El mejor restaurante del mundo no es español (aunque hablamos el mismo idioma), pero sí lo es el segundo, el tercero y el cuarto, según resolvió The World's 50 Best Restaurants en València el pasado martes. Fue una noche de muchas alegrías y algún que otro sinsabor para la gastronomía española.
Dicen los organizadores de la que se considera la lista más prestigiosa del mundo de la gastronomía que entrar en el ranking de los 50 mejores restaurantes del mundo te cambia la vida. Aunque si has entrado a formar parte del selecto club que elige cada año The World's 50 Best Restaurants posiblemente la vida te haya cambiado mucho antes.
València ejerció de anfitriona y reunió a los mejores cocineros y cocineras del panorama gastronómico mundial en una noche con mucho calor en la que el restaurante Central, en Lima (Perú), se coronó como el mejor restaurante del mundo. Pero antes de que Virgilio Martínez y Pía León acompañados por su equipo subieran al escenario del Palau de Les Arts a recoger el premio pasaron muchas cosas.
El anuncio de que València acogería la ceremonia de los todopoderosos 50 Best la conocimos a principios de noviembre del pasado año. Una gran noticia para la ciudad auspiciada por el trabajo que hicieron desde las diferentes administraciones públicas y previo pago del canon correspondiente –entre un millón de euros y un millón cuatrocientos mil según indican fuentes cercanas–; y también gracias al empeño del cocinero de la Comunidad Valenciana que mejor se codea con el star system gastronómico, Quique Dacosta, cuyo talento puso a nuestro territorio en el mapa hace ya muchos años. Este evento cierra una periodo difícilmente repetible en València y en la Comunidad para los cocineros y cocineras de más renombre, que empezó con la celebración de la gala de la Guía Michelin el pasado diciembre y continuó con la entrega de los soles Repsol en el mes de febrero en Alicante.
“Esto no se va a volver a repetir en Valencia en cien años, así que, aunque anoche no dormí preparando todo lo que tenemos previsto hacer estos días, hay que aprovecharlo”, afirmaba el cocinero Germán Carrizo durante uno de los eventos previos a la ceremonia, el que organizó Gin Mare (uno de los patrocinadores de los 50 Best) en el que el restaurante Fierro y el restaurante Atomix de Nueva York crearon unos aperitivos maridado con los cócteles que preparó Locale Firenze, una de las mejores coctelerías del mundo, inspirándose en la ginebra mediterránea.
Esa noche, la previa a la gala, se celebraron dos fiestas en València separadas la una de la otra por escasos kilómetros. El escenario fue el mismo, la Albufera. En una se congregaron los cocineros y cocineras nacionales e internacionales invitados por The World's 50 Best Restaurants y sus patrocinadores. Hubo caviar, cócteles y paella además de música en directo y dj. En la otra, organizada por Conhostur y la D.O. Arroz de València, vinos y cavas de la tierra, all i pebre, llisa a la parrilla, aperitivos con toques valencianos y una entretenida representación acerca de Blasco Ibáñez que acercó la figura del escritor a los asistentes –la mayoría reconocidos cocineros y cocineras y jefes de sala de toda la Comunidad Valenciana–. En ambas, la misma puesta de sol –bellísima–, y los mismos mosquitos, que de momento no distinguen a los cocineros VIP del resto. “Es el premio de consolación para los que no nos han invitado a la fiesta importante”, bromeaba un cocinero valenciano. “Esta es la fiesta buena”, comentaba otro que antes había estado en la de los 50. Uno de los momentos más bonitos de la noche fue el largo aplauso que recibió el secretario de Turismo, Francesc Colomer, tras las que puede que sean sus últimas palabras ante el sector. “Lo echaremos de menos”, declaró Santos Ruiz, gerente de la D.O. Arroz de Valencia. Y estoy segura que pocas veces ha existido tal unanimidad en el gremio.
La gastronomía española domina el Top 5
Al día siguiente, a las seis de la tarde, se abrió el telón en el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, que acogía el cóctel previo a la gala y el photocall. Si eras un vulgar mortal o un periodista, tu photocall era el de la izquierda y las fotos te las hacías con el móvil; si llevabas la bufanda roja que acredita que estás dentro del prestigioso club de los 50, tu photocall era el de la derecha y tenías fotografía oficial. Los atuendos de los invitados hacían adivinar el país, o al menos el continente, de nacimiento. Unos cuantos kimonos, algún velo, alguna falda escocesa, smoking, traje oscuro y corbata para la mayoría de hombres blancos occidentales (qué aburridos somos en esta parte del mundo en lo que a vestuario se refiere). Y Andoni, como siempre, con camiseta. En la preparty hizo mucho calor y acabó todo el mundo agolpado en la terraza sin hacer demasiado caso a lo que estaba pasando dentro donde los patrocinadores sacaron la artillería pesada. Jamón del bueno (donde más cola había), cócteles de tequila y ron, caviar, vino español, sake, helados, tapas valencianas… y un cóctel que fue desfilando delante de nuestros ojos y que los de aquí no disfrutamos porque para nosotros era la hora de merendar y no teníamos hambre, a pesar de que se nos advirtió que comiésemos, que después de la ceremonia, el cóctel no iba a ser tan prolífico (y así fue).
