VALÈNCIA (EP). El confinamiento redujo la polución en València pero subió los niveles de gas ozono, según un estudio realizado por el profesor de Biotecnología de la Universidad Católica de Valencia (UCV) Ángel Serrano, en colaboración con el técnico de la Oficina Estadística del Ayuntamiento de Valencia Álvaro Briz y de Carolina Belenguer, de la Universitat de València.
En el estudio, publicado en la revista científica internacional 'Journal of Environmental Sciences' (Elsevier), se revela que aunque el confinamiento estricto en València (del 14 de marzo al 12 de abril) disminuyó la polución, los niveles de gas ozono (O3) aumentaron.
Además, durante el confinamiento no sólo aumentaron los niveles de O3 sino que tampoco variaron la de monóxido de carbono (CO), según se deprende de los resultados publicados en el artículo 'Changes in air pollution during covid-19 lockdown in Spain: A multi-city study (Cambios en la polución del aire durante el confinamiento por covid-19 en España: un estudio multi-ciudad)'.
No obstante, el periodo de cuarentena severa contribuyó a una reducción "significativa" de los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2), dióxido de azufre (SO2) y PM10 (pequeñas partículas sólidas o líquidas de polvo, cenizas, hollín, partículas metálicas, cemento o polen, dispersas en la atmósfera).
Los resultados que estos tres investigadores exponen en su artículo de 'Journal of Environmental Sciences', muestran que durante el confinamiento español se produjeron reducciones "significativas" en los niveles atmosféricos de NO2 en todas las ciudades analizadas, excepto en Santander.
De igual modo, los niveles de CO, SO2 y PM10 también se vieron disminuidos en algunas de ellas. Sin embargo, en la mayoría de las ciudades españolas que se han tenido en cuenta para el presente estudio se detectó una "tendencia al alza" en los niveles de polución de O3 con aumentos estadísticamente "significativos" en las ciudades de Barcelona y València durante el confinamiento.
La posible influencia de factores atmosféricos como la temperatura, las precipitaciones, el viento, las horas de sol o las presiones mínimas y máximas en los niveles de polución también han sido consideradas en la investigación de Serrano, Briz y Belenguer.