¿Ratas o ratones? Las diferencias del diseño gráfico entre ambos animales siempre me ha hecho sonreír: ratas son las que Walt Disney dibuja confeccionando un vestido a Cenicienta. Los ratones pertenecen más bien a la completamente olvidada órbita de Jan Amós Comenius, autor de la Didáctica Magna y creador de la ilustración didáctica y los libros de texto.
Por algún extraordinario motivo, la labor didáctica de enseñar el Mundo a nuestros niños se deja preferentemente al animador, director y productor estadounidense antes que al teólogo, filósofo y pedagogo checo. Y de los procesos mentales que se afincan en los jóvenes durante estas fechas navideñas, deriva en el desconcierto que nos produce a los adultos su manera de entender la vida, que es no entendiéndola.
Cada año que empieza, el mercado lanza sobre nuestros hijos varias toneladas de idiotización, imprescindibles para que los padres podamos sobrevivir a estas fiestas en las que tenemos tiempo de disfrutar la vida con ellos arruinándonos en la compra de globos, espectáculos y juguetes.
Cuando nos damos cuenta que nuestros bebés caen hipnotizados bajo coloridas animaciones y sus sucedáneos, nuestra elección está hecha. Además, socialmente se acepta mejor llevar a masas de niñas a ver Princesitas Disney Sobre Hielo que a un documental sobre el hambre en Nigeria, documental que podría lanzar a nuestras vástagas a abrazar posteriormente el comunismo en vez de ser felices Letizias con tiara. La gente adora el cine. Y aún más a las estrellas de cine que al cine en sí mismo. Especialmente encanta el poder de atracción de las grandes actrices, reales o de animación. Todos quieren saber quién es la más popular entre las diosas de las pantallas. No se trata de un concurso de belleza, sino de un estilo de elecciones bajo el modelo de Hollywood que nada tiene que ver con la democracia y en el que a veces puede salir elegida, por ejemplo, Belén Esteban bajo el muy paradójico nombre de Princesa del Pueblo. La disyuntiva entre necesidad y consumo es, cada día que pasa, menos disyuntiva.
Pero de las profundidades abisales del Espíritu de las Navidades Sociales Presentes les hablaré después. Primero, las presencias importantes que este año han sido en nuestra ciudad, objetivo real de estas crónicas.
El motivo fue la presentación de la firma de joyas Eva Kay. Las propuestas decorativas de esta tienda, situada en la calle Hernán Cortés 24, crearon la atmósfera idónea para disfrutar de un excelente catering servido por el restaurante japonés Komori – de la familia Honrubia, concretamente de Nacho, el hijo de Rafael- y por la exclusiva distribuidora de vinos y champagnes Dicoval, de Javier Monedero Sena.
En Ampasi, como decía el futurista Filippo Tommaso Marinetti, todo es moderno y práctico a la vez: sus adornos de Navidad han creado en muchos hogares impecables puestas en escena de buen gusto, acordes en color, calidad e iluminación, de diseño español y europeo, en las antípodas de otras propuestas traídas desde el Lejano Oriente. Además, han abierto su abanico de propuestas a ropa, chaquetas y chalecos, con el toque de lujo de lo cien por cien natural y a complementos con personalidad. Por ejemplo, esta nueva marca en joyería, Eva Kay, que es la evolución de la marca Eve & Kay, que empezó en 2007, de la mano de su creadora Eva Caídas.
Eva Kay irrumpe con un producto artesano nacional, exquisito y distinto a toda la oferta existente. Son joyas de autor que quieren transmitir una filosofía metafísica, con final socrático: la esencia de las pequeñas cosas con todo su valor. Sus piezas combinan piedras semipreciosas, cristal checo y piezas bañadas en oro. Sus collares son piezas únicas, reconocibles a primera vista, de estilo urbano. Uno de sus secretos son los cierres que dejan de ser invisibles para cobrar protagonismo y convertirse en uno de los emblemas de la marca. Los cordones lucen coloristas, favorecedores y combinables entre ellos, y convierten a las joyas de diseño de Eva Kay en algo tan adictivo que una quiere tenerlo "todo" para combinarlo con "todo", como le ocurre a Marguerite en el Fausto de Gounod.
