VALÈNCIA. El pantalán de Sagunto, un molino y una casa grande corren riesgo de derrumbe. Se trata de tres elementos arquitectónicos de la provincia de Valencia muy distantes en el tiempo y muy diferentes entre sí, pero les une el estado de ruina y abandono en el que se encuentran. Esto ha motivado que hayan sido incorporados a la Lista Roja del Patrimonio que elabora la asociación Hispania Nostra y que recoge más de mil monumentos españoles que se encuentran sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores.
El pantalán es una superestructura perteneciente a la vanguardia tecnológica industrial de la segunda mitad del siglo XX. Este elemento patrimonial se encuentra vinculado al proyecto de explotación minera a cargo de la Compañía Minera de Sierra Menera (CMSM) en Puerto de Sagunto. Esta empresa, que se constituyó en los albores del siglo XX, fluyó siempre paralela a la Compañía Siderúrgica del Mediterráneo (CSM) en su devenir histórico, convirtiendo el territorio costero de Sagunto en el complejo siderúrgico industrial más importante del Mediterráneo español. Esta infraestructura fue construida como cargadero de mineral, entre 1975 y 1977, con un calado superior a los 14 m de profundidad, que permitía cargar buques de 100.000 t. Una vez cerrada en 1984 la Compañía Altos Hornos del Mediterráneo, la CMSM cesa su actividad en 1987, al perder su principal cliente, revirtiéndose la concesión del pantalán a la Autoridad Portuaria de Valencia (APV) en 1990, momento en el que dejó de tener uso comercial.
Desde 2010 la APV ha formalizado varios convenios con el Ayuntamiento de Sagunto para su rehabilitación y se han presentado informes en los que su situación se consideraba comprometida estructuralmente. A pesar de ello, la dilación en su rehabilitación y los agentes meteorológicos sucedidos entre diciembre de 2019 y enero de 2020, provocaron el colapso de tres de sus vanos, dando como resultado un informe de inviabilidad por el elevado coste que supone su rehabilitación. Como
consecuencia la APV ha notificado su intención de derribo. Si se asume el coste de su demolición y se añade el importe de la pequeña pasarela que pretende construir, el coste de restauración estaría equilibrado. A partir del 2004 no hay evidencia del mantenimiento de esta salvaguarda. El abandono de esta protección ha sido la consecuencia del mal estado de algunos pilotes.
Forma parte del patrimonio paisajístico de carácter industrial del litoral saguntino a punto de desaparecer. Hay que entender el pantalán como patrimonio industrial, un vestigio material de los procesos productivos y de tecnología reciente, que aproxima a comprender las estructuras y mecanismos que generaron el desarrollo técnico-industrial que se asentó en la costa saguntina, transformando su paisaje, dotándolo de un lenguaje propio y de una nueva dimensión cultural. Se solicita su puesta en valor y una rehabilitación digna, no el derribo de la única estructura que perdura de la CMSM que conjuntamente con la CSM fueron el origen de la Factory Town de Puerto de Sagunto.
La referencia más antigua a la masía de Tóveda es de 1563, siendo probable que su existencia y construcción fueran previas a esa centuria. Inicialmente debió de ser un único núcleo, teniendo su origen en la Casa Grande, sin embargo, a finales del siglo XVIII ya aparece la distinción entre la Tóveda Alta y la Tóveda Baja, ubicándose cada una en el extremo de la fértil llanura por la que discurre la rambla de las Tóvedas.
A finales del siglo XVIII pasó por dicho lugar el botánico Cavanilles en su paso por la comarca del Rincón. El lugar se halló habitado hasta mediados del siglo XX, cuando se despobló por completo, iniciando un proceso de ruina imparable reflejado en el patrimonio de la zona.
La Casa Grande de Tóveda Baja es una masía ubicada en el término de Castielfabib, cerca del límite de este con el vecino municipio de Vallanca, ubicándose en la aldea despoblada de Tóveda Baja, junto a la rambla de las Tóvedas y el barranco de Castellar.
La casa es de planta cuadrangular, con portada hacia el oeste, teniendo adosado un gran corral descubierto que mira hacia el valle, y en la esquina entre este y la vivienda, es decir, la sureste, se encontraba un horno de cocer pan. Poseía dos alturas, desconociéndose si existió una tercera destinada como habitación. En la planta baja se observan dos amplias estancias para animales, cada una con siete comederos, y otras piezas que aparentemente eran lugar de habitación, de la primera planta no se reconoce ninguna estructura. Destaca también el trabajo de piedra bien labrada en las esquinas de la casa, así mismo como en el pilar central.
Se encuentra en estado de completo abandono, sin ningún tipo de mantenimiento ni protección, encontrándose actualmente la Casa Grande de Tóveda Baja en un estado de ruina muy avanzado. Desde que el edificio se destejó, hace pocas décadas, se acentuó el proceso de ruina, donde gran parte de la estructura interna se encuentra muy maltrecha debido a la exposición a las inclemencias climáticas, además, la esquina noroeste se ha desplomado, amenazando la integridad del edificio. La fachada principal se encuentra muy descompuesta. También, el horno de cocer pan es ya irreconocible.
Según Guinot y Selma (2005), el nombre del molino proviene de la institución que durante varios siglos fue su propietaria, el convento de Santo Domingo de los Dominicos de Valencia. Se encuentra construido sobre el cauce de la acequia de Petra, uno de los tres brazos en los que se organiza la acequia de Mestalla, siendo el primero situado sobre su trazado.
Probablemente tenga su origen en la época islámica pero aparece ya documentado en el siglo XIII en manos de Pere Mercero, ciudadano de Valencia. Entre los siglos XV y XVI fue conocido como molino de Gámir, en referencia al apellido de la familia propietaria de la época, y a finales del XVI se produjo la compra por los monjes del convento de los Dominicos. En las Ordenanzas de la Acequia de Mestalla del 1771 se le identifica con dicha propiedad, y también aparece en los inventarios de molinos de Valencia del siglo XIX. A mitad de dicho siglo fue vendido en pública subasta a particulares como parte de los bienes religiosos desamortizados por el Estado español. El molino estuvo en funcionamiento hasta finales del siglo XX.
Forma parte de un conjunto más grande de una antigua alquería con dependencias y almacenes anexos, los cuales además se fueron modificando a lo largo del siglo XX. Estas obras, a partir del 1940, probablemente eliminaron buena parte del molino original, pero sería necesario un trabajo arqueológico y arquitectónico para identificar correctamente sus partes y antigüedad.
El arquitecto Miguel del Rey, en una página de su blog, lo describe así: “el molino está constituido por un conjunto amplio de edificios de diferentes épocas, entre los que destaca el cuerpo original, un edificio de dos crujías, cubierta en un agua y de origen tardo medieval, que a lo largo del tiempo ha tenido grandes transformaciones, siendo la más importante la que se puede centrar en los últimos años del siglo XVI o comienzos del siglo XVII, época a la que corresponden las escenas de la batalla de Salsas allí pintadas que se pueden fechar al siglo XVII. Las paredes cuentan con pequeños detalles de ornamento.”