La hora de inicio de la gala se acercaba y de allí no se movía nadie. Hasta que una animada charanga comenzó a tocar temas de ABBA y las mil y pico personas concentradas en el invernadero, perdón, en el museo, se dirigieron hacia el Palau de les Arts donde una hora más tarde de lo previsto comenzaba la ceremonia. La gala fue dinámica. William Drew, director de contenido de The Wolrd's 50 Best Restaurants dio la bienvenida en varios idiomas (bienvenidos fue casi la única palabra que es escuchó en español) y después de los vídeos correspondientes de promoción de la ciudad y de los partners que han ayudado a pagar la fiesta, se hizo un repaso de los restaurantes que este año conforman la cara b del listado, los que ocupan los puestos del 51 al 100 y en el que este año, por primera vez ha irrumpido Ricard Camarena restaurant. Había pasado media hora cuando comenzó a desgranarse el listado que inauguró The Chairman, en Hong Kong. Se agradeció que los 50 no subieran a recoger el premio al escenario y que solo se levantaran de sus asientos para saludar y mostrar su entusiasmo. También que no hubiese ningún discurso institucional (de eso tenemos que aprender de los ingleses). Entre medias, se fueron entregando algunos de los premios de la noche. La ovación más cerrada de la velada la recibió Andoni Luis Aduriz, reconocido con el premio ICON "por su incansable esfuerzo en la defensa de una industria gastronómica social y ambientalmente comprometida. También ha sido intrépido al desafiar las costumbres culinarias tradicionales, descartar el dogma de la industria a favor de la exploración y la experimentación en torno a los alimentos, e incluso cuestionar si los platos deben ser 'deliciosos' para ser valiosos".
El cariño que se palpaba en el ambiente hacia el cocinero vasco contrarrestó el jarro de agua fría que recibió su restaurante Mugaritz, que descendió diez posiciones, del 21º al 31º. Otro de los templos vascos, Elkano, también bajó cuatro puestos, del 16º al 22º. La gran sorpresa de la velada la dio Quique Dacosta restaurant que en 2022 ocupó el puesto 42 y que en esta edición escaló hasta el número 20. Otro momento emocionante de la noche fue el reconocimiento de Miguel Ángel Millán, del restaurante Diverxo, como mejor sumiller 2023.
El resto del palmarés ya sabemos cómo fue. No hubo demasiadas sobresaltos y al menos, los periodistas previsores, no tuvimos que cambiar la crónica en el último momento. Como se esperaba, el mejor restaurante del mundo se fue a Central, en Lima; el barcelonés Disfrutar subió al segundo lugar y Diverxo ascendió hasta el tercero. Etxebarri pasó del sexto al cuarto puesto. Nada mal. La gastronomía española sigue dominando en el top 5 de la lista, en la que también brilló Alchemist, en Copenhague que trepó del 18 al quinto puesto en otra memorable remontada.
Desalojamos el Palau de les Artes deshaciendo nuestros pasos de vuelta hasta el museo Príncipe Felipe donde de nuevo la charanga recibió a los asistentes, esta vez al ritmo de Chayanne con el tema que seguro más ha bailado el próximo conseller de cultura y vicepresidente del Consell, Vicente Barrera. Hubo más comida, y sobre todo bebida, en el cóctel post 50, aunque lo mejor sin duda fue la flor de calabacín rellena que preparó el restaurante Atalaya, en Alcocebre (Castellón). La cola para pedir jamón continuaba. Con mucho menos calor y los nervios ya templados de los participantes tras conocer la clasificación todo eran felicitaciones, selfies, abrazos. Pasaban las doce de la noche cuando nos invitaron a abandonar el recinto. Pero aún quedaba el after party en Umbracle, porque como dijo la presentadora Olivia Freijo al principio de la ceremonia, "this is Spain" y a organizar buenas juergas no nos gana nadie. Ni siquiera Lima.