VALÈNCIA. La DANA del 29 de octubre ha afectado a 89 municipios de la Comunidad Valenciana más las 8 pedanías del sur de la ciudad de València. Según el informe elaborado por el IVIE (Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas) y publicado en enero de 2025 (https://www.ivie.es/wp-content/uploads/2025/01/Alcance_Impacto_Dana_Ivie_IvieLAB_ENERO25-1.pdf), se han visto afectadas 63.182 empresas, que representa el 35,6% del total de la provincia de Valencia, sin incluir las del sector primario. Por sectores, el 37% pertenecen al comercio, hostelería y transporte, el 7,9% a la industria, el 12,3% a la construcción y el 42,4% restante a otros servicios. Esto representa un valor añadido bruto de algo más de 20 mil millones de euros, lo que supone el 29,7% del PIB de la provincia de Valencia, y más de 350 mil empleos, lo que representa el 30,7% de la provincia de Valencia. Aunque los efectos se han producido en diferentes comarcas valencianas, como La Plana de Utiel, la Hoya de Buñol y las Riberas Alta y Baixa, la comarca más afectada ha sido l’Horta Sud, que incluye a 20 municipios, la mayoría de los cuales están dentro de la llamada Zona Cero, que está formada por 15 municipios. Esta comarca representa el 10% del PIB, el 15,6% de las empresas y el 13,9% del empleo de la provincia de Valencia, y en ella se concentran un porcentaje destacado de pequeña y mediana industria (mueble, agroalimentación, plásticos e industria auxiliar de la automoción), comercio y logística.
Las cifras son impactantes y de ellas se deduce el enorme esfuerzo que se va a tener que realizar para recuperar la mayor parte de la estructura productiva afectada. Es por ello que, para llevar a cabo la recuperación del músculo empresarial afectado, se hace necesaria la cooperación público-privada, a través de la triple hélice, Administraciones Públicas-Empresas-Universidades. En este sentido, las universidades valencianas pueden jugar un papel destacado, al aportar recursos y capacidades pertenecientes a su capital humano altamente capacitado, enfocando sus actividades docentes, investigadoras y de transferencia del conocimiento al territorio afectado. Esta cooperación se debería de llevar a cabo a través de un Plan Estratégico enfocado a cubrir las necesidades de las empresas perjudicadas durante los próximo 3 años. Hacer un buen diagnóstico de la situación de las empresas, detectar sus necesidades (objetivos) y formular e implementar las estrategias más apropiadas para la recuperación empresarial de la zona afectada, son las claves del éxito de dicho Plan.
La Resiliencia consiste en la capacidad de adaptación de los seres humanos y las organizaciones antes situaciones de crisis, para salir reforzados. Las acciones de resiliencia se han de enfocar al reflotamiento de los negocios afectados, pero con posibilidades de recuperación, y a la creación de nuevas empresas a partir de las nuevas oportunidades de mercado y la detección de los problemas sociales y ambientales a resolver. En este sentido, la recuperación de la actividad empresarial en la zona afectada por la DANA se ha de hacer bajo los criterios de la Sostenibilidad, de manera que la nueva estructura empresarial que surja de la recuperación ha de tener una mayor capacidad de resistencia ante las crisis y una mayor capacidad para la creación de triple valor (económico, social y ambiental). La generación de empleo estable y de calidad ha de ser una de las principales prioridades, pero no la única, de las empresas que surjan de la recuperación. Han de ser empresas sólidas, más resistentes a las crisis y a los cambios del entorno. Pero sobre todo han de ser empresas sostenibles, desde la triple perspectiva económica, social y ambiental. Es el momento de abordar las necesidades de los negocios afectados, especialmente de los pequeños y medianos, y ofrecer ayuda económica procedente de las Administraciones Públicas y asesoramiento técnico procedente de las Universidades; pero se ha de hacer con una visión empresarial diferente, basada en la Agenda 2030 y los ODS de Naciones Unidas. Los negocios, actuales y nuevos, que resurjan de la situación actual, pueden estar enfocados a la resolución de los problemas sociales y ambientales, a la vez que han de ser rentables.
Porque la rentabilidad económica no está reñida con generar a la vez beneficios para la sociedad y el planeta; es más, las empresas que crean valor social y ambiental refuerzan su valor económico y financiero. Así pues, la crisis de la DANA se convierte en la oportunidad para construir un sistema económico y empresarial más resiliente y sostenible en la Comunidad Valenciana. Un modelo económico y empresarial basado en el alto valor añadido, el empleo estable y de calidad y la respuesta ante los problemas de la sociedad y el planeta. Este es el reto al que nos enfrentamos y desde el que se debería de abordar la recuperación del tejido empresarial afectado.
Joan Ramon Sanchis Palacio, Director del Departamento de Dirección de Empresas de la Universitat de València