de hispania a la ii guerra mundial

Batallas napoleónicas a domicilio: así son los fines de semana del Grupo de Recreación Histórica

21/09/2018 - 

VALÈNCIA. Hay pocas formas mejores de pasar una mañana de sábado que emulando a un integrante del Regimiento de Caballería Dragones de Lusitania de 1740. Al menos, así lo creen los miembros del Grupo de Recreación Histórica, colectivo dependiente de la Asociación de Amigos del Museo Militar de València. Ya sea ataviados como legiones romanas o tropas carlistas, llevan desde 2007 trasladando minuciosamente a la actualidad acontecimientos bélicos del pasado, dotando de una nueva piel a las ásperas fechas que se amontonan en los libros de texto. Y siempre, con toda la exactitud que permita la documentación existente: desde las armas empleadas hasta el color de las casacas o el contenido de las consignas que se proclaman.

Según explica el presidente de la Asociación, Javier Planells, el proyecto nace con un objetivo didáctico, “con nuestras propuestas, la gente puede ver, oír, tocar y oler la historia, experimentarla mucho más allá de lo que se podría conseguir con una publicación o un documental”. “Es una forma plástica de transmitir conocimientos”, sostiene Alberto de Santiago, vicepresidente. Tras tomar contacto con iniciativas similares de Reino Unido, comenzaron reproduciendo escenas de la Guerra de Independencia española: “se nos ocurrió la idea de comprar un cañón, poner en marcha un grupo de artillería y empezar a realizar pequeñas actividades", explica Beni Ribera, tesorera de la entidad. Desde ahí, fueron ampliando las épocas y ambientaciones: íberos, Hospitalarios de San Juan, tercios de Flandes…Con sus equipamientos de la Segunda Guerra Mundial llevan varios años acudiendo a eventos de divulgación en Normandía. No solo reproducen batallas y campamentos, también organizan actividades gastronómicas que siguen fielmente recetas antiguas o actividades cotidianas para demostrar cómo era la vida en cada época. Entre los lugares en los que han actuado, se encuentran Tenerife, Dorsdat (Alemania), Bailén, Benouville (Francia), Figueres, Groenlo (Holanda), Jaca o Waterloo (Bélgica). No es la única entidad de nuestro territorio dedicada a estos menesteres, pero sí una de las más activas y numerosas junto a la Asociación Napoleónica Valenciana, con sede en Algemesí.

Las recreaciones históricas son un fenómeno asentadísimo en el mundo anglosajón y en distintos países europeos, sin embargo, todavía se trata de una cuestión minoritaria en el entorno español donde empezaron a surgir tímidamente en los años 70. “Aquí nació como una extensión del coleccionismo, no con la voluntad educativa que tenemos nosotros”, apunta Planells. En ese sentido, afirma tajante que lo que hacen ellos no es “disfrazarse, sino vestir un uniforme”. Se introduce así uno de los conceptos clave para este colectivo valenciano: la rigurosidad. “Antes de preparar cualquier recreación nueva, realizamos un estudio minucioso durante meses - a veces hasta un año- sobre las vestimentas, armas y artilugios que estaban presentes en cada batalla”, subraya el líder de la Asociación, quien considera que, en mitad de una recreación del siglo XVI "molesta mucho a la vista ver un reloj de pulsera o unas zapatillas de deporte. Procuramos evitar eso a toda costa". No es de extrañar, pues, que la mayoría de sus más de setenta integrantes tenga algún vínculo con la investigación histórica, ya sean estudiantes, profesores o simples aficionados.


Los uniformes más actuales cuentan con numerosa documentación disponible, por lo que resultan mucho más sencillos de confeccionar, el problema surge con aquello que, por pertenecer a épocas pretéritas, suponen toda una incógnita. De hecho, si se trata de exponer hechos acaecidos a finales de siglo XIX o principios del XX, todavía es posible, incluso, conseguir piezas originales. “Por ejemplo, yo tengo un uniforme de paracaidista británico que cuenta con un 88% de elementos auténticos”, señala Planells. En el lado opuesto, encontramos el caso de los soldados romanos donde resulta imprescindible basarse en obras artísticas de la Antigüedad: relieves, esculturas, mosaicos… También consultan algún escrito que haya logrado sobrevivir a los vaivenes del tiempo. “Para los visigodos, tenemos el trabajo de San Isidoro de Sevilla, que creó una primigenia enciclopedia con muchos datos”, afirma Planells. En la misma línea, Alberto de Santiago apunta a fuentes como “tratados, manuales militares de distintos años y grabados. Resulta imprescindible la investigación”. 

El meticuloso cuidado de cada detalle se aplica también a su comportamiento durante la propia recreación: se estudian reglamentos de época, órdenes , “instruimos a los participantes en los movimientos de armas y las costumbres de cada ejército, incluso nos aprendemos lemas en francés, alemán o inglés si estamos interpretando a personajes de esos países”, apunta. “Tienes que conocer bien cómo es el personaje al que estás interpretando, porque el público te pregunta detalles históricos a los que debes saber responder”, indica el presidente.

 

“La época medieval está muy quemada”

Preferiblemente, el grupo opta por recrear los acontecimientos en aquellos lugares en los que tuvieron lugar por primera vez, se trata de volver al escenario original para obtener el máximo grado posible de verosimilitud. En cualquier caso, a la hora de poner en marcha nuevos episodios históricos, siguen dos vías. La primera es responder a las llamadas de entidades como los ayuntamientos, que solicitan su asistencia para distintos eventos locales. “La época medieval está muy quemada, se ha desvirtuado”, confiesa entre risas Planells. Pero también son los propios integrantes del colectivo quienes eligen una fecha que deseen conmemorar y se lanzan a desarrollar toda la equipación necesaria para ello. “La idea es buscar esa parte histórica que caracteriza a cada población, ponernos en contacto con los cronistas locales y desarrollar un proyecto que se adapte al momento histórico”. Entre los requisitos para hacer realidad una de estas recreaciones, se incluye conseguir un espacio con la suficiente extensión para realizar las distintas maniobras y lograr los permisos para disparar pólvora en esa zona delimitada. Además, los integrantes de la recreación, deben contar con licencia de armas. 

