PLATO DE LA SEMANA

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Albóndiga de cordero en Omeraki (Madrid)

Me alucina que a estas alturas me sigan sorprendiendo ciertas elaboraciones que se se salen de las formas más habituales de comer cordero –pierna, paletilla o chuletillas–. La última vez fue en el restaurante de Alberto Chicote y no se limitó solo a esta albóndiga.

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No es ningún secreto el amor incondicional que le tengo a la carne de cordero. Me pasa lo mismo que con las alcachofas, que si las veo en la carta –y estamos en temporada–, no hay opción: se piden. Mi inclinación natural cuando leo la palabra cordero es la de las alcachofas, hay que probarlo. Pero ocurre que la mayoría de veces, la carne de cordero se presenta en el restaurante como plato principal y parece que los principales, por una absurda convención que alguien algún día decidió, no se comparten. 

Imaginen mi alegría al acudir a una cena donde el 90% de los platos eran a base de cordero. Desde el aperitivo hasta el final. Allí estaba el cordero en un tataki, en paté en croutte, en forma de Paquito (cómo no), en brocheta, sobre un guiso de pochas… y en esta albóndiga, con la reducción de los jugos de la carne, acompañada por verduritas de invierno y coronadas por un velo de trufa negra. No sé si fue el mejor de los platos –cada uno ue servían se llevaba más elogios que el anterior–, pero sí que me hizo pensar en lo desaprovechada de este alimento que muchas veces relegamos a Navidad o a las torràs que verano. 

Omweraki, el restaurante de Alberto Chicote fue un descubrimiento. El espacio sorprende, desde la impresionante biblioteca gastronómica por donde se accede hasta la espaciosa sala diáfana en la que desemboca. El trabajo de todo el equipo, tanto de sala como de cocina, fue una maravilla, y Chicote –reconozco que tenía mis reservas por la imagen televisa del personaje– fue un anfitrión perfecto.  En Omeraki los platos de cordero que probamos gracias a Interovic que esa noche presentaba su campaña para los próximos tres años, irán rotando hasta finales de abril. 

Era un miércoles y celebrábamos lo cotidiano en torno a ese manjar que es el cordero. ¿Qué impide darse un homenaje como este a mitad de semana?

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