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VALÈNCIA. La iglesia de los Santos Juanes de València ha tenido muchas vidas, pasando por su reconstrucción en estilo barroco en el siglo XVII, siguiendo las ideas del Concilio de Trento, o por el incendio en 1936 en el marco de la Guerra Civil. A estas fechas clave que han marcado su pasado se suma ahora el 27 de noviembre de 2025, día en el que abre una nueva etapa en su historia tras más de cinco años de trabajos de restauración. 

Este jueves era, pues, un día especial para València, para su historia y su patrimonio, pues marcaba la reapertura de la iglesia de los Santos Juanes a un público que ya puede ver el resultado de varios años de intensos trabajos de restauración. Esta labor ha sido posible gracias a una inversión total de diez millones de euros por parte de la Fundación Hortensia Herrero, una misión en la que se empezó a trabajar hace años y que devuelve a València una parte crucial de su historia que se cuenta en pleno corazón de la ciudad. 

Liberada de sus andamios y con un enorme espejo central que permite contemplar la magnitud de los frescos del pintor cordobés Antonio Palomino sin tener que mirar hacia arriba, esta parroquia presenta ahora su nueva cara tras una restauración liderada por Pilar Roig en el interior y por lo que respecta a los frescos -restauración pictórico ornamental ejecutada por el Instituto Universitario de Restauración del Patrimonio de la Universitat Politècnica de València (UPV)- y Carlos Campos trabajando sobre la intervención arquitectónica de las fachadas, quienes detallaron algunas de las claves del proceso junto a la mecenas y presidenta de la fundación Hortensia Herrero en la presentación del espacio a los medios.

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La iglesia, que ha sufrido cuatro grandes incendios a lo largo de ocho siglos, muestra ahora los frescos centrales restaurados, aunque en la bóveda central sigue quedando un hueco en blanco de su historia, una gran bóveda en blanco como resultado de la extracción de las pinturas que jamás aparecieron. Entre 1960 y 1963 las pinturas fueron arrancadas con la técnica del strappo y, tras intervenir el ábside, nunca reaparecieron, permaneciendo hasta hoy en paradero desconocido. A este respecto, Pilar Roig ha destacado que este espacio se muestra “en blanco” al público porque “no existía una imagen sobre la que apoyarse” y un restaurador no puede imaginar sobre el espacio. 

 

“Las pinturas se arrancaron y desaparecieron. Tenemos muchas imágenes privilegiadas -de los años 20- que nos han permitido trabajar en otros espacios de la parroquia, pero no podemos trabajar sobre lo que no existe”, ha explicado la restauradora. Sobre este espacio, Herrero explica que ha sido uno de los mayores retos a nivel visual: “No existía una base para restaurar el ábside, no nos podemos inventar una pintura donde ni existe. Para ello hemos generado un espectáculo de videomapping -como el que se ha realizado en San Nicolás- en el que se cuenta la historia de las bóvedas mientras se mantienen iluminadas de cara al público”. 

 

“La intervención física que han recibido los fragmentos de pintura arrancada, ha consistido en revertir y mejorar la actuación a la que se sometieron las pinturas por parte del equipo de los hermanos Gudiol a mediados del siglo XX. De esta manera cada fragmento ha recibido una serie de actuaciones de limpieza y consolidación por su anverso, ha sido separado del tablero de contrachapado y tras distintos trabajos de refuerzo del reverso, se ha adherido a un nuevo soporte especialmente diseñado para integrarse nuevamente en su estructura arquitectónica original”, indica por su parte Pilar Roig.  

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Una restauración viva

Herrero ha explicado que el mecenazgo ha llegado gracias a la llamada de socorro de la sociedad valenciana, una tarea que le llegaba por parte de los vecinos y vecinas de la ciudad o por los propios medios de comunicación en los que leía sobre su mal estado. Fue entonces cuando decidió que desde la fundación tenían que hacer algo: “Tanto la prensa como los ciudadanos nos lanzasteis un S.O.S para salvar el patrimonio de los Santos Juanes. Lo hemos hecho sin escatimar y con mucho cariño, para conseguir que la parroquia adquiera su antiguo esplendor. Este espacio vuelve a ser una espléndida manifestación de patrimonio de la Comunitat, un lugar donde se encuentran la fe, la cultura, el arte y la sociedad”.

