tres recorridos por Pablo Griss, Rubén Tortosa y José María Yturralde

La importancia del color en la abstracción geométrica contemporánea

Formas y colores vibrantes nos acercan desde la pintura al mundo digital. Proponemos un recorrido por tres exposiciones en Valencia que, através de tres artistas de generaciones y técnicas diferentes, reflexionan sobre la actualidad de la abstracción geométrica: Pablo Griss, Rubén Tortosa y José María Yturralde

29/11/2016 - 

VALENCIA. Tres artistas han inaugurado recientemente en Valencia con exposiciones individuales en las que encontramos puntos en común y que, recorridas en conjunto, suponen una experiencia única e irrepetible, ¿Casualidad? Las tres muestras están proponiendo un diálogo con el espectador que interroga al elemento abstracto, tratando de que se sienta envuelto por las gamas cromáticas que el artista escoge, tal vez adivine objetos que salen de figuras geométricas representadas en la obra y valore el espacio en que ésta se expone, pues la abstracción geométrica puede quedar eclipsada, abarrotada o ensalzada según cómo esté expuesta, dónde se halle y de qué manera se disponga el montaje expositivo, eso es algo fundamental y lo veremos en estos ejemplos que os invitamos a visitar y a recorrer en persona. Las salas, además, son totalmente distintas en cuanto a distribución de espacios, tipo de programación y gestión, de hecho dos son privadas y la otra no. El orden en que planteamos el recorrido no es casual ni meramente cronológico a nivel generacional, la propuesta responde a un hilo conceptual que liga las tres muestras y que consideramos que se percibirá de manera más clara en este orden puesto que la primera, como veréis, es pura eclosión, la segunda conlleva una reflexión más reposada y la última directamente nos habla de meditación. Pero, por supuesto, cada cual que elija cómo y cuándo desea ver las exposiciones, lo que queremos es que no os las perdáis. 

El artista venezolano Pablo Griss (Caracas, 1971) acaba de inaugurar en la Galería Punto su exposición Resonance que podrá visitarse hasta el 10 de enero de 2017, en la cual explora los límites de la pintura geométrica, creando espacios tan concretos en su forma como ambiguos en su contenido e inspirándose en gamas cromáticas de diversa procedencia. Entre ellas, la que le inspira la propia ciudad de Valencia con tonos anaranjados, azules claros y blancos que para él representan el tipo de luz de aquí, que tanto le fascina y ha tratado de trasladar en una de sus piezas expuestas en la sala principal de la galería, la pintura titulada VALENCIA, en mayúsculas, un acrílico sobre lino de 120x170cm que llama la atención nada más entrar por sus romboides diagonales que, a diferencia de otras piezas, son atravesados por unas líneas naranjas muy vivas culminando en una especie de márgenes a derecha y a izquierda.

“Como un poema visual, los rombos se deforman, se emparejan y se sobreponen en un baile cromático. Son cuatro líneas trazadas una y otra vez en una geometría bella y perfecta: la repetición es un espacio de posibilidades. El rombo fue como amor a primera vista: puede deformarse, pero sigue siendo la misma forma, también puede deconstruirse y crear nuevas cosas”, explica el artista, que emplea su dominio del color y los elementos geométricos para remitir al mundo digital, pop o tecnológico, así como a la psicodelia, pero tratando de profundizar, sin quedarse en la superficie. 

El blanco, el negro, el magenta, el azul, el plateado y el dorado a base de pan de oro sobre el lienzo pintado, toman protagonismo en esta muestra. Griss, que se formó en Estados Unidos, vivió y trabajó alrededor de una década en Nueva York, luego en Panamá y actualmente reside en Berlín, expone por primera vez de forma individual en España y lo hace en Valencia, ciudad en la que, confiesa, tal vez emplace su próximo estudio el año que viene, “estoy pensándolo pero no sé para cuándo será”, dice, ya que la idea de producir aquí su trabajo le atrae mucho, así como el ritmo de vida, los espacios culturales y la luz, sobre todo la luz.  

La galería Set Espai d’Art acoge hasta el 14 de enero la exposición Geografías de la Luz de Rubén Tortosa (Moixent, 1964) fruto de una investigación cromática muy particular y una reflexión de la imagen digital surgida de las pantallas desde los aspectos de la visualización y adopción de datos, derivando en un cuestionamiento filosófico sobre los límites de la representación y el papel de la abstracción geométrica azarosa que proyectan las nuevas tecnologías a diario y que tiene más que ver con la naturaleza de lo que podríamos pensar, que forma parte de nuestro viaje personal. 

