Análisis

València

Catalá busca en Natzaret su propio Cabanyal

Parque de Desembocadura, PAI del Grao o la conexión de Moreras y Penyaroja: el legado urbano de Catalá se juega en el tramo final del viejo cauce

  • La alcaldesa de València, María José Catalá, junto a uno de los vecinos de Natzaret.
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VALÈNCIA. Gran parte del legado urbanístico de María José Catalá se juega en el tramo final del antiguo cauce del Turia. Unas expectativas que la propia Catalá ha alimentado: “Me gustaría ser recordada como la alcaldesa que culminó el río”, ha repetido en varias ocasiones. Y es que el gobierno municipal ha depositado en esta zona de la fachada marítima de la ciudad parte de sus aspiraciones para dejar huella, o al menos, así lo reconoce públicamente la alcaldesa. "Este es mi km 0", recordó este miércoles Catalá en alusión a esta parte de la ciudad.

No en vano, son varias las intervenciones de gran calado proyectadas en esta zona que, de materializarse, cambiarán radicalmente la fisonomía de barrios como Natzaret, Moreras o el Grau. Se trata de proyectos como el propio Parque de Desembocadura, el PAI del Grau, el soterramiento de las vías de Serrería o la vía ciclopeatonal que unirá los barrios a ambos márgenes del río y que presentó este jueves Catalá ante los vecinos y la prensa. “Esta zona lleva mucho tiempo esperando que le toque su momento, y este momento ha llegado”, proclamó la alcaldesa este jueves frente a los propios vecinos.

Deuda histórica con el barrio 

Y es que si hay un barrio donde esa transformación se carga de significado, es precisamente Natzaret. La ciudad mantiene con él una deuda histórica: el puerto le arrebató su playa y, durante décadas, ha quedado encajonado entre infraestructuras que lo aislaron del resto de València —las vías del tren, el antiguo cauce inconcluso y el propio recinto portuario—. "Hemos sufrido un apartheid total durante años", afea uno de sus vecinos. Algunos desarrollos, como el PAI de Moreras o la llegada del tranvía con la línea 10, han sido pasos en la dirección de reparar esas injusticias territoriales.

  • El Ayuntamiento en una reunión con los vecinos de Natzaret.

Parque de Desembocadura

Sin embargo, todavía restan muchos problemas tanto de movilidad como de regeneración, el más importante de ellos, según sus propios vecinos, el drenaje del viejo cauce y su limpieza de contaminantes. "Es urgente y se debe acometer antes de la Fase 1 del parque porqué hay incluso metales pesados", denuncian.

En este sentido, el gran salto debe llegar con el Parque de Desembocadura, un proyecto que se inició en el anterior mandato y cuya redacción -tras varios retrasos- prevé presentar el Ayuntamiento antes de final de año para que la Autoridad Portuaria pueda licitar las obras. Catalá lo ha llegado a calificar como "la actuación clave de este equipo de gobierno para resolver el encuentro de València con su fachada marítima y saldar una deuda histórica con el distrito de Poblats Marítims y, en especial, con Nazaret". De hecho supondrá una inversión de más de 18 millones de euros en un área de casi 100.000 m2. 

Entre las actuaciones pendientes en la zona también se incluye en el otro margen del cauce el PAI del Grau. Un desarrollo urbanístico que acabará con los vestigios del antiguo circuito de F1 y que permitirá a la ciudad crecer y ganar 3.200 viviendas y equipamientos en una zona actualmente ocupada por asentamientos chabolistas, cada vez más numerosos en parte debido a la crisis de la vivienda.

  •  Edificios del Puerto vistos desde la margen de Nazaret. -

Soterramiento de las vías

En cuanto al soterramiento de las vías de Serrería constituye la más compleja de las deudas pendientes, una reivindicación histórica de los vecinos de estos barrios del este que busca eliminar la cicatriz ferroviaria que divide esta parte de València. Si bien existe un compromiso por acometer la obra, el Gobierno de España enfrió las expectativas al argumentar que resultaría inviable técnicamente ejecutarla sin finalizar previamente el túnel pasante, lo que retrasaría su materialización posiblemente, una década. La alcaldesa Catalá se ha mostrado muy reivindicativa, elevando el tono contra el Ejecutivo central y pidiendo un compromiso inmediato. "Esto no va de política, va de sentido común. No debería discutirse, debería hacerse", repitió este miércoles, asegurando que estarán “al lado de los vecinos, no nos vamos a cansar de reivindicarlo".

Consciente de estos grandes proyectos —PAI del Grau, Parque de Desembocadura y, sobre todo, el soterramiento de Serrería—, bien por plazos de ejecución o por competencias, no se materializarán en esta legislatura, la alcaldesa ha querido asegurar un legado tangible en esta zona antes de las próximas elecciones. La vía ciclopeatonal que unirá Penyarroja con Natzaret y que se prevé culminar precisamente a inicios de 2027. Un proyecto que Catalá ha insistido que es "genuino" de su gobierno y que forma parte del legado de la Capitalidad Verde Europea.

  • Puente de Astilleros. 

El "gran cisne blanco" de la ciudad

En este escenario, Catalá parece haber encontrado en Natzaret su ‘particular Cabanyal’: así como el anterior gobierno de PSPV y Compromís convirtió el barrio marítimo en un símbolo de su política urbana mediante actuaciones de regeneración que revertían años de abandono y degradación tras el proyecto frustrado de Rita Barberá para prolongar Blasco Ibáñez hasta el mar, el actual gobierno del PP parece que busca poner el foco en esta otra zona de la fachada marítima. No en vano, este enclave también tiene zonas degradadas con un alto potencial de regeneración.

"Nazaret se convertirá en un segundo Cabanyal en diez o quince años", vaticina uno de sus residentes. En este sentido, la alcaldesa ha llegado a afirmar que este barrio dejará de ser el "patito feo" para convertirse en el "gran cisne blanco" de la ciudad. Habrá que ver si las promesas de la alcaldesa consiguen materializarse y Natzaret emerge como uno de los símbolos de la València de Catalá. 

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