Si además ese chorizo viene de Jabugo y lleva el sello de Sánchez Romero Carvajal, la cosa todavía se pone más interesante. Pablo Coperias y David Sánchez, los cocineros y propietarios de Timoteo, que han conseguido que el bar sea referencia en muy poco tiempo, querían probar un embutido nuevo. El mismo día que les llegan estos jabuguitos –así se llaman– reciben la propuesta de Mahou de participar en el bravas Fest que se celebraba en Viveros. Y de esa feliz coincidencia nacen unas de las bravas más ricas de la ciudad.
“Es un embutido que está ahumado y secado durante mucho tiempo. Es muy buen chorizo”, nos explica Pablo, “decidimos hacer la salsa con el chorizo al ser picante y ahumado, pero queríamos hacer algo nuevo y sabíamos que estaba muy de moda el tema de las mermeladas saladas, así que empezamos a hacer pruebas hasta dar com la mermelada de chorizo que acompaña las patatas”. Crearon la receta in extremis, quedaban pocos días para el evento gastronómico y la afluencia se esperaba que fuese masiva. “Acabamos haciendo salsa de chorizo hasta en nuestra propia casa”, recuerda el cocinero. Respecto a las patatas, es una patata agria cortada en cubos, pochada primero y frita después para que quede blandita por dentro y crujiente por fuera. El alioli casero, el pimentón y la citada salsa donde el picante se funde con el ahumado y el almíbar consigue una combinación explosiva que elevan la tapa hasta un lugar en el que me quedaba a vivir.
Las bravas de Timoteo demuestran cómo es posible darle una vuelta de tuerca más a este plato indispensable. No me extraña que ganaran, ni tampoco que les vaya tan bien.

- Fotógrafo -
- Lucas Pérez