La obra que Tortosa titula 20.000 Pies de Altura, para la cual ha colaborado con el Ingeniero Informático Miguel Sánchez, nos remite a la idea de viaje en abstracto y representa el trayecto aéreo de cualquier avión que podríamos estar divisando desde el suelo forzando la vista para descubrir una ínfima línea blanca surcando el cielo azul. El mecanismo de la obra es tan sutil y bien planteado que, con una velocidad especialmente baja, nos hace dudar en principio de si existe movimiento o no, si es mecánico u orgánico, después, si el movimiento se repite o traza cada vez una línea distinta, un recorrido diferente en lo alto… Ahí surge la mayor duda, hacia la que el artista parece que busca enfocar nuestra atención: ¿Hay “carreteras” en el cielo? ¿Se repiten las coordenadas de las rutas y por lo tanto distintas aeronaves surcan el mismo tramo exacto, dejando la marca de su paso en blanco sobre azul una y otra vez allí? Estos trayectos de idas y venidas, pasando de un código a otro, se convierten en formas traducidas en metáfora de la visualización contemporánea del espacio-tiempo. 

 

El espectador dudará ya de cada una de las obras presentes en la muestra, recorrerá el pequeño espacio galerístico con la impresión de aproximarse a una inmensidad de posibles variaciones cromáticas en movimiento y sin embargo 20.000 Pies de Altura, inteligentemente expuesta a la entrada de la galería presidiendo, o más bien introduciendo, el proyecto, es la única de las piezas con tal mecanismo. Pero ya no podremos dejar de sentir ese efecto, que nuestra mirada, traicionada como por un trampantojo que procura hacernos reflexionar en torno a lo real y lo virtual, se perderá en el universo del artista mogentino, que crea desde su estudio en una preciosa alquería rodeado de naturaleza. Así, dicha naturaleza se halla presente en su obra de manera constante, desde el error digital, incluso a través de impresiones digitales, traslada formas y colores de nuestro entorno natural pues las pantallas nos acompañan en el día a día y se han convertido en el paisaje más cercano. Amarillos y terracotas combinados con verdes resplandecientes y por otro lado azules que nos hacen pensar en esa separación cielo-tierra parecen vibrar y moverse, “¿de verdad no hay más mecanismos detrás?” preguntará el espectador al adentrarse y dejar a su espalda el lienzo azul. 

Ese lienzo azul que actúa de ventana/pantalla se vuelve un cuadro abstracto de líneas cambiantes, tan hipnóticas como su volatilidad. El artista plasma la estela blanca del tiempo como la imagen de un acontecimiento para que la retengamos pero nos la va cambiando y no podemos. Tortosa transporta datos arriesgando el componente estético de cada obra, jugando con la abstracción geométrica que pudiera surgir del error digital cuando en realidad intuímos que toda esta nueva producción conlleva un tratamiento exquisito y controladísimo. Como el maravilloso Mago de Oz de Frank Baum esconde pura filosofía, lanza retos, cuestiona los límites de la representación y, al fin y al cabo, transmite una emoción. 

Por su parte, José María Yturralde (Cuenca, 1942) que llevaba más de una década sin mostrar su trabajo individualmente en Valencia [como él mismo apuntó en la rueda de prensa de presentación de la muestra], transmite emociones a través de formas y colores desde la abstracción en términos mínimos tal y como podemos ver hasta el 29 de enero en la Sala Martínez Guerricabeitia de La Nau bajo el título Yturralde. Cartografías de lo sublime, otra exposición imprescindible que evidencia la importancia del color en la abstracción geométrica contemporánea. Pintura fluorescente, sintética y plástica sobre madera, círculos que invitan a la meditación, que hablan de vacío y de plenitud a la vez, de lo bello y lo sublime, temas trillados en el arte contemporáneo aunque pocas veces abordados con su maestría. 

 

El artista conquense asegura que para él pintar es como respirar y que cuando lo hace está intentando “hacer visible la infinidad”. No es baladí que se le considere uno de los pintores más detacables dentro de la tradición europea de la abstracción geométrica. Desde su estudio en Alboraia ha creado la obra recientes que ahora podemos disfrutar en esta exposición, que no es una retrospectiva si no un proyecto concreto en el que verdes, azules, amarillos y rojos en diferentes tonalidades, atrayentes e impactantes, inundan la sala a gran formato. 11 piezas seleccionadas por el comisario de la muestra, Santiago Pastor, que además ha dispuesto a la entrada de la exposición un vídeo producido para la ocasión, que puede escucharse con los auriculares colgados bajo la pantalla y que reúne intervenciones del catedrático de Estética y Teoría de las Artes Román de la Calle y del historiador del arte Tomás Llorens, entre otros profesionales del sector artístico que opinan sobre la obra de Yturralde y desvela detalles de su proceso creativo. 

Mientras que Griss y Tortosa se aproximan a lo tecnológico, a la imagen digital, al error, a todo un mundo lleno de figuras infinitas, Yturralde encierra círculos infinitos y cuadrados inquietantes que sobre todo nos abocan al vacío pero no con una visión pesimista, ninguno de ellos así lo plantea, al revés. Sus líneas verticales u horizontales, difuminadas, romboides, circulares, controlan las variaciones cromáticas hacia los límites del soporte, los tres artistas, en definitiva, delinean un espacio con profundidad y nos enseñan que la abstracción tiene un potencial abrumador capaz de despertar nuestras mentes y deleitar nuestras miradas.