Hoy es el día. Hoy les invito a hacer un esfuerzo de simplificación y recordar cómo hemos vivido estos últimos 4 años. Y la pregunta es directa y simple ¿Quieren seguir así 4 años más?
¿Es el modelo de vida que quieren? ¿Es el mundo que les gusta? ¿Es el día a día que les hace feliz? Llegados a este punto me gustaría recordar frases hechas que hoy cobran más sentido que nunca: “somos lo que hacemos y no lo que decimos”, "las palabras se las lleva el viento” o " no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". Frases que invitan a la reflexión después de tanta palabrería política y tanta promesa electoral.
Es el momento de aterrizar todas estas promesas, es el momento de parar, detenernos y analizar. Y algo que parece complejo, con mucho discurso y con muchas aristas, cuando lo llevas a tierra es bien sencillo. ¿Quiero intentar entender un desahucio más? ¿Quiero conseguir entender que las ayudas a discapacitados se hayan reducido? ¿La falta de ayuda a sectores vulnerables? ¿Quiero vivir en un país que no garantice las necesidades básicas a todos por igual? Yo no quiero entender ni comprender nada, ninguna explicación más, ningún argumento más, ninguna excusa más… porque todo me suena a excusas. No lo puedo evitar. No lo quiero evitar.
Cualquier situación, por única y minoritaria que sea, que no garantice los derechos básicos y una cobertura social mínima es un fracaso político. Sin más. Porque el gobierno tiene la responsabilidad y la obligación de hacer funcionar un estado garantizando sus políticas sociales cuando las cosas van bien y cuando van mal también, con todo lo que ello supone. Y si no lo consigue, es que no sirve. Por mucha crisis que haya.
La crisis económica ha servido de tapadera y de justificación para dejar de trabajar por una política para todos, para hacer de la política un negocio y para perder esa función social que de ella esperamos algunos. Las justificaciones o excusas de una crisis mundial, de unas reglas de la macroeconomía, de un sistema que se nos escapa donde no podemos tener ni voz ni voto, a mí no me interesan, no me sirven, me aburren… me aburro.
Mi querido Gustavo Zaragozá lleva años trabajando para que estos derechos y este estado de bienestar no se pierda, sobre todo porque ha costado mucho en conseguirse y porque marca la diferencia entre un país desarrollado y no desarrollado. Desde diferente ámbitos de la política y la universidad lucha por mantener y sensibilizar sobre la importancia de una base social, estable y garantizada. Ahora es Director General de Planificación, ordenación, Evaluación y Calidad de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas y hace referencia a algunos autores clásicos como Marshall, Titmus, Luis Moreno o Teresa Montagut que asocian el concepto Política Social al aumento del bienestar de los ciudadanos y la disminución de los riesgos vitales, y lo identifican con la tarea que realizan, en este sentido, las administraciones públicas.
Gustavo Zaragozá nos recuerda que la política social es:
- aquella política relativa a la administración pública de la asistencia, es decir, al desarrollo y dirección de los servicios específicos del estado y de las autoridades locales, en aspectos tales como, salud, educación, trabajo, vivienda, asistencia y servicios sociales;
- Una política que se relaciona con la consecución de mayor bienestar posible de personas, colectivos, grupos o contextos específicos a través de la respuesta a sus necesidades;
- Son aquellas iniciativas que se adoptan para atender una serie de necesidades consideradas básicas para la población de acuerdo con el baremo de civilización definido como sociedades industriales avanzadas;
- Es la política que tendría como finalidad paliar determinados problemas sociales o, de una forma más modesta, perseguir objetivos que den respuesta a tales problemas;
- La política de los gobiernos encaminada a conseguir un impacte directo en el bienestar de los ciudadanos a base de proporcionar servicios o ingresos.
Y hoy hago especial referencia a las políticas sociales porque les invito a que se interesen y se preocupen por las políticas sociales que garantizas los programas electorales del partido que les haga más gracia. Porque la política social es el eje de un sistema y a partir de ahí todo lo demás. Y porque me gusta destacar que estamos en un momento donde se dan por “normales” y lógicas situaciones que no lo son por mucha explicación económica y cuántica que tenga, por ejemplo, desahuciar a una viejita de su piso. No hay derecho.
Nuestro día a día está totalmente condicionado por el sistema que elegimos en días como hoy. Nuestro día a día no está marcado por leyes divinas, por decisiones desvinculadas de nuestro voto, no son decisiones que no dependen de nosotros aunque a veces lo sintamos así y pensemos que de nada sirve nuestro voto o nuestra respuesta. Los responsables de las decisiones políticas no son “entes” abstractos sin nombre ni apellido. No son decisiones que vienen de la nada.
Para ello hay que hacer un esfuerzo con la memoria y recordar. Recordar lo bueno y lo menos bueno. Podríamos recordar aquel 15 M en 2011 que con todas sus carencias, problemas, su recorrido, sus errores y sus aciertos consiguieron despertar del letargo a gran parte de la ciudadanía. Un mérito de este movimiento que a veces se olvida.
Vivir dos años en África, en un entorno pobre y con gente pobre, me ayuda mucho en este momento. Y me ayuda a ser categórica, si queréis radical, en mis ideas. Y no titubeo en afirmar que este no es el mundo que quiero para mí. No quiero un desahucio más, no quiero una manipulación de datos del paro más, no quiero escuchar un caso de corrupción política más. No quiero. Estoy cansada que nos expliquen porque disminuyen las ayudas a los pensionistas, a los discapacitados, a los enfermos… Estoy harta, cansada, agotada… Y no me sirve nada. Necesito aire fresco.
Yo quiero vivir en un sistema donde se emita en mi misma frecuencia… porque tampoco quiero olvidar y también quiero sonreír. Y hoy es el día.
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