En cuanto a la decisión de quién interpreta a quién en la batalla, entran en juego dos factores: quién sea capaz de caracterizarse mejor como el personaje real y la soltura de cada uno a la hora de hablar y moverse, pues en ocasiones es necesario lanzar proclamas, realizar discursos o arengar a las masas allí presentes. “Se busca que los protagonistas se expresen bien, cada uno, al hacerse su uniforme, ya sabe cuál va a ser su rol”, apunta Planells. En ese sentido, sostiene que su papel es también el de hacer de actores, aunque sea desde una perspectiva amateur. Sí hay una contienda que eligen conscientemente no tocar: la Guerra Civil española. “Es algo demasiado cercano, todavía está en los corazones de muchas personas, de muchas familias. Ese tema lo dejamos a un lado porque no deseamos crear dolor o malestar. Por eso preferimos los temas más lejanos”, subraya Ribera.

Durante siglos y siglos, el papel de las mujeres en la mayoría de episodios bélicos fue de víctima y botín. Quizás no hacían la guerra, pero la sufrían. Esta situación, constituye un reto para el Grupo de recreación Histórica, que busca la inclusión de sus integrantes femeninas sin que ello conlleve traicionar el ya mentado rigor. El factor temporal es esencial aquí. Cuando la presencia femenina en las batallas recreadas está documentada, todo correcto. Sin embargo, si los personajes originales eran única y exclusivamente varones, ellas adoptan roles masculinos. No siempre ha sido así: “al principio, en estos eventos, éramos en cierta manera el ‘adorno’, meras figurantes. Estábamos encasilladas en el papel de aguadora, cantinera o dama”, explica Ribera. No era suficiente para ellas: “poco a poco, nos fuimos integrando y empezamos a demostrar que podíamos interpretar cualquier rol y que éramos duras. Que teníamos la capacidad de soportar contiendas y desfiles largos y sacarnos el permiso de armas necesario. De hecho, hoy en día, hay muy pocas cantineras: la mujer está muy integrada en el bloque de soldados. Ha sido un poquito difícil conseguirlo, eso sí”, señala la tesorera.

Dedicarse a recrear batallas ha causado que, en algunas ocasiones, se les acuse de promover el belicismo o de idealizar la guerra, extremos que desde el colectivo niegan tajantemente. “Nosotros simplemente queremos difundir hechos reales, ni dulcificamos lo que sucedió ni realizamos una exaltación de la violencia”, apunta Planells, quien, eso sí, reconoce que en ocasiones les entran ganas de “cambiar la historia”. “No nos inventamos nada, estamos emulando paso a paso algo que ya ha ocurrido, que está escrito. Nuestra meta es que la gente que no está interesada en la historia, viéndolo tan de cerca empiece a tener ese gusanillo por saber más sobre los acontecimientos que tuvieron lugar a su alrededor hace años”, sostiene Ribera. “No estamos promoviendo la guerra, sino explicando lo que ocurrió para que no se repita”, incide. Para de Santiago, el fundamento de este hobbie está en “recordar el pasado y rescatar el legado de nuestros antepasados”.

   

A través de la pantalla

A lo largo de sus 11 años de vida han participado en distintos proyectos audiovisuales. “Nuestra idea, desde el principio, era poder dar soporte a las productoras locales interesadas en reflejar distintas épocas en sus creaciones. Hay grupos que se centran solamente en un momento concreto, nosotros abarcamos muchos porque tenemos capacidad para ello”, señala de Santiago. Con el canal Historia realizaron varios rodajes cuyo resultado final acabó apareciendo en documentales como Los alcaldes de Móstoles o El 2 de mayo en Madrid. Lo mismo sucedió con la extinta Canal Non, donde protagonizaron obras como Escaig d’amor, Tras la huella del Grial o Buscando el Palacio Real. Quizás la propuesta más extravagante fue la que llegó desde Japón: “contactaron con nosotros desde una fábrica de gres en la que quería grabar un anuncio sobre la calzada romana”. También han participado en distintos cortometrajes y han cedido uniformes para funciones solidarias de teatro. Entre las películas en las que han participado, se encuentran El efecto K, sobre el cámara personal de Stalin y Amor de Dios.

Además, también constituyen un elemento fundamental en las jornadas Museo Vivo, un proyecto pionero en el ámbito estatal que organiza actividades interactivas, talleres, visitas guiadas y pequeñas representaciones en el Museo Histórico Militar de València. “Entran en las salas y ven que los soldados que hay en los cuadros se han transformado en personajes de carne y hueso y les están narrando sus experiencias”, señala Planells. En cuanto a los momentos que más les gusta recrear, Planells destaca la Segunda Guerra Mundial y los conflictos de finales del XIX, como la Guerra de Cuba o la de Filipinas. Por su parte, Alberto de Santiago destaca como sus favoritas las correspondientes a los tercios españoles en el siglo XVII, “por los valores que hay detrás”. También indica que las napoleónicas, “son unas de las más atractivas para el público internacional”. Una opinión compartida también por Beni Ribera: “son muy dinámicas y suelen ser las que más recreadores mueven. Además, son las únicas en las que se utilizan armas de fuego”. “La mejor en la que he participado fue en Leipzig”, remata.