DISEÑO PARA LA INFANCIA

Así es la campaña para tunear los parques infantiles cerrados con carteles que generen esperanza

Bajo el lema #EtTrobeAFaltar, la iniciativa anima a desterrar las cintas de plástico que precintan actualmente los espacios de juego y crear diseños que expliquen de forma “más amable y menos agresiva” a niños y niñas por qué no pueden utilizar estos rincones de la ciudad

21/12/2020 - 

VALÈNCIA. Si sois de esas personas mayores que llevan ya muchos años sin sentir la adrenalina de tirarse por un tobogán o hace tiempo que no soñáis con coger tanto impulso como para dar una vuelta completa al columpiaros (lo más parecido a volar sin alas que ha inventado la humanidad), quizás no os hayáis percatado de que los parques infantiles llevan meses acordonados con cintas de plástico adhesivo que recuerdan a una escena del crimen precintada por la policía. Y es que, con la pandemia llegó la clausura de esos espacios de juego al aire libre. Claro, los adultos no os enteráis de nada, y en lugar de aprovechar la crisis coronavírica para generar nuevos vínculos entre la niñez y la ciudad, os habéis dedicado a convertir cada balancín en una secuencia de CSI Las Vegas.  Sois una gente insoportable, la verdad. Ahora, el colectivo Estamos todas bien ha puesto en marcha la campaña colaborativa #EtTrobeafaltar, que propone crear una señalética “más amable, menos agresiva y más respetuosa con el medio ambiente” para informar a los niños y niñas del cierre temporal de estos lugares. Por ello, están solicitando a todos los artistas interesados que creen carteles con los que eliminar esa pinta de polígono industrial abandonado en Baltimore o de antro clausurado tras una reyerta que presentan actualmente estos rincones. 

El pasado viernes 18 de diciembre se realizó la primera intervención en el parque Manuel Granero de Russafa y, aunque el consistorio retiró todas las ilustraciones que se habían colocado y volvió a precintar la zona en menos de 24 horas, la meta es mantenerse inasequible al desaliento y repetir la actividad en tantas coordenadas como sea posible. "La suciedad de ese parque es una de las reivindicaciones habituales del vecindario, así que, sin pretenderlo, hemos dado con un buen truco para que se gestione de forma rápida y eficaz su limpieza. Pues bueno, no hay mal que por bien no venga. ¡La acción continúa y van a tener que limpiar muchos parques!", mantienen al respecto las integrantes de Estamos todas bien.

“Hasta ahora, a base de poner cintas de balizamiento que se van rompiendo y desprendiendo, algunos parques parecen basureros llenos de plástico contaminante que no hace más que ensuciar los barrios. Es una imagen muy agresiva para los pequeños, a los que simplemente se les lanzan prohibiciones. ¿Acaso porque no votan se les pueden transmitir los mensajes gubernamentales de cualquier manera?”, sostienen las responsables de la iniciativa, quienes apuestan por ideas “con las que los pequeños conecten mejor” como ‘El columpio está triste, el parque te echa de menos’. Se trata pues, de entrenar la mirada para poder observar la realidad como lo hacía nuestro yo de 8 años. Ya lo dice don Gianni Rodari en su libro Escuela de fantasía (Blackie Books, 2020): “La educación del niño pasa por nuestra reeducación continua”.

“Estamos viviendo una crisis sanitaria, pero se puede comunicar mejor, no hace falta añadir más desolación. Es un problema común en cuestiones dirigidas a la infancia: se cuidan poco los mensajes y los formatos, cuando resulta que esa parte de la población es mucho más sensible y vulnerable a los estímulos externos. Informar no tiene por qué ser ordenar”, resaltan las representantes del colectivo.

¡Tunea tu parque, tunea tu barrio!

El llamamiento inicial a los creadores tuvo lugar hace apenas una semana y, además de contar con propuestas de las integrantes de Estamos todas bien, el proyecto ya ha recibido piezas elaboradas ex profeso y desinteresadamente por artistas como Paco Roca, Diego Mir, Pepe Montalva, Tomás Gorría e Inma Carpena. También diseminarán sus diseños por los parques de la ciudad Pedro Castillo, Ángeles Serna, Cris Bajo, Iván Solbes, Boke Bazán, Vicente Blanes o Mac Diego.  Y esto es solo el pistoletazo de salida, pues la convocatoria sigue abierta para que pueda sumarse cualquiera con ganas de generar cambios en la calle a través del arte.

Además, #EtTrobeafaltar nace con vocación de continuidad en el tiempo y accesibilidad máxima, así lo indican sus responsables: “queremos distribuir un PDF con las creaciones recopiladas para que toda persona interesada pueda imprimir los carteles y colocarlos en los parques de su barrio. Es una idea que nace sin medios, desde la precariedad absoluta, pero con muchas ganas de concienciar, de llamar la atención sobre este fenómeno y hacer que se extienda en diferentes zonas y llegue a cuantos más niños mejor”.

