Del 2 de febrero al 11 de junio del 2023 se puede visitar en CaixaForum la muestra Apollo 11, que revive el viaje en el que el hombre pisó la luna por primera vez. La exposición se sirve de objetos reales llevados al espacio, restos de meteoritos y réplicas a tamaño real para contar la historia de este lanzamiento que conmovió a toda la humanidad
VALÈNCIA. Un pequeño paso para el hombre pero un gran salto para el CaixaForum, aterriza en València Apollo 11, que desvela la historia completa de la primera vez que el hombre pisó la Luna. La muestra viaja desde los primeros cachivaches de Copérnico hasta la actualidad, analizando todos los estudios y elementos que hicieron posible que el Apollo 11 aterrizara en la Luna aquel 20 de julio de 1969. Para contar el relato el jefe de exposiciones Javier Hidalgo y Álvaro Borrás, el director del CaixaForum València, cuentan con la visión del experto en exploración espacial y asesor científico Rafael Clemente, quien a su vez se considera un apasionado del Apollo 11. El experto adapta la muestra, junto a Hidalgo, a dos tipos de públicos: aquellos adultos que vivieron el lanzamiento pero ahora apenas lo recuerdan y a los niños que se quieran acercar al fenómeno por primera vez.
En la sala hay elementos para entretener a cualquiera de las edades. Las maquetas a escala 1:1 pueden cautivar la atención de los más mayores, quienes podrán por fin imaginar como sería el viaje en aquel momento, mientras que la pantallas interactivas y los experimentos (como una simulación de lanzamiento del cohete) se refieren más al público más joven y lo cautivan a través de actividades que les llevan al aprendizaje sobre ese suceso histórico. Mientras pasea por la muestra Clemente considera que las pantallas que cuentan la historia del Apollo pueden ser interpretadas por cualquiera, y que a su vez dan pie a todo tipo de ejercicios en los que imaginar lo que supuso el lanzamiento en ese momento. El colofón de la visita es con una simulación real de lo que habría supuesto estar dentro de la nave, una experiencia que se puede vivir gracias a unas gafas de visión virtual y en un asiento idéntico al que viajó al espacio.
A lo largo de Apollo 11. La llegada del hombre a la Luna se cuenta todo lo que la tele y la prensa nunca ha podido mostrar. Las recreaciones a tamaño real permiten imaginar perfectamente lo que supuso el viaje en un cohete que parecía monstruoso pero que a su vez apenas podía albergar a tres personas durmiendo con comodidad. En el módulo lunar viajaban tres astronautas: Neil Armstrong, el comandante de la misión; Edwin Aldrin, piloto y Michael Collins, piloto y módulo de mando. Por un lado el recorrido por la sala permite imaginar cómo fue el viaje hasta el momento en el que el Eagle, punta de la nave que realmente fue hasta la luna con Aldrin y Armstrong, se separó del módulo LEM; por otro lado las maquetas a tamaño real de algunos elementos de la nave son las que realmente permiten conocer la historia completa del aterrizaje. Una historia que se compone de anécdotas, tales como que Armstrong no tendría que haber sido el primero en pisar la luna, lo explica Clemente: “Se trató más bien de una cuestión de logística”, desvela con tono divertido, “tal y como se habían sentado los pilotos tenía que salir obligatoriamente Armstrong antes que Aldrin”. Esto se puede comprender perfectamente gracias a las maquetas a tamaño real, que permiten comprender la claustrofobia de esas operaciones y como funcionaban realmente los dispositivos.
Borrás explica también que los datos que se exponen en la muestra se pueden comparar fácilmente con elementos que tenemos en la actualidad, dinamizando de esta manera la visita y acercándola a un nuevo tipo de públicos. El principal dispositivo que permitía que el cohete realizara sus funciones tenía menos potencia que un smartphone de hoy en día, y sin embargo resultaba totalmente funcional, "y no tenía el peligro de quedarse colgado en mitad de una llamada en conexión con la tierra", añade. En una parte de la muestra que permite acercarse a los viajes intergalácticos "de hoy en día" se muestra también, a través de vídeos, como los astronautas de la NASA pasan su día a día en el espacio realizando todo tipo de tareas: dormir, comer, practicar sus hobbies, descansar adecuadamente...
Con todos estos ejemplos lo que se hace es "humanizar" un relato que, tal y como lo considera Clemente, se sale de las capacidades de comprensión humana: "No somos conscientes de lo que supone realmente llevar a una persona al espacio. Lleva años de estudio y enormes equipos tras cada pequeña acción, que luego se materializa en un lanzamiento", y para ello también se cuenta la historia de todas esas pruebas que se realizaron antes de la exitosa misión del Apollo 11, comprendiendo el vuelo del Apollo 10, en la que el módulo lunar Snoopy se quedó tan solo a 14 kilómetros de la superficie de la superficie lunar. "Para comprender la importancia del Apollo 11 hay que conocer la historia desde el momento en el que surge el interés por observar la luna a través del "telescopio" de Copérnico en el 1609 hasta el momento en el que sucede todo", y para ello hay que enlazar el relato en un paseo que hable del espacio, los integrantes de la nave y los elementos que hacen posible un despegue en una misma sala.
La muestra rescata esa fascinación que se vivió en el momento en el que el Apollo 11 aterrizó en la luna, se hace ahora “con una mirada con interés lúdico y a la vez con una visión científica”, según Borrás, ambas casan perfectamente en una muestra que revisita el viaje desde el pasado “y hacia el futuro”. Celebra el director que esta muestra complementa de forma perfecta el CaixaForum, al que tan solo le pasaba en este paisaje la luna: “Gracias a la arquitectura que rodea a la muestra contamos con un paisaje verde, un cielo, un arcoíris… nos faltaba esto”, ha celebrado. Para ello una réplica de la luna se ha colgado a las afueras de la sala de exposiciones, con motivo de llamar a los visitantes a este momento de la historia, que se puede complementar con la muestra de Marte que hay en el Museu de les Arts i les Ciències.
Antes de despegar de la sala Clemente revisa una anécdota más sobre el viaje intergaláctico, que casi no vuelve a tierra por un despiste: "Cuando Aldrin se intentó mover a través del Eagle -para bajar tras Armstrong a pisar la superficie lunar- contaba con tan poco espacio que rompió sin querer un interruptor, que era el que les indicaba si estaba activada o no la propulsión para volver a la Tierra. A través de una llamada con la Tierra pudieron confirmar que el botón no se había accionado por el golpe, y tuvo que ser Aldrin quien lo pulsara con la punta de un bolígrafo. Por lo tanto, si no hubiera existido ese bolígrafo ellos jamás habrían vuelto para contarlo".
La exposición 'Espejos' permite asomarse a caleidoscopios a escala humana, experimentar con la luz y hasta 'levitar'