El concejal de Comercio anunció el recorte de la apertura en domingo para el 1 de enero, pero el Ayuntamiento no aprobará la medida hasta diciembre y la Generalitat estima que su aplicación tardará más de dos meses
VALENCIA. La pretensión del Ayuntamiento de Valencia de acabar con la libertad de horarios comerciales el 1 de enero de 2016 no será posible. Al menos así lo afirma el director general de Comercio de la Generalitat, Natxo Costa, administración que ha de ratificar la decisión del consistorio.
El Ayuntamiento quiere tomar la decisión de acuerdo con el sector, y para ello ha creado el Consejo Local del Comercio, en el que las asociaciones a las que incumbe la política comercial se encuentran representadas. Las entidades, sin embargo, todavía están nombrando sus vocales en el organismo, y el propio consistorio estima que no podrá convocarlo al menos hasta el miércoles 25 de noviembre ni celebrar el primer encuentro -por tanto- hasta principios de diciembre.
En caso de lograr el visto bueno de las asociaciones, el ejecutivo local procederá a aprobar el recorte a la apertura en domingo en comisión de gobierno, pero ya sin margen de tiempo para que el Consell lo ratifique. “Si nos llega ya en diciembre no lo tendremos hasta febrero”, afirma Costa.
Según el dirigente, "la conselleria necesita entre uno y tres meses para tramitar los informes", todo siempre que no surja ningún inconveniente que dilate todavía más el proceso. Ello, sumado las festividades de Navidad, aplazan el cambio de modelo al menos hasta el mes de febrero, lo que permitiría la apertura en la ciudad de los domingos y festivos de todo el mes de enero, coincidiendo con el periodo de rebajas.
Plazos aparte, la verdadera amenaza para los planes del Ayuntamiento es el proceso judicial que podrían iniciar los contrarios a la medida -grandes empresas y superficies comerciales- dispuestos a recurrir la decisión de las administraciones y, por consiguiente, a impedir su aplicación real mientras la justicia dirime a respecto.
La intención del consistorio es pasar de las actuales cinco Zonas de Gran Afluencia Turística (ZGAT) a sólo una alrededor de la Lonja. El perímetro de ésta no incluiría ninguna gran superficie ni franquicia obligada a cerrar los domingos, por lo que, en la práctica, supondría el fin de la libertad horaria en toda la ciudad.
Como contrapartida para evitar la guerra judicial con el gran comercio el Consell estaría dispuesto a ofrecer, en lugar de zonas con libertad total, un mayor número de festivos anuales de apertura, que en la actualidad son diez.