MEMORIAS DE ANTICUARIO

Buceando en nuestra arqueología industrial

4/09/2016 - 

VALENCIA. Me he tenido que dirigir a esa maravilla que es la Wikipedia, y esta última al International Committe for the Conservation of the Industrial Heritage para hallar una definición de patrimonio industrial. Definiéndolo como los restos de la cultura industrial que poseen un valor histórico, tecnológico, social, arquitectónico o científico. Seguidamente el artículo hace una relación prolija y bastante exhaustiva de esos “restos”.

Cuando pienso en patrimonio industrial de nuestro entorno se me viene a la mente la potentísima imagen del Alto Horno número 2 de Sagunto (sí, con mayúsculas como si de una eminente obra nueva se tratara, tras su aislamiento y la nueva mirada hacia el mismo), como una virtuosística escultura contemporánea entre orgánica y postnuclear (pocos lugares hay más idóneos para rodar una escena “madmaxiana”), en la que el artista hubiera procurado guardar un equilibrio admirable. Sin embargo, aunque hoy la percibamos desde el punto de vista estético, no es una escultura y nunca fue diseñada y elevada como tal, como todos bien conocen. Esto abre toda una reflexión, que ahora no abordaré, sobre un patrimonio protegible con valores estéticos propios. El Alto Horno número 2 se ha protegido se ha aislado del resto y es un icono histórico y estético. El mero transcurrir del tiempo hará que, incluso, su valor patrimonial y visual vaya cobrando cada vez más preponderancia. Dentro de unas décadas cuando la corrosión se vaya apoderando de sus quilómetros de conductos entrelazados, de las más diversas aleaciones, se reclamará su restauración y esta se llevará a cabo de la misma forma que se hace de la torre campanario de una iglesia del siglo XVIII.

Lo que podemos definir como arqueología industrial, un concepto un tanto difuso puesto que si bien en un primer termino hace referencia a vestigios de la Revolución Industrial, luego vemos que los catálogos incluyen muchos que son bastante posteriores (los historiadores hablan propiamente de un periodo entre el último cuarto del siglo XVIII y el fin de la primera mitad del XIX). La arquitectura industrial tiene una función eminentemente utilitaria, pero hasta el primer tercio del siglo XX, esta no se resiste a proyectar el estilo del momento hacia fuera. Quizás sean el Modernismo y el posterior Art Decó los últimos movimientos artísticos que en las diferentes disciplinas han hecho uso de esto motivos decorativos sin función estrictamente estructural. Un decorativismo que incluso se hizo valer en la arquitectura de orden industrial. Cuando observamos los tinglados del puerto de Valencia apreciamos una vocación, práctica pero todavía no exenta de embellecimiento. En la arquitectura de esta naturaleza de décadas posteriores, prácticamente los motivos ornamentales van a desaparecer, así como su valor arquitectónico, salvo contadas excepciones. Es prácticamente impensable imaginarnos un mercado levantado bien entrado el siglo XX que pueda asemejarse a los de Colón o el Central.

Patrimonio en vías de recuperación

En los últimos años se ha llevado a cabo interesantes intervenciones-alguna no exenta de polémica- en la centenaria Tabacalera (edificio levantado en 1909), La Petxina (antiguo matadero de la ciudad de finales del siglo XIX), Naves de la Cross (estas últimas prácticamente en el tiempo de descuento), junto a la Ciudad de las Ciencias. Algunos de estos grandes contenedores se encontraban en una situación calamitosa, mientras despertaban interés “arqueológico” en especialistas de incluso fuera de España, como en el caso de estas últimas por su enorme estructura en madera, siendo una de las últimas de esta tipología que se mantenían en pie en Europa.

Se ha escrito mucho sobre un proyecto privado de recuperación, que estamos esperando con avidez, y que ya se está ejecutando en las naves que en su día ocupó la empresa de Bombas Gens. Lejos quedan los años en que el dueño de la fabrica encargaba a un arquitecto de prestigio el diseño del edificio fabril, (sólo hay que ver su elegante fachada en esquina) como sucedió en este caso, en que la obra corrió a cago del por entonces arquitecto de prestigio en la ciudad Cayetano Borso di Carminati, quien fuera autor por ejemplo del edificio Rialto.