 

Si bien la Fundación Hortensia Herrero entró a formar parte del proyecto en el año 2019, con una inyección inicial de seis millones de euros, Roig ha querido destacar que lleva trabajando en el espacio desde los años 90, siguiendo los pasos de su padre, Luis Roig Alós, siendo su último trabajo la capilla de la comunión de los Santos Juanes, del siglo XVIII. “Yo nací con la ilusión de ser restauradora, y seguir los pasos de mi padre. Ahora podemos decir con orgullo que se ha culminado un trabajo que pensábamos que jamás se podría conseguir por completo. Este trabajo no hubiera sido posible sin la familia Hortensia Herrero, el día que nos llamaron para restaurar este espacio fue uno de los más bonitos de mi vida”.

 

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Por su parte Carlos Campos, el arquitecto de la obra, ha querido resaltar la importancia de una intervención con la que han conseguido “rectificar los trabajos anteriormente realizados” gracias a una rehabilitación integral del templo. Sobre los grandes retos del espacio afirma que con la restauración han conseguido sacar brillo a una arquitectura heterogénea que refleja la historia de un espacio muy complejo. Ha destacado también que ha resultado clave la coordinación entre el interior y el exterior de la parroquia para poder contar “una misma historia”: “Tras muchas restauraciones precarias hemos conseguido contar su historia mientras sostenemos su luz y su arte”.

 

La restauración exterior incluyó actuaciones en todas las fachadas, así como en la capilla de la Comunión y la torre campanario. Fue especialmente importante la fachada norte, teniendo en cuenta que es la parte del edificio que conserva su estructura original gótica, cuya perspectiva se alcanza a ver desde la plaza del Tossal. “La recuperación de los ventanales ojivales, de gran dimensión y que quedaron cegados en la transformación barroca, o la funcionalidad de las gárgolas originales, son aspectos de especial trascendencia para hacer visible la larga historia y vicisitudes de este templo”.

 

También se ha mostrado agradecido el párroco de la Iglesia, Gonzalo Albero, quien ha destacado que la reapertura de este espacio en perfectas condiciones ayuda a que se pueda contemplar la gloria de Dios a través de los frescos de Palomino que se pueden ver claramente donde “antes había hierros, andamios y mugre”. “Ahora la belleza de este espacio, que se contempla con los ojos, nos permite elevarnos hacia lo más alto: hacia Dios”. 

 

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Luz, color e Historia

Con el objetivo de completar las partes del espacio que están en blanco, y para contar la historia de la restauración de forma didáctica, el espacio contará con un espectáculo de video mapping en el que sale a la luz el relato de los Santos Juanes desde su fundación en el año 1240 hasta el presente. La proyección Barroc Immersive, de quince minutos de duración, cuenta en cuatro fases la historia del espacio combinando “lo espiritual con lo artístico” empleando la iglesia como un lienzo en blanco. 

 

Comenzando por una parroquia que se prende fuego, se proyecta sobre la bóveda y los muros la historia arquitectónica del templo, pasando desde sus inicios góticos hasta el barroco y admirando los trabajos de restauración en la actualidad. Este trabajo, elaborado por Matra Museografía, permite “contemplar los auténticos colores de Palomino”, tal y como lo contempla Roig. La proyección además hace que el espacio pueda resurgir de sus cenizas para alumbrar siglos de historia de un espacio que ahora se muestra renovado por dentro y por fuera y que por fin abre las puertas al público valenciano. 

 

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¿Qué pasa con les Covetes de Sant Joan?

Durante la presentación se ha preguntado también por el brazo derecho de los Santos Juanes: les Covetes de Sant Joan, pero Herrero ha querido aclarar que al ser una propiedad privada desde la Fundación no pueden rehabilitarlas y que “no forma parte de su misión”. Campos ha explicado que este proyecto iniciará pronto sus obras y que el plan es que se puedan destinar como un espacio para el comercio artesanal, tal y como había adelantado Valenciaplaza, honrando a su primer uso como espacio de pequeños talleres artesanos y de vendedores de productos locales: “El objetivo de rehabilitación de este espacio es volver a su uso original para fomentar el comercio local, es lo que está planificado dentro del plan de Centro Histórico, aunque de momento lo primero es comenzar a trabajar sobre el espacio y después ya se verá”. 

 

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