¿El auténtico objetivo de la iniciativa? Que no sea necesaria: “Lo nuestro no es más que una muestra de colaboración ciudadana, pero esta ciudad cuenta con grandes artistas y pensamos que desde el Ayuntamiento se debería organizar una campaña oficial y contratar a autores parar que crearan de forma remunerada una señalética más adaptada a las necesidades infantiles. De hecho, nos encantaría tener que ir a retirar nuestros carteles porque se ha encargado un proyecto institucional maravilloso a un profesional”, subrayan desde Estamos todas bien. Un deseo que parece especialmente pertinente si tenemos en cuenta que, tras una larga carrera de fondo, València ostentará el título de Capital Mundial del Diseño en 2022. A fin de cuentas, se trata de demostrar, una vez más, que la producción gráfica de la que nos rodeamos en nuestro día a día no constituye un recurso meramente funcional, sino que también puede hacer que la vida sea vivida con algo más de felicidad y algo menos de pesadumbre. Ya tengas 6 años o 56. Y sí, también en mitad de una pandemia mundial.

Por otra parte, además de recurrir al diseño y la ilustración para explicar por qué no pueden utilizar esos espacios de juego, el objetivo de esta iniciativa es “ofrecer mensajes en positivo a la infancia: felicitarles por haberse portado tan bien en todo este tiempo, por haber sido responsables, y darles las gracias por todo ese esfuerzo que han realizado. Si ya a los adultos nos está costando sobrellevar todo esto, imagina a los menores”.

Y más allá de desterrar las cintas de plástico, desde Estamos todas bien plantean una enmienda a la totalidad a los espacios de juego que se han expandido en los últimos años por la ciudad. Una suerte de ‘odio eterno al parque moderno’: “esos parques con suelo de caucho y columpios prefabricados, sin tierra, sin árboles, nos parecen migajas de la ciudad. Los niños van ahí porque es lo único que hay, pero no son propuestas ricas, agradables e interesantes para ellos. No queremos guetos para niños, sino zonas de naturaleza urbana donde puedan convivir personas de distintas edades. Si ha habido que cerrarlos quizás es porque, tal y como están plateados, no son adecuados”, sostiene Silvana Andrés, impulsora de la intervención. Si alguien ha visitado los cuatro metros cuadrados de parque que hay junto al tan cacareado jardín de esculturas del IVAM sabrá de lo que se está hablando aquí.

Cuando los niños se convirtieron en enemigo público

Esta iniciativa de ‘tunear’ los parques a golpe de creatividad tuvo su germen “en conversaciones con otras madres como la arquitecta Miriam Bermejo, o Ana Sanahuja, de Versonautas, a las que ya les había llamado la atención el estado en que se encontraban los parques de la ciudad. Además, durante las visitas que hemos realizado en los últimos meses a distintos colegios con el proyecto pedagógico Arquilecturas, hemos visto también que gran parte de la cartelería relacionada con la COVID era muy poco atractiva para el alumnado”, apunta Andrés. “Hace unas semanas, paseando por Russafa vi a un adulto utilizando los aparatos de gimnasia al aire libre que hay instalados en distintos puntos de la ciudad y, muy cerca, a un niño insistiendo a sus padres para poder utilizar unos columpios que estaban clausurados. De repente me di cuenta de toda esa problemática que, a mí, por no tener hijos de esa edad se me había escapado”.

Y es que, el adulcentrismo que invadió los primeros meses de esta crisis pandémica sigue muy presente en nuestra vida colectiva. Primero, se demonizó a los más pequeños como vectores de contagio, después se les encerró en casa durante meses sin que desde las autoridades se tuviera en cuenta cómo les podía afectar ese aislamiento y qué secuelas podía acarrear el confinamiento para unos humanos de tamaño reducido y en pleno proceso de socialización. Los adultos con facturas y edad para votar aún conseguíamos que nos lidera el aire al bajar la basura o salir a comprar víveres, los chiquillos sin terraza vivieron un enclaustramiento absoluto. ‘Total, son pequeños, qué más da, los niños lo aguantan todo’. Ahora, mientras muchas personas que ya tienen edad de haber hecho varias declaraciones de la renta se indignan por no poder juntarse con sus 17 primos en casa de la tía Conchi a ponerse ciegos de cordero en Nochebuena, la población infantil sigue siendo la gran olvidada del coronavirus. 

Por cierto, si has tenido las orejas y las pupilas atentas en los últimos años, seguro que eso de Estamos todas bien te suena de algo. Efectivamente, este colectivo -- formado por las fundadoras de Arquilecturas, Silvana Andrés y Sonia Rayos, y profesionales de distintas disciplinas, como Yukari Taki, Lucía Meseguer, Ana Valero y Paula Furió -- toma su nombre de la ya celebérrima novela gráfica de Ana Penyas (Salamandra Graphic), que ganó el Premio Nacional de Cómic 2018, y se convirtió también en una exposición. Y aquí llega el quid de la cuestión: “Las integrantes del grupo compartimos espacio de trabajo en el local que antes albergaba a la galería Pepita Lumier y todavía conservamos ese letrero de la muestra que realizó aquí Penyas, así que lo hemos adoptado como lema”, explican. 

Y entre columpios que nos echan de menos y ciudades amables que de momento solo podemos imaginar, se hace inevitable recurrir de nuevo a Escuela de fantasía: “El niño, cualquier niño, es un hecho nuevo. Y con él el mundo empieza de cero”. Qué suerte poder recomenzarnos tantas veces, la verdad. 

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