CUALQUIER TIEMPO PASADO FUE PEOR

Christopher Eccleston, el actor de clase obrera que no puso acento de Oxford en la BBC… y triunfó

27/08/2019 - 

VALÈNCIA. El techo de cristal no es solo una barrera atribuible a las mujeres, y más aún cuando hablamos de sociedades tan conservadoras como la británica. En el mundo de la interpretación, los actores y actrices se ven encasillados constantemente según su procedencia y acento, pese a que, a buen seguro, por su profesión sean capaces de emular otros hablas. Es fácil comprobar cómo dentro de Gran Bretaña estos profesionales del arte se han visto privados de oportunidades en determinados roles y muchos de ellos han preferido cruzar el Atlántico, rumbo a Estados Unidos, donde les ha sido más fácil demostrar su capacidad para entonar otras melodías.

Representar el papel, por tanto, de algún personaje protagonista de las obras de Shakespeare en la Royal Shakespeare Company, la compañía de teatro inglesa más prestigiosa, hasta hace poco era un terreno fecundo únicamente para aquellos actores que dominasen el inglés de Oxford y Cambridge (lo que se ha venido a llamar la ‘pronunciación aceptada’). Nombres como Ian McKellen, Kenneth Branagh o Benedict Cumberbatch, con su perfecto british, eran lo políticamente correcto para la mentalidad de las élites.

Por esta razón, cuando, en 2018, Christopher Eccleston (Salford, Greater Manchester, 1964) interpretó a Macbeth manteniendo su acento del noroeste, logró un hito tan valioso en la cultura popular como cuando se convirtió en el noveno Doctor Who (2005) conservando esa misma entonación. “El Doctor es un científico y un intelectual, y mucha gente  piensa que solo se puede ser así si hablas con el inglés estándar en Inglaterra, algo que por supuesto es una tontería”, declaró tras el estreno. “Quise alejarlo del inglés de Oxford porque no deberíamos hacer una correlación entre el intelecto y el acento”.

Entre los ochenta y noventa, las pronunciaciones de otras áreas geográficas implícitamente relacionadas con zonas industriales o rurales, es decir, de clase media o trabajadora, se pusieron de moda dentro de la industria del entretenimiento como símbolo rupturista, época que coincidió con sus primeros trabajos. Comenzó a ser conocido gracias a películas como Let Him Have It, de Peter Medak; Jude, de Michael Winterbottom; o Shallow Grave y 28 días después, ambas de Danny Boyle junto a series de televisión como Cracker o la miniserie Our Friends in the North. Sin embargo, ahora se considera una rara avis en vías de extinción. “Nos estamos moviendo hacia una cultura blanca, pero vivimos en una sociedad multicultural”, ha declarado hace poco a la prensa, descontento con la evolución de su país. “Por razones financieras y políticas, las personas como yo ya no son buscadas en la industria de las artes. Si vienes de una clase trabajadora o si eres de color, no te quieren”.

El actor considera al partido conservador responsable de la disminución de oportunidades en cuanto a políticas culturales. “Debido a la deuda estudiantil, la gente sin recursos suficientes para financiarse una buena educación está siendo excluida. Siempre ha sido una política del gobierno conservador destruir la identidad de la clase trabajadora. Dentro de veinte años no habrá gente como yo, o como Sean Bean o Maxine Peak”.

Viaje de ida y vuelta a EEUU

En 2005 tuvo en sus manos la inmensa responsabilidad de traer de regreso al Doctor tras ocho años de interrupción de la serie. Logró relanzarla con creces, haciéndola más accesible para todos los públicos gracias a su acento original, un hecho sin precedentes en su historia. Solo hay que repasar las audiencias para corroborar el resultado (más de diez millones de espectadores). Sin embargo, la temporada no fue fácil ni para él ni para los ejecutivos de la televisión, ambos inseguros con el hito. Siempre quedará la duda de si realmente fue un choque de trenes sociocultural lo que prendió la mecha de la discordia, tal y como él ha dejado ver en alguna entrevista, o fue debido a otra razón. Pero la realidad es que Eccleston no continuó trabajando en la ficción juvenil tras una temporada, pese al gran éxito, y fue considerado a partir de entonces como un actor espinoso dentro de la BBC.

Según contó el propio actor, la relación con la televisión pública británica estuvo a punto de terminar en los tribunales. La corporación argumentó que Eccleston no continuaba en la serie por sentirse cansado. “Cualquier productor que lo leyera, desecharía darme trabajo por decir que me canso”, argumentó el intérprete, molesto. Aunque obtuvo una disculpa a modo de fe de erratas en todos los medios, su representante le recomendó salir del país una temporada, hasta que las aguas se calmaran.

Fue entonces cuando decidió emigrar a Estados Unidos. Allí continuó trabajando cada vez con mejores cachés. Aterrizó en la serie Heroes, un buen comienzo; después interpretó al villano Destro en la película G. I. Joe, papel que odió profundamente, al igual que el de Malekith en Thor: El mundo oscuro, al suponerle jornadas de más de siete horas diarias de maquillaje y sin embargo poco trabajo interpretativo real. Con el tiempo fue alternando los contratos millonarios en películas de superhéroes con otras apariciones mucho más atractivas para un actor de su talla. Su papel como el reverendo Matt Jamison en The Leftovers (HBO) o su aparición estelar en la serie Fortitude están dentro de las más recordadas.

En esa época fue cuando volvió a ganarse el respeto de los ejecutivos de televisión de su propio país. En 2010, cinco años después de Doctor Who, estaba de vuelta en Gran Bretaña, interpretando a John Lennon en la película para televisión Lennon Naked. No obstante, pese a conseguir además un papel protagónico la temporada siguiente en la miniserie The Shadow Line, volvió a sentirse excluido de las audiciones para el casting de la serie Hollow Crown, dominada de nuevo por el inglés de la reina.

Ahora, en su edad madura, trabaja donde quiere y cuando quiere (en la actualidad está en pleno rodaje de la tercera temporada de The A Word). Sin embargo, Christopher Eccleston, declarado socialista y contrario al Brexit, tiene claro que los prejuicios de clase están más vivos que nunca. Que, como dijo el Doctor, “todos los planetas tienen norte”, pero las artes en su país ya no lo reflejan.

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