Si hay una ciudad donde la Navidad se vive con una intensidad propia esa es Nueva York. Una visita en estas fechas tiene sus propios rituales
VALENCIA. Diciembre y Nueva York son un binomio infalible. No importa las veces que se haya visitado con anterioridad. Lo que sucede en sus calles durante los últimos días del año, especialmente tras Acción de Gracias, conmueve incluso a quienes no sienten nada demasiado especial por Navidad. En pocos rincones del planeta se celebra con la intensidad con la que la vive Nueva York, cuyos vecinos se vuelcan decididos a no dejar ninguno de sus barrios al margen de la ambientación navideña. A las escenas típicas del invierno neoyorquino, de alcantarillas humeantes y transeúntes aferrados a sus cafés en vaso de cartón, se suma un despliegue de destellos de color, mercados callejeros y escaparates minuciosamente decorados que convierten sus calles en un apabullante espectáculo sensorial. Si existe la magia de la Navidad, está en Nueva York, un ciudad que puede conocer a fondo siguiendo la guía NYCgo.
La topografía de la Navidad neoyorquina tiene una de sus principales paradas en Rockefeller Center, en la confluencia entre la Quinta Avenida y la calle 48. El árbol de 24 metros que cada año se alza solemne desde principios de diciembre a los pies del Rockefeller Plaza es probablemente el mayor icono mundial de las celebraciones navideñas. La ceremonia de encendido, que la NBC retransmite desde la década de los sesenta, es seguida cada año con enorme expectación porque supone el inicio oficioso de la Navidad. Desde el 2 de diciembre y hasta que los 45.000 leds multicolor que lo iluminan se apaguen el próximo 6 de enero desfilará ante él medio millón de personas cada día. La postal se completa con la enorme pista de hielo que se despliega a sus pies. Deslizarse sobre ella ante la mirada de cientos de turistas es la quintaesencia de la navidad neoyorquina.
Si es la primera vez en la ciudad, no debería marcharse de este rincón sin asomarse a la terraza del Top of de Rock (desde las 8:30 hasta la medianoche, 32$), el mirador más famoso de la ciudad junto al célebre Empire State Building, que ofrece inmejorables vistas sobre Central Park. Si tanta actividad le abre el apetito, agradecerá una visita a la cercana Magnolia Bakery, en la esquina de la calle 49 con la Sexta Avenida. Además de por aparecer en la serie Sexo en Nueva York, su fama es merecida por servir tartas y cupcakes consideradas entre las mejores de la ciudad.
(Lea el artículo completo en el número de diciembre de la revista Plaza)
Madrid como capricho y necesidad. Me siento hijo adoptivo de la capital, donde pasé los mejores años de mi vida. Se lo agradezco visitándola cada cierto tiempo, y paseando por sus calles entre recuerdos y olvidos.