VALÈNCIA. “Es más fácil perdonar a un enemigo que a un amigo”. Esta frase, que se atribuye al artista William Blake, bien podría aplicarse en el caso del Grupo Municipal Vox en el Ayuntamiento de València. Y es que las heridas que dejan las luchas fratricidas no son sencillas de suturar, y sino que se lo digan a Juan Manuel Badenas y Cecilia Herrero. Tras semanas de crisis interna con varios desencuentros públicos con la dirección de Vox que incluyeron investigaciones por presunto amaño de contratos, denuncias por espionaje, acusaciones de acoso y amenazas y hasta la baja de militancia, finalmente la semana pasada los ediles volvían al redil del partido y al gobierno de María José Catalá como si nada hubiese pasado.
Sin embargo, su vuelta al partido y al gobierno no se ha producido en las mismas condiciones que tenían antes del estallido de la crisis. Como ya publicó Valencia Plaza, en la reestructuración de gobierno que acometió Catalá, tanto Badenas como Herrero vieron mermadas sus competencias. En el caso de Badenas, no solo perdió la tenencia de Alcaldía, sino que ha pasado de gestionar la Fundación Valencia Activa, el área de Empleo y la de Parques y Jardines a encargarse de Patrimonio pero sin La Marina de València ni las ayudas Dana. Herrero por su parte, dejó de gestionar Emprendimiento y Agricultura para encargarse de Responsabilidad Patrimonial. Ambas concejalías no les permiten demasiada exposición pública y también ofrecen limitaciones en cuanto al uso del dinero público.
Fuera de Aumsa y EMT
Además de la reducción de sus competencias, Vox también ha decidido apartarles como representantes en las juntas generales de accionistas de las empresas municipales Aumsa y EMT. La representación de los voxistas en estas juntas la ostentarán a partir de ahora José Gosálbez y Mónica Gil.
Todo apunta a que el camino para lograr la redención en Vox no les va a resultar sencillo. En el último pleno se ha hecho patente que su vuelta al Grupo Municipal de Vox no ha supuesto que se restablezcan las relaciones con sus compañeros de partido Gil y Gosálbez. Y es que durante las semanas en las que Badenas y Herrero estuvieron fuera del partido, no se comunicaron con los otros dos miembros de Vox con los que compartían gobierno y grupo municipal.
Antes de dar comienzo al pleno, como es habitual, los portavoces de los grupos atienden a la prensa franqueados por sus compañeros de partido, sin embargo, Gosálbez esta vez solo estuvo acompañado por Gil. Los dos ediles llegaron junto a los asesores y los responsables de prensa del grupo municipal pero sin sus otros dos compañeros.

- Grupo Municipal de Vox en el Ayuntamiento -
- Foto: EP/JORGE GIL
La portavocía, una de las condiciones
En su intervención, el nuevo portavoz reconoció que precisamente una de las condiciones para la readmisión de Badenas había sido que no ostentara la portavocía. “Ellos se dieron cuenta de su error, llamaron a la puerta de Vox y el partido les ha recibido nuevamente después de condicionar su vuelta”, aseguró. Gosálbez añadió que desde Vox advirtieron a los dos ediles díscolos que “tienen que estar dentro del partido a todos los efectos y si el partido da unas instrucciones, tienen que cumplirlas”. Cabe recordar que Badenas como cabeza de lista de Vox a las elecciones locales, actuaba como portavoz del grupo, un rol que le confería una mayor exposición mediática que el edil desempeñaba con gusto.
Casi media hora después, entraban al hemiciclo Juanma Badenas y Cecilia Herrero entre los aplausos irónicos de la oposición como protesta por el retraso, que ha provocado que el pleno diese comienzo treinta minutos más tarde de lo establecido. En una clara intención de marcar distancias, Badenas y Herrero decidían tomar asiento en una bancada diferente a la de sus compañeros de grupo y apartados del resto del equipo de gobierno. Los cuatro integrantes de Vox no intervinieron en ningún punto del orden del día y su participación en el pleno se limitó a levantar la mano en las votaciones.
Por lo pronto, parece que aunque readmitidos en el partido, Vox mantiene a Badenas y Herrero en el 'rincón de pensar', una suerte de precio a pagar para poder mantenerse en el gobierno tras su indisciplina.