Vinos de Francia

Con chatos y a domaines

| 14/12/2018 | 5 min, 21 seg

VALÈNCIA. Bonjour, hedonistas. Con alegría, que se acercan esos días, los de variopintos festolines y un último tango en París. Los de familia, amigos y brindis. O de aguantar un poquito y con sonrisa a esos cuñados que en ocasiones parecen venidos del cromagnon. Pero este año les dejaremos pazguatos, a ellos y a todos, porque vamos a llevarles de excursión entre châteaux y domaines. Que lo verde empieza en los Pirineos y hoy el vino nos lo traemos de allá, ohlalá.

Pues sí, nos vamos a Francia para hacernos con unas cuantas botellas de las de quedar como madamemonsieur sin necesidad de dejar las escrituras de la villa señorial de señal. Un tour de amarillo y a lo loco de la Borgoña a Burdeos, con alguna meta volante en el Ródano y hasta su escapada al Jura. Entre matas de pinot noir, cabernet sauvignon, mucha chardonnay y un poquito de gamay, mire usté qué enchanté. Y así, tan encantados, cogemos una copa y nos ponemos en marcha, que parte el bon voyage.

¿Qué de dónde? De Sancerre, donde erre que erre nos gusta el Terre de Maimbray 2017 (Pascal et Nicolas Reverdy). Un blanco de sauvignon blanc que entre austero y generoso invita al disfrute sin bobadas y nos recuerda que sí, c’est la vie. Que esto es vida, con su bebida y mejor si es con comida, una omelette du fromage y a seguir.

A seguir con el Danjou-Banessy Coste 2017 (Domaine Danjou-Banessy), que viene del Roussillon y es macabeo exuberante. Flores de Champs Élysées jugando con un arito de madera, todo energía y vigor. Y pide sustancia a gritos, la de unos caracolillos de nombre escargots, de Bourgogne, por supuesto.

De puntillas y en frufrú se acerca el Viognier de Rosine 2016 (Stephane Ogier), que lleva tutú. Con peculiar elegancia y el cuello bien estirado se muestra sutil sin olvidar lo importante, hay que perseverar. Y lo hace con persistencia junto a unos moules à la crème, homenaje a nuestra reina del Windsor en veranos de croissant y pegotones de mantequilla.

El Domaine Chassorney Saint-Romain Combe Bazin 2014 (Domaine Chassorney Saint-Romain) planta cara en plan rechulo con su chardonnay borgoñona. Biodinamix y subidito se hace el guays entre pedruños y silencios. Lo metemos en la cocina y le abrimos el corazón. El del chupchup y fuego lento, el del cariño sin relojes, el de una ratatouille bien hecha. Las ratonas bailan y damos un paso más.

Hasta Chablis y con el Vigne de la Boissonneuse 2017 (Julien Brocard), que c’est magnifique. Chardonnay de citriqueces fluyentes e influyentes que de imberbe se nos clava en el alma. Vamos a concederle tiempo, amor y una de gratin dauphinois, que a eso no podrá decir nunca que no.

Con el Château d'Arlay Cotes du Jura Tradition Blanc 2012 (Chàteau d’Arlay) le damos al Jura la bienvenue, mira tú. Y tan felices, porque pocos sitios nos tienen tan seducidos. Hablamos de chardonnay con savagnin de rollito jerezoso y molar muy mucho muy. Frutos y frutas secas que dicen cosas mil con un steak tartar de esos de garçon y niña pequeña, los que eran de verdad.

Tanto como el respirar clásico del Domaine de la Solitude 2016 (Domaine de la Solitude) en Chateneuf du Pape, oh mon Dieu! Garnacha blanca, rousanne y clairette que abraza pedernales y arbolitos, como los que van a acompañar, entre otras cosas a un confit de pato que no de cisne. Óscar, no hay cuidado, resalado.

Y así, a lo tonto nos pasamos a los tintos de la manita del Domaine Jean Guiton 2016 (Domaine Jean Guiton). Pinot noir de Borgoña enorme de fruta. Boquita candorosa de bombón très bon, que fascina con la sencillez de los sinceros junto a un quiche lorraine.

Cerca cerquita nos envuelve con afecto el Pommard Sausilles 2011 (Domaine Mussy), porque tiene detrás una historia y por delante mucha vida. Alborozo a montones entre sutiles flores y un paisaje de frío de manta y chimenea. Y así nos quedamos, a sorbitos gustosos y con pâté en croûte, que está de moda y también muy rico.

Volvemos a Sancerre con los señores Pascal et Nicolas Reverdy Sancerre à Nicolas 2015 (Pascal et Nicolas Reverdy). Calcárea pinot que cacarea apuntando a los ojos y aguantando la mirada. Y así, cuando menos lo esperamos nos suelta una caricia y nos regala un plato de pollito vasco con su pimienta de espelette.

Llegamos al Château le Puy Emilien 2015 (Château le Puy) que nos abre sus puertas para hacernos princesas. Merlot, cabernet sauvignon y una pizca de carmenere venidas desde Burdeos para mostrar sus encantos. Un juego entre la seducción y la elegancia que se rinde ante una buena cassoulet, y quién no.

La Dilettante 2015 (Domaine Catherine et Pierre Breton) es una Ninette sin señor de Murcia, que le gusta en andurreo. El de la cabernet franc y su maceración carbónica que se revuelve frutosa y rellena la boquita de perfumes. Y se queda siempre con sus risas, entre nos y con un chulito coq au vin.

El Domaine de la Pirolette 2016 (Domaine de la Pirolette), sólo con ser un Beaujolais de Saint Amour lo dice todo. Una gamay de achuchar que convida a piruleta de corazón, unas fresis con rabito verde y un montón de violetas por la calle de Alcalá, mírala. Salerosa y bastante carnosa coquetea y pide un boeuf bourguignon, que ni Rigodón.

Desde Graves y sin gravedad nos despedimos. Con castillos en el aire, como el Château Villa Bel Air 2014 (Château Villa Bel Air). Cabernet sauvignon, cabernet franc, malbec y merlot juntas y bien revueltas entre regalices coloraos que molan moulin. Se abre el telón de ciertospelos pelirrujis y aparece un tournedó rossini, que el show debe continuar.

Y continuará, pero en unas semanas, que ces’t tout por ahora. Mientras tanto nos quedamos tan franseces y felices porque vamos a seguir explorando el país galo. Que aunque lo bebido nos replace, algo se remueve por ahí. ¿Serán gurgujas? Mmmmm… no prometemos nada y lo decimos todo. Muy pronto, mis hedonix.


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