BRINDIS EN FAMILIA

Con qué vino maridar a tus miembros de la familia esta Navidad

La Navidad está a la vuelta de la esquina y con ellas las tan ansiadas y temidas a partes iguales reuniones familiares.

| 23/12/2022 | 8 min, 46 seg

La familia es un constructo y como tal revisable. Hay tantas navidades como familias. Unas se eligen y otras te tocan. En principio la familia debería configurarse en torno a una red de seguridad. Un espacio protegido donde ser tú sin ser juzgado. Donde ser alentado y jaleado. Un espacio de poder personal a través de lo plural de sus afectos. Un espacio innegociable e incuestionable lleno de certezas y compromiso. En principio. Sin embargo, la Navidad desde su concepción más atávica puede socavar, generar disputas y desvincular. Escribía Tolstoi que todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera. Para las primeras, debe ser muy agradable pertenecer a algún lugar. Un sitio al que poder llamar hogar. Para las segundas, la Navidad puede suponer un paréntesis ya que como dice Luis García Montero, en unos años más que en otros, la Navidad es una luz con espinas.

Seamos de los primeros o de los segundos. Una cosa está clara. Siempre hay motivos para brindar y mirarnos a los ojos. Porque nos sentimos satisfechos de nuestros logros o porque dejaremos atrás este año que tanto está costando acabar y brillamos con la esperanza y seguridad que el próximo será la hostia. Estemos en un gran salón o en la taberna del fin de los mundos, en cada una de las mesas habrá una copa. Y en todas ellas, vino. Es por eso, que dentro de esta verdad universal nos planteamos, si cada miembro de nuestra familia fuera un vino, ¿cuál sería? ¿Qué vino se adapta mejor a un tío querido, a una prima que es la oveja negra de la familia o a un cuñado? ¿Qué vino encaja con la personalidad del patriarca o la matriarca? ¿Da lo mismo escoger un vino para una hermano pequeño que para un suegro? 

Para ayudarnos a configurar este maridaje familiar hemos contactado con algunos miembros de  otra gran familia, la de la gastronomía hedonista, y les hemos pedido que nos sugieran un vino para cada miembro de la nuestra. Gracias a Javi Plaza de Karak, Hernán Menno de El Poblet, Joaquín Collado de Mimar, Noema Ortí de Carmeleta, Paco Guillén de Taberna Paraíso Travel, Daniel Espino de Saiti, Ricardo Espíritu de Flama, Sara López de Tavella, Laura Jurado de Forastera, Salvatore Catalano de Ricard Camarena, Óscar Vila de Dos Estaciones, Luca Bernasconi de Lebulc, Mario López de More than wines, Pep Ferrer de Ca Pepico o Carlos García Lozano de Le Vin Rouge hemos configurado un árbol genealógico de vinos que van desde el abuelo al nieto, pasado por los suegros o los cuñados. Aquí va nuestro maridaje familiar.

Le pedimos a Sara López un vino que maride con un abuelo. Ya se sabe: cariñoso, bonachón, respetado por toda la familia, con experiencia, capaz de contar mil batallitas y siempre rodeado de los nietos. “Mi abuelo ya no está, pero si estuviese seguro que me tomaría un Viña Tondonia 2004 en Nochebuena con él. No me iría a añadas mucho más viejunas. Un 2008, también estaría perfecto. Es más clásico que un Barça-Madrid, pero los clásicos nunca defraudan y más a ciertas edades que ya no hay ganas de innovar.“. Para la abuela le preguntamos a Noema Ortí. En este caso buscamos un vino que encaje con esa abuela generosa y divertida que siempre te pregunta si te has quedado con hambre para freírte más croquetas y que te da dinero de tapadillo. “El año pasado, con el puchero de navidad nos bebimos un vino de la tierra de Castilla y León 100% monastrell. Ácrata 2014, no sé si lo conoces pero es muy top”. Como ella no lo dice, lo digo yo. A mí me encajaría el Vermouth Naranja de Carmeleta. 


Llega el turno del pater familias. Aquí buscamos un vino para un perfil clásico pero con tintes bromistas y para ello le preguntamos a Hernán Menno qué vino maridaría con un padre: Pues, veamos, se me ocurre Émiline, de Château Le Puy. Es un tinto bordelés, con aromas muy terciarios, finos, lo que para mí lo sitúa en el ámbito de "clásico", y de una zona con un estilo muy clasicista (y clasista), además de sus 24 meses de crianza. Sin embargo, es un vino natural. Agricultura orgánica y sin aditivos. Pero esto lo cuentas cuando ya se ha bebido el vino, y verás cómo te ríes de que le has colado un vino natureta. Si él tiene humor, se reirá también”. ¿Y qué pasa con esas madres cariñosas y abnegadas, siempre pendientes de todo que cuando toman un poquito de vino se ponen piripis? Pues le preguntamos a Mario López quién nos cuenta: “Una Chardonnay. Es la madre de las uvas blancas, la más plantada en la madre naturaleza. Con barrica y un tanto añejo sería mejor ya que el vino estará más maduro. Si insistes, te diría Corton Charlemagne Grand Cru 2014 de Ramonet. Porque las madres se merecen lo mejor”.

