VALÈNCIA. Cambio de gobierno y cambio de caras en la primera línea de la política cultural valenciana. Tras el terremoto que se ha vivido tras las destituciones en el Institut Valencià de Cultura y el Consorci de Museus, ahora es el turno de la elección de sus respectivos sucesores. Y aquí, la Conselleria de Vicente Barrera (Vox) ha ido proponiendo diferentes modelos para hacerlo. Desde hace unos quince años, a nivel estatal se han ido promoviendo los llamados códigos de buenas prácticas culturales, que implican una serie de medidas para garantizar la independencia en la elección y gestión de las instituciones culturales y protegerlas así del contexto político. En la Comunitat Valenciana, la Generalitat aprobó el suyo en 2015, aunque no lo aplicó en todas las convocatorias que gestionaron. Con todo, el nuevo Consell formado por PP y Vox no ha aterrizado cuál es su modelo favorito y ha acabado haciendo convivir un abanico de convocatorias de distinta naturaleza.
El ejemplo más claro es uno de los concursos que se está llevando a cabo actualmente, el de las direcciones adjuntas del Institut Valencià de Cultura (IVC). El equipo liderado Barrera avanzó su intención de cesar a Francesc Felipe, Marga Landete y Roberto García a mediados de octubre, una decisión que más tarde justificaría acusando a los gestores de "politizar" la programación. Cabe recordar que los contratos de los tres estaban vigentes y, de hecho, los de Landete y García habían sido recientemente renovados. Por su parte, Abel Guarinos, director general del IVC, sí se mantendrá en el puesto al haber recibido el beneplácito de la Conselleria. Los ceses se harán efectivos, previsiblemente, este lunes.
“Hemos cambiado a los tres directores generales [del IVC] porque tenemos toda la legitimidad y todo el derecho a aplicar nuestras prioridades culturales. Para eso nos han votado los ciudadanos y esto no es censura, esto es legitimidad democrática”, explicaba Paula Añó, Secretaria Autonómica de Cultura y Deporte, en una entrevista reciente en La 8 Mediterráneo. En los mismos términos se expresaba antes de los ceses el Director General de Cultura, Sergio Arlandis: “Cada administración tiene el derecho a poder decidir cual puede ser su equipo que encabece y lidere ese trabajo. No significa que debas cambiarlo, pero tienes el derecho”.
En las próximas horas se cierra el plazo para presentar la solicitud para optar a alguna de las tres direcciones adjuntas del Institut Valencià de Cultura. El actual proceso guarda pocas pero sustanciales diferencias con el que se ha puesto en marcha. Tal y como informó Culturplaza, hay dos cuestiones clave que desaparecen. En primer lugar, se elimina la ponderación del proyecto y la entrevista personal, que en la convocatoria anterior era de un 60%-40%, respectivamente. En su lugar, la comisión de valoración revisará el currículum y el proyecto de cada candidatura, sin proponer una nota final ni puntuaciones objetivas. Más tarde, hasta cinco personas podrán pasar el corte y entonces se les hará una entrevista personal, tras la cuál, otra vez sin evaluaciones contrastables, se elegirá al favorito. En la evaluación del mejor proyecto, esta convocatoria elimina la perspectiva de género como mérito a valorar.
Por otra parte, la convocatoria no especifica la duración del contrato porque no la hay. El Institut Valencià de Cultura decidirá su alta pero también su cese, sin necesidad de renovaciones ni evaluaciones, pero también con la flexibilidad de poder prescindir de los nuevos directores adjuntos cuando se crea oportuno.
La dirección artística del Consorci de Museus sale a concurso, pero no su gerencia
Pero el cese de los directores adjuntos del IVC no es el único cambio de caras aplicado en los primeros seis meses del nuevo gobierno. Quizá el que mayor respuesta pública por parte de los sectores culturales ha provocado es el de cese del ya exgerente del Consorci de Museus, José Luis Pérez Pont. En su caso, desde la Generalitat no se justificó con un cambio en las políticas culturales, sino que fue un cese “disciplinario” tras haber detectado “irregularidades y mala praxis en su gestión”, tal y como expresaron tras el Consejo General en el que se acordó su salida, solo con el voto en contra del Consell Valencià de Cultura. Su polémico cese vino también con la noticia de un cambio de modelo en la coordinación del organismo, que gestiona un presupuesto que supera los seis millones de euros y tiene por objetivo la coordinación del Centre del Carme y de proyectos de ámbito artístico entre distintas instituciones.
En este sentido, desde Cultura se ha apostado por un modelo dirección bicéfala, algo que ya pasa en otras instituciones culturales públicas, por el que se separará la gerencia de la dirección artística, deshaciendo una unión que, de acuerdo con el nuevo equipo de gobierno, no era “sana” para la institución. “Creemos que ha habido una unión de facultades en torno a una persona que no es sana para la administración, donde [Pérez Pont] acometía unas funciones de director artístico y también de gerente. Nosotros vamos a hacer una diferenciación en esas dos figuras para que precisamente haya un control. Ese contrapoder no existía”, explicaba el propio conseller, Vicente Barrera, durante una entrevista con Culturplaza.
