o menos como estaban en 2023, pero con el PP un poco más débil y Vox más fuerte que entonces. Al igual que en toda España. Es decir: la izquierda no está siendo apenas capaz de capitalizar el descontento con el PP, cuyos votos o bien se van a la abstención o a Vox. Este último partido es el principal beneficiario del giro a la derecha del electorado español, que continúa incrementándose en estos dos años posteriores al ciclo electoral de 2023, con encuestas en el conjunto de España que a veces auguran más de un 50% de los votos para la suma de PP y Vox.

Pero lo peor es que la izquierda tampoco parece capaz de movilizar a su propio electorado, ni siquiera tras la palmaria negligencia de la Generalitat y de Mazón en la gestión de una crisis tan grave como la Dana del 29-O. Ni siquiera cuando la inmensa mayoría de los valencianos quieren que Mazón dimita. Ni así son capaces en el PSPV y en Compromís de ilusionar mínimamente a su electorado con el cambio (no hablemos ya de atraerse a votantes conservadores). Y no lo son porque se les ven desde lejos sus carencias. Muy particularmente al PSPV, cuya inoperancia para ejercer la oposición es lastimosa, con bandazos teledirigidos desde Madrid (recordemos el amago de aprobar gratis los Presupuestos de Mazón para después amagar con una moción de censura que tampoco se consumó) y cuya líder, Diana Morant, no tiene ni carisma ni liderazgo ni, al parecer, ganas de que alguien vea en ella algo más que a la delegada del sanchismo en Valencia. Y eso, cuando Pedro Sánchez también ha mostrado claramente su pasotismo hacia el sufrimiento de los valencianos, que sólo han servido como materia de cálculo electoral, es una pésima carta de presentación. 

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