VALENCIA. En el ámbito de las artes escénicas, la Navidad se asocia a la llegada del circo a la ciudad -en esta ocasión, y por decisión de la Junta de Gobierno local, sin animales- y a la reposición del ballet de El cascanueces.
La partitura de Chaikovsky fue compuesta entre 1891 y 1892 y coreografiada por Marius Petipa y Lev Ivanov por encargo del director de los Teatros Imperiales de Rusia Ivan Vsevolozhsky. Pero no fue hasta los años sesenta del pasado siglo cuando los países occidentales empezaron a programarlo en vísperas de las fiestas blancas, sumándolo a sus tradiciones.
Dos nombre procuraron el abrazo popular al ballet ruso: Disney, al incluir siete fragmentos de la composición de Chaikovsky en su película de animación Fantasía, de 1940, y George Balanchine, cuya adaptación para el New York City Ballet fue televisada a finales de 1950 en EE.UU.
Este año el clásico se encarama a los teatros valencianos hasta en tres propuestas. El fin de semana se ha programado en Las Naves un espectáculo de danza infantil a cargo de Proyecto Tito Yaya titulado Moniquilla i el trencanous. el 16 de diciembre se retransmite en directo en el Auditori Torrent la puesta en escena de la Royal Opera House de Londres y los días 17 y 18 de este mes lo representa en el Teatro Principal el Ballet de San Petesburgo.
“A veces, nuestro mundo ha pecado de ser separatista, no ha sido habitual que un montaje fuera entre comillas fácil. De modo que me parece fantástico que la gente mantenga algún tipo de costumbre relacionada con la danza, porque es importante que al público no le dé miedo meterse en un espectáculo de ballet”, expone Gustavo Ramírez, coreógrafo de la versión familiar que visita Las Naves los próximos 12 y 13 de diciembre.
La pieza es la tercera entrega de una serie de historias en torno a una niña llamada Moniquilla. La saga de danza arrancó con Moniquilla y el ladrón de risas, después continuó en EE.UU con Moniquilla and the Moon Monster, interpretada por la compañía comandada por el bailarín alicantino durante cuatro años, Luna Negra Dance Theater de Chicago, y el tercer episodio retoma este fin de semana a los personajes infantiles con guiños a El Cascanueces.
“El montaje original era para los niños de hace un siglo y éste está pensado para los pequeños de ahora, su protagonista resulta más traviesa. Hace 30 años sin ir más lejos, en mi generación, éramos más ilusos, más simples que una escoba. En la infancia actual sigue habiendo inocencia, pero ahora tienen un mayor acceso a la información”, argumenta Ramírez.
De ahí que haya embarcado a su heroína en aventuras que mantienen el espíritu de riesgo y descubrimiento que de niño le fascinó en las películas de Indiana Jones y Scooby Doo. La pátina del ballet ruso se cuela en varias escenas, la más destacada un paso a dos entre Moniquilla y el villano que asemeja el Grand Pas a Deux entre Clara y el príncipe.
Gustavo comparte que durante su experiencia en EE.UU. fueron muchos los compañeros de profesión que le relataron cómo decidieron empezar a bailar después de ver El cascanueces en una función navideña. El ballet clásico se ha erigido en una toma de contacto primigenia con la danza tanto para los futuros profesionales como para la audiencia neófita.
“En España, la eclosión del contemporáneo alejó a mucho espectador de las salas. En los ochenta hubo un núcleo muy creativo, tras la dictadura se generó mucha experimentación y cuando el arte prueba, unas cosas salen bien y otras no. De forma que hubo gente que entró y vio propuestas muy extrañas, que le asustaron. En la actualidad hay un equilibrio, y tanto nosotros como la ciudadanía hemos cambiado, pero El cascanueces, como Shakespeare en el teatro, siempre acerca a nuevos públicos”.
En el Teatro Principal se ha optado por una versión ajustada al original, a cargo del Ballet de San Petersburgo, compañía fundada por el solista principal de Mariinskiy Ballet, Andrey Batalov, que firma la coreografía.
La representación consta de todos los elementos del libreto que adaptó Alejandro Dumas (padre) a partir del cuento escrito por Ernst Theodor Amadeus Hoffmann en 1816, El cascanueces y el rey de los ratones. El mago e inventor de juguetes, los soldaditos de plomo, los roedores y el reino de las nieves y el país de los dulces ejecutarán sus bailes y escaramuzas en las tablas del teatro de la calle de las Barcas.
Auditori Torrent ha programado en cambio la emisión en directo desde Londres de la coreografía de Peter Wright. Su propuesta difiere de las representadas en la actualidad por la inclusión de una escena desterrada del original de Lev Ivanov, El vals de los copos de nieve.
“El ballet tuvo un inicio problemático -demostrándose ampliamente impopular entre el público y los críticos- y su coreografía fue reemplazada en consecuencia con el paso de los años. Cuando Peter Wright creó su producción de 1984, decidió incorporar lo que quedaba del vals original. Con la ayuda del profesor Roland John Wiley utilizó sus propios pasos para reconstruir los patrones de suelo bailado por las chicas del cuerpo de baile de Ivanov, formando su propia versión de esta tormenta de nieve brillante”, documenta la proveedora de contenido de ballet de la Royal Opera House, Rachel Thomas.
Esta adición al cuento de hadas se suma a los habituales efectos especiales: los niños que levitan, el árbol de Navidad de la mansión Stahlbaum, que crece sobre el escenario durante el primer acto, las explosiones y los trucos de magia que desde hace casi una centuria abren la puerta del ballet a niños de todo el mundo.