Y a la hora de los tíos pensamos en ese que es muy querido, que además es padrino nuestro y siempre está cerca para echarnos un capote. Le preguntamos a Daniel Espino que maridaría con él: “Sin duda el Tondonia rosado 2011. Además me lo bebería con él”. Para esa tía que es del pueblo, cariñosa pero un poquito cotilla, le preguntamos a Óscar Vila: “Pues yo tiraría por un vino dulce elegante como Château Laribotte 2018”. Y si tienes sobrinos, así jóvenes, dicharacheros, cargados de ilusión y que cuentan siempre muchos chistes, Laura Jurado no duda: “Cueva Joy Ancestral. Elaborado con Tardana y Moscatel de Alejandría, es natural, fresco y crujiente”.

Llega la hora de los primos. Preguntamos a Paco Guillén por un vino que maride con ese primo gamberro con el que siempre te juntas y acabas liándola al máximo. “Yo soy de impulsos como ese primo y creo que le encajaría a la perfección un vino de Bruno Murciano 100% Bobal: L’alegría solo por el nombre ya te haces una idea. Es ligero, fresco, punzante. Un vino muy impulsivo y divertido. Como ese primo”. Para esa prima díscola, que es un poco la oveja negra de la familia, porque cada año llega con un novio diferente, un viaje exótico en la mochila y unas pintas un tanto extrañas aunque a ti te parezca divertidísima, preguntamos a Javi Plaza: “Yo me inclinaría por El Pino Rojo es una Pinot Noir de la Alpujarra, Granada, situada a 1400 metros, de la bodega barranco oscuro. Una rareza que encajaría perfectamente con la personalidad de esa prima”.

Para un hermano mayor, leal, honesto, fuerte, que siempre apoya a la familia y se preocupa por los hermanos pequeños, le preguntamos a Salvatore Catalano: “Pues el que maridaría perfecto es uno que tiene aromas de mi casa, de fuego. Es un vino del Etna, en concreto de Girolamo Russo, Feudo di Mezzo 2018 es un Cru del vertiente norte del volcán”. Para un hermano pequeño, que es el típico mimado, el ojito derecho de mamá y avispado, Ricardo Espíritu lo tiene claro: “Egly Ouriet 2009. Es fresco, avispado, no falla, no importa lo que pase que siempre se recurrirá a él para la celebración. El champagne siempre es el ojo mimado de la navidad”. Y para una hermana a la que siempre hay que cuidar y que es la que en los momentos difíciles ejerce de nexo con el resto de los hermanos y la familia preguntamos a Joaquín Collado: “Pues justamente le he regalado un Verdil de gel. Nuestra familia es de tertulia después de comidas y de dulce y este año he decidido llevar unas botellas de Verdil de gel d’Enguera“.


Llega el momento de los suegros y le preguntamos a Pep Ferrer: “Yo más que vinos que se parezcan a un suegro, te diría un vino que yo regalaría a uno. Aunque sea un suegro peculiar de estos serios. Yo optaría por un Quincha Corral porque es un vino de unas características muy interesantes. Es un vino serio pero sedodoso, sabroso, estructurado. Un vino que aparenta seriedad y respeto, pero que cuando lo bebes y disfrutas, se adapta y se disfruta”. Para las suegras, ya se sabe, al principio no te pueden ver ni en pintura, pero hay que ganársela y con el paso del tiempo se convierte en una aliada más, le preguntamos a Carlos García: “Pues así a lo loco me iría a algún vino al cual tenga sensibilidad y saber estar. Intentaría ganármela con un placentero Kabbinet de J.J Prum 2018 Mosel. Me decantaría por este vino por su doble cara, ese toque cítrico de limón Verna característico de Prum y el complaciente y tierno dulzor que caracteriza a estos vinos con cierto azúcar residual. Así damos una de cal y una de arena acidez/dulzor, infalible para convertir a tu todavía rival en aliada”. Por último, le preguntamos a Luca Bernasconi por el cuñado: “Al cuñado ni agua. Como mucho un Ribera para que se ahogue en madera… En realidad la última vez le regalé una caja de DelMoro y tuvo bastante éxito. Bueno, bonito y barato”. 

En definitiva, sea como sea tu familia, no te pierdas en discusiones estériles. Recuerda porqué les quieres. Al final es lo único que cuenta. Alza la copa. Brinda con ellos. Diviértete y sé feliz.  

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