VALENCIA. Hago un experimento: el fin de semana previo a Fallas, llamo (ese mismo viernes) a los diez restaurantes más importantes de Valencia. En ocho había mesa, para esa misma noche. En Fallas. En Valencia. En la ciudad de “moda” gastronómica. Algo no cuadra en este escenario que tan a pie juntillas nos hemos creído, así que nadie mejor que Gadea (Dos Soles Repsol, mejor jefe de sala para la Academia Valenciana de Gastronomía) para poner negro sobre blanco y hablar de por qué los grandes restaurantes valencianos no están contentos, ni mucho menos.
—(Ricardo) ¿Que por qué? Valencia en realidad es un destino turístico de alpargata, de low cost. De Ryanair; es como Barcelona, pero a menor escala. Pero es el mismo tipo de turista. No es el turismo de lujo (chinos o rusos) que va a Madrid, Toledo, a Sevilla o a Córdoba: al Alfonso XIII, Palace o Ritz,y yendo a comer a buenos sitios. El turista valenciano es el mismo en el que ha devenido todo el turismo de costa: sol y playa, tapas baratas. Ningún interés en comer bien...
—Pero esto no fue siempre así, ¿no? Hace no tanto, en la Valencia forrada de pasta...
—Yo te diría que hace diez años, la tercera ciudad de España donde mejor se comía era Valencia.
— ¿Ahora no?
—Hablo de la época de Ca Sento, La Sucursal, Jose Vicente Torres, Alejandro en una mejor época, Josep en Torrijos... La Copa América fue en 2007 pero dos años antes los profesionales y el sector ya estaban instalados aquí.
(Lea el artículo completo en el número de abril de Plaza)