LA LIBRERÍA

La moda viral de regalar literatura: juguemos al 'Árbol de los libros'

La cadena, nacida en el seno de las redes sociales, propone un sistema mediante el cual uno regala su libro favorito a un contacto, y a cambio, puede ser obsequiado con gran cantidad de libros de otros

16/01/2017 - 

VALENCIA. Poco antes de Navidad llegó a mi muro de Facebook una propuesta de juego tan buena, que de buena levantaba sospechas. Uno de mis contactos anunciaba que buscaba participantes para un experimento social ideado para amantes de los libros, que solo tendría que regalar mi libro favorito a una persona y a cambio sería recompensado con un buen número de libros, en función de cuántos participantes se adhiriesen al sistema. El trato era sin duda excelente. Llevado por la curiosidad y por qué no, por la ilusión, manifesté mi voluntad de unirme al experimento. Enseguida recibí un mensaje privado del contacto que había publicado el anuncio, en él figuraban las instrucciones que debía seguir para poder formar parte del proceso. A medida que leía, la efigie de Bernard Madoff cobraba nitidez en mis retinas. La cuestión era la siguiente: en primer lugar, yo debía mandarle un libro a la persona que él me indicaba. A continuación, debía publicar el mismo mensaje en mi muro, y a quienes se interesasen por el juego, mandarles las mismas instrucciones, solo que instándoles a mandarle los libros a mi contacto y explicándoles lo que debían hacer ellos a su vez, que era transferir esas instrucciones pero poniéndome como destinatario de los libros a mí. Y así la cadena seguiría y seguiría creciendo, hundiendo sus raíces exponenciales en lo más hondo de la red social.

Parece complicado, pero no lo es. Es sencillamente un sistema piramidal, pero uno sin un beneficiario tipo Madoff que vaya a acaparar todos los libros él solo: aquí, mientras la rueda siga girando, todos reciben libros, en mayor o menor medida, dependiendo del grado de participación -que cabe esperar, será decreciente al cabo de un tiempo determinado-. En resumen: fulanito me invita a participar en el sistema, yo invito a mis contactos, y mis contactos le regalan libros a fulanito. Los contactos de mis contactos me regalan libros a mí, y así hasta que se pueda. Efectivamente, la idea era estupenda, y lo peor que podía ocurrirme por participar era regalar un libro y no recibir ninguno. Por otra parte, era una buena manera de estimular la venta de libros de cara a las Navidades, de conocer mejor a nuestros círculos cercanos y de adentrarse tímidamente en la biblioteca de los periféricos. Pronto el mismo mensaje -con pequeñas variaciones- comenzó a reproducirse en multitud de muros ajenos. Como una agradable infección lectora, o al menos, comercial, porque nadie asegura que un libro regalado vaya a ser