Se han separado ambos ámbitos, pues, aunque cada puesto se ha gestionado de una manera distinta. Así, la dirección artística saldrá próximamente a concurso público con un modelo que “se acomoda al seguido por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, adaptándose a la singularidad del Consorci”, tal y como explicaron desde la institución en diciembre. Las bases, en este caso, todavía están por publicar. La gerencia del Consorci de Museus es otro cantar, pues en este caso se ha descartado el concurso y para el puesto se ha seleccionado de manera interna a uno de los trabajadores del centro, Nicolás Bugeda, que desde finales de 2023 ocupa la gerencia del organismo.
Los criterios que han marcado el cambio de modelo en el Consorci de Museus parece, sin embargo, que no son aplicables a otros de los centros expositivos dependientes de la Generalitat. En el caso del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), que se rige por su propia Ley, la gerencia –también separada de la dirección artística- sí será ocupada mediante un proceso abierto. Fue, de hecho, con el gobierno del Botànic en funciones cuando se puso en marcha el proceso de selección tras la no renovación del contrato del anterior gerente. El proceso, ralentizado por el cambio de gobierno, acabó sin embargo sin resolución satisfactoria: en noviembre se declaraba desierta la convocatoria “al considerar que ninguno de los candidatos resulta idóneo para ocupar el puesto". Y vuelta a empezar. Hace apenas unos días se reiniciaba el proceso con la nueva publicación de las bases, en las que se incluía una modificación, acotando la búsqueda a candidatos titulados en Derecho.
Y, de nuevo, otro modelo. En este caso, viaje a Castellón. Tal y como desvelaba esta misma semana Culturplaza, el departamento de Barrera optó el pasado mes de diciembre por no prorrogar el contrato de Carles Ángel Saurí al frente del Espai (EACC), una dirección a la que accedió en 2021 a través de un proceso abierto de licitación. El liderazgo del centro cultural pasará a ser asumido por Lorenza Barboni, exdirectora del centro y en los últimos años directora del área de Gestión y Comunicación. “En esta labor quirúrgica de análisis de todo el sector público instrumental consideramos que es la mejor opción: no se pone a dedo a nadie se optimizan recursos propios con empleados públicos. Barboni es personal de la casa y de sobrada capacidad”, explicaba al respecto de la noticia la Secretaria Autonómica de Cultura, Paula Añó, a través de la red social X, antes Twitter, descartando por completo la externalización o la apertura de un proceso de selección para el cargo. "Una optimización de recursos nunca puede ser desmantelar los recursos que tiene una institución pública. Al final, la no renovación de mi contrato lo que implica es que en el EACC hay dos personas ahora en oficina", reflexionaba por su parte Carles Ángel Saurí, en una entrevista con este diario publicada este domingo.
¿Elegir a dedo está mal? El caso del Palau de la Música
Hay una tercera vía para la elección de las altas direcciones de las instituciones culturales, que es la designación directa sin convocar ningún proceso. Lo que coloquialmente se conoce como “elegir a dedo”. Este sería el caso del nuevo director del Palau de la Música, Vicente Llimerá. José Luis Moreno, concejal de Cultura del Ayuntamiento de València, defendió en una entrevista con Culturplaza la opción elegida: “Legalmente está la opción de libre designación. La fórmula del concurso no es mejor ni peor, es otro procedimiento. (…) El anterior gobierno también ha hecho concursos en ocasiones y en otras no. Esto no quiere decir que sea la línea que se va a seguir siempre, pero en este caso fue por eso, porque es una persona de confianza que cumplía con el perfil. Es cierto que cuando empezaron los concursos tuvieron mucha repercusión, pero también es verdad que cuando se han mantenido no se ha presentado tantas personas. A mí me han llegado comentarios de gente de prestigio que no quería presentarse porque pensaban que si alguien quería contar con ellos debía llamarles directamente. Podemos tener un largo debate, pero las dos fórmulas son válidas. Creo que depende del momento, la situación y la propia entidad”.
Y, de hecho, el nombramiento de Llimerá fue mucho menos polémico que uno promovido por la misma concejalía: el del director de la Banda Sinfónica Municipal. Tal y como informó Culturplaza, la convocatoria escondía la composición del jurado, que se dio a conocer una vez se cerró la presentación de candidaturas. Tampoco había baremos para evaluar las competencias de cada candidatura de manera objetiva ni se especificaba la duración del contrato. El Ayuntamiento de València se defendió recordando que era la primera vez que se promovía un proceso abierto para dirigir la formación. Y es cierto. Pero también lo es que desde el principio varias fuentes de distinta naturaleza apuntaban a un favorito, Cristobal Soler, que fue el elegido finalmente.