¿POR Qué beber vinos naturales?

Dinero y más dinero

Da pena ver como el dinero lo acapara todo. Los corazones del pecado, la hipocresía desaforada, la avaricia de lo obsceno. 

| 22/12/2023 | 3 min, 6 seg

El vino se creó para la gente, para los agricultores, para los pequeños artesanos que hacían su propio vino y consumían con sus familias. Cuando las bodegas eran pequeñas, no añadían aditivos y eran propiedad de las propias personas que trabajaban la viña. Esto es la esencia de la elaboración y posterior consumo de vino. Hoy en día, la gran mayoría de las bodegas son propiedad de ricos terratenientes, personas que vienen de otro tipo de negocios. Ricos especuladores que jamás pisaron campo ni viñedos. Bodegas que aprovechan el desconcierto reinante para vender vinos supuestamente ecológicos. 

Y es que los vinos ecológicos hace mucho tiempo que perdieron la identidad para la cual fueron creados. Se suponía que eran vinos donde se respetaba la agricultura, aquellos en los que la elaboración se hacía de una forma considerada. Nada más lejos de la realidad. Ciertas bodegas vieron un filón en el mercado y adquirieron este sello, en el que se permitían igualmente a los vinos ecológicos añadir -prácticamente- la misma cantidad de sulfuroso, así como otros aditivos. La confusión ya estaba creada y el consumidor comenzaba a ser engañado, pensando que al comprar un vino ecológico, estaba adquiriendo un producto como la misma palabra indica. Pero no era así. A lo largo de los últimos años, he visitado diversas tiendas ecológicas donde he podido comprobar -mirando en las etiquetas de los productos que vendían-, que no había ni uno solo que no tuviera aditivos químicos. Esto viene a demostrar que actualmente el sello ecológico no tiene ningún valor real.

Luego más tarde, muchos productores vieron un paso más allá: la biodinámica. Algo que ha sido convertido en una especie de secta dentro del mundo del vino, un modelo esnob que trata de vender un alimento basándose únicamente en una mística que ni ellos mismos se creen, que ni siquiera saben cómo explicarlo. Un indudable instrumento de marketing que funciona extraordinariamente bien a la hora de la venta. Hay dos temas que me resultan ridículos acerca de la aplicación que muchos hacen de la biodinámica en la actualidad: en primer lugar, que hacen los pedidos de los preparados vía internet (¿Steiner? ¿1920?); y, en segundo, que la emplean y luego añaden sulfitos al vino. Se supone que la biodinámica es algo sutil, en constante relación con las mareas, con las lunas… donde hay unos preparados que se añaden a la viña en una forma minúscula. ¿Cómo va a estar todo esto en relación con el sulfuroso? 

Y, como no, al final: el término natural, algo de lo que ya también se han apropiado los codiciosos sulfiteros. Sacan partido de este total desconcierto en cuanto a la terminología, de la alarmante falta de uniformidad en las leyes del vino y de poder campar a sus anchas en un producto al que llaman vino (el único alimento del mundo en el cual no se exige poner los ingredientes en la etiqueta). De una forma nuevamente incomprensible, han creado una ley en Francia donde se permite añadir sulfitos a los vinos naturales. Todo es una terrible paradoja.

Al final, todo se resume en lo siempre: Dinero y más dinero.

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Soy viticultor y elaborador de vinos naturales: sin aditivos. No tengo internet. ¿Radical?

@misteriosanlucar

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