No se qué habría pasado con las naves de Demetrio Ribes en el Parque central de haberse llevado a cabo la urbanización hace tres décadas. No cuesta mucho imaginar a una pala excavadora cebándose con ellas. Aunque nos pueda parecer algo muy evidente y natural la pervivencia y protección de esta clase de patrimonio, en la mayoría de los casos la decisión política sobre su mantenimiento, o hacerlo pasar a mejor vida, ha pendido de un hilo, habida cuenta que quien decide tomar o dejar de tomar decisiones carece de los conocimientos o sensibilidad necesaria. Si esta última se mueve por debajo de un mínimo exigible, la piqueta y la excavadora acechan, engrosando la literatura sobre edificios desaparecidos sería interminable. Un claro ejemplo de ello es la antigua lonja de pescadores del Cabanyal salvada in extremis y gracias a la movilización de colectivos ciudadanos en lo que fue la lucha para evitar el plan de prolongación de la Avenida Blasco Ibañez.

Lo que preocupa

Aunque en este período existen edificios con un valor patrimonial y artístico intrínseco, la recuperación y protección de vestigios relevantes de cada una de las épocas sucesivas son, además, absolutamente fundamentales para construir el relato de la ciudad. El abandono y la ruina de La Ceramo, en caso de ser irreversible sería un error del que se lamentarían las generaciones futuras puesto que la historia de una tipología de cerámica de prestigio a nivel internacional quedaría incompleta si no se habla de la fábrica de la avenida de Burjassot. Tampoco invita a demasiado optimismo la situación de los Docks portuarios de Demetrio Ribes, autor entre otros edificios de la estación del Norte, así como los tinglados modernista y que se hallan, todos estos años de tribulación, en un limbo sobre su futuro, dando la sensación de que no sabe exactamente qué hacer con ellos. 

No he tenido la suerte de visitar la Imprenta Vila, cuya ubicación dentro de un gran patio de manzana, junto a la Calle San Vicente, ya me parece fascinante. Las fotografías lo dicen todo: se trata de una gran nave con galería en piso superior abierta hacia la nave principal. Su visión invita a que la imaginación vuele puesto que el espacio seduce al instante y muy posiblemente en otra ciudad se le estaría dando un uso porque el conjunto es verdaderamente espectacular. Por si fuera poco, se han conservado milagrosamente las casas de los trabajadores situadas en edificios independientes por lo que se conforma una micropoblación dentro de un gran patio de manzanas.

Muchos desconocen que la estación de ferrocarril más antigua que hoy en día se mantiene en pie en España se encuentra en nuestra ciudad. Cuando fue construida en 1852, según proyecto del arquitecto James Beatty la Estación del Grao era la tercera en entrar en servicio en todo el territorio nacional. Hoy en día no tiene uso definido y se haya tristemente ninguneada. El, incluso, CVC se manifestó sobre este hecho hace un tiempo alertando sobre la situación de abandono.

No es habitual encontrar a la venta en subastas o galerías de anticuarios piezas de arqueología industrial. En primer lugar por el tamaño, también por el hecho de que se trata de un patrimonio eminentemente arquitectónico. En ocasiones puede hallarse azulejería modernista de esta época que embellecía fachadas y evocando la actividad que se realizaba en su interior (en los tinglados la azulejería exterior evoca el almacenamiento de frutas que allí se almacenaban). 

Hace un tiempo adquirí un conjunto de grandes moldes fascinantes, de la primera mitad del siglo XX, realizados en madera, de piezas para su fundición en los Altos Hornos de Sagunto: moldes de cruces de vías de ferrocarril, de ruedas, de ojos de buey etc. Piezas decorativamente muy interesantes puesto que además de estar coloreadas en vivas policromías de la época, se encontraban marcadas con números y letras distintivas en una tipografía en negro muy del momento. El conjunto de piezas llamó poderosamente la atención por el fuerte carácter decorativo y la combinación con los muebles y las antigüedades.