Los collares, los pendientes, los brazaletes y las pulseras, están inspiradas en antiguas piezas de joyería egipcias, griega y africana. Eva posó con Silvia y Amparo y el resto de invitados dio sentido a la orfebre expresión “broche de oro”: Pablo Serratosa y Germán Ros, respectivos maridos de las anfitrionas, con sus hijos, y Marisol Turmo, madre de Silvia; Mairen Beneyto con un renard verde botella, con los señores de Laínez; Ana Serratosa y Javier; los Sres de Darder; Cuchita Lluch, quien se reencontró por Navidad con su familia y sus amigos de siempre; Jose Tamarit y Pilar Puchades, de “Chapeau”; los Sres de Rubert; los Sres de Pascual; los Sres de Mariner; los Sres de Aguilar; Los hermanos Mellado y esposas. Los Sres de Peralta; los Sres de Gómez Lechón; los Sres de Robles; Trini Gracia; Jorge Martí; Patricia Montoro; Dolores Méndez; Gloria Piñeiro, fundadora y directora general de Eva Kay; Mª José Torrente; Manolo Ríos y Arancha Vinaixa; Alfredo Montoro y Nanda Botella; Santiago Pérez-Manglano y Mª José Ferrer; Carolina de Gregorio; Esther Martin; Mario Mariner; Pablo y David Escolà, con sus respectivas esposas; y las encantadoras y atentas a todo, Makela Forcada y Misuka Corbi.
Este enero lo pasaré en Madrid desde donde les comentaré lo que discurre entre nuestras capitales emblemáticas. Estaré en los Microteatros, donde ya me he encontrado con la primera valenciana, la actriz Esperanza Candela, de Crevillente, con quien Marta Valverde y un servidor compartimos las sesiones golfas con la reposición de la obra del valenciano Vicente Marco, no Vicent Marco, “Los hijos de puta”. Tenemos este horario porque La Valverde está con la comedia musical “Menopause” en el Teatro Arlequín con la multifacética Charo Reina, la gran Edith Salazar y Belinda Washington. Los miércoles y sábados después de su gran función, Marta se cruza la Gran Vía con sus elegantes andares y su buena planta y se sumerge varias horas más en el teatro “micro”. Para que sepan lo apasionado y agotador que puede ser este oficio.
Nocturnidad y elegancia
A los microteatros suele acudir, y más en estas sesiones tardías, toda la sociedad artística y bohemia de Madrid. En el estreno del pasado miércoles estuvo la mítica periodista y directora de documentales Vampirela, con quien hice la prueba de autentificación de la marca Yves Saint Laurent patentada por mí. Consiste en derramar accidentalmente un vaso de cerveza sobre la mesa donde se encuentra el supuesto artículo de lujo. Si la propietaria se lanza, como hizo Vampi, a salvar su elegante bolso de la catástrofe como la madre en el juicio de Salomón con su hijo, es que el complemento es auténtico. Si espera a limpiarlo con una servilleta de papel restándole importancia, es que el bolso de “marca negra” o su propietaria es Imelda Marcos.
Madrid es una fuente inagotable de encuentros fascinantes. En el estreno estuvo también, a escasos metros de nosotros, Abraham Gascón, que no solo es un encantador emprendedor enamorado de lo ultraliberal, sino que también es un artista que ha elevado la tostada a la categoría de arte. Con veintiún años patentó un dispositivo de señalización automática para no tener que bajar del vehículo para colocar los triángulos de señalización de accidente. Abraham perdió a su padre cuando éste trataba de ayudar a las víctimas señalizando el lugar del suceso, y con este invento ha conseguido evitar muertes en las carreteras. El sistema consiste en un botón del salpicadero que activa el descenso de una plataforma hasta el asfalto; posteriormente sale un coche teledirigido que lleva el triángulo de señalización con un mando a distancia y una cámara de vídeo para colocar los triángulos sin peligro. La patente le proporciona buenos beneficios y su constructora tiene muy buenas relaciones con políticos, embajadores y empresarios. Es por ello que muchas de sus obras artísticas sobre tostadas, repartidas entre las paredes de coleccionistas, particulares y fundaciones como BBVA, Antonio Pérez, Art For Heart Foundation o IBERCAJA, tienen fines solidarios: Abraham utiliza el soporte de su obra como crítica social; el pan, elemento básico de la alimentación, es la base de pintura y de su proyecto “La Tostada que dio la vuelta al mundo”, una única tostada pintada con cientos de colores que recorre 194 países para mostrar la parte más amable de cada uno de ellos. Una vez finalizado este recorrido, se llevará a cabo una subasta de 194 tostadas, todas diferentes, y una por cada país, cuya recaudación se destinará a diversas ONG. Por si fuera poco, ha colaborado también con la Fundación Libre de Barreras y Mensajeros de la Paz del Padre Ángel.