El día que Fernando Ramírez Mantecón se cortó la coleta, una embestida sacudió al tendido gastronómico de esta ciudad.
Lejos de enmendarse, la decisión firme del diestro hostelero dejó un vacío que hoy día pretende llenar una terna encabezada por Luca Bernasconi y secundada por Paco Senís y Jose Manuel Herráiz. La cuadrilla realizó el paseillo el lunes, enfrentándose desde el martes a porta gayola en el ruedo de Doctor Sumsi. Sabiendo de la querencia de los hosteleros de bien por esta plaza, los tres citados anteriormente estuvieron al quite y con buen temple salieron victoriosos del tercio de varas. Veremos como avanza el de banderillas y si su destreza con la muleta es comparable a la del maestro Don Fernando.
Pero volvamos a los inicios. Tras la meditada y merecida jubilación de Fernando. Varias fueron las propuestas que recibió para el traspaso de Saxo. Sin embargo, su carácter y fuerte personalidad le impedían traspasar el negocio a unas manos cualquiera. Saxo es un espacio sacrosanto y dejarlo abandonado a su suerte suponía el fin no sólo de una época, sino también de un modelo. En aquel momento apareció un cliente y amigo que, opinando igual, decidió adquirirlo. Tras varios meses de negociaciones y ya con la idea clara de mantener su esencia, fueron los arriba citados los encargados del resurgir del nuevo Saxo.
Tras un breve lapso de tiempo de reformas “el local necesitaba un poco de estructura, no se había tocado en 30 años” me cuenta Luca, por fin el lunes subió la persiana para la puesta en sociedad. “Hemos mantenido la distribución, la barra, eso era innegociable y también a Obrero” subraya Luca. De color zahíno y 500 kilos, este y no otro, es sin duda el eterno icono de un local que con la solera de Saxo debía mantenerse. La barra seguirá siendo la esencia de Saxo y el fondo alberga una mesa con capacidad para 8 o 10 personas que sustituye al billar. “Lo único que echo de menos es el viejo tocadiscos y la colección de vinilos” me espeta Luca, “espero que durante la reforma se guardara a buen recaudo, ya que me gustaría que volviera a su lugar original” finaliza.
Y es que si algo caracterizaba a Saxo es que congregaba a una serie de parroquianos habituales y a buena parte de la hostelería que tras el servicio se acercaba a picar algo o tomarse un vino. “Eso se va a mantener. Saxo es casi un txoco. Un local de amigos pensado para y por ellos. No se va a convertir en un garito de moda ni en un espacio para foodies. Ni lo buscamos ni lo permitiremos” prosigue Luca, quién tiene muy claro que Saxo ha de ser ese reducto casi clandestino en el que la amistad y las confidencias sea la tónica habitual. Para ellos contará con una pequeña carta que seguro a todos les resulta conocida: un buen tomate del mismo proveedor que tenía Fernando, un buen jamón, salazones de calidad, alcachofas cuando sea temporada, una carne de nivel para pasar un poco por la plancha, etc. En esa plancha estará Víctor López Sáez, quien aportará su destreza tras su paso por Casa Mario o Pura Tapa y que quizás le dé una pequeña vuelta a la propuesta con alguna tapa, pero sin estridencias.
Y tras la barra nos encontraremos hasta el horario de cena con José Manuel Herráiz, al que tras despachar en Lebulc le sustituirá Luca: “este es un negocio romántico, seguiré haciendo lo mismo que antes, de Lebulc a Saxo, sólo que ahora me ahorro la cena” me cuenta entre carcajadas. Y es que Luca era uno de los clientes más asiduos de Fernando y por ende podría decirse que su delfín. Pero que sus palabras no nos lleven a engaño. El tema del vino va a estar presente y mucho. Como no podía ser de otra manera habrá vinos para todos los gustos y si hay alegría en el bolsillo, auténticos pepinos. En definitiva, con alguna que otra novedad vuelve Saxo y a mí solo me queda decirles: buena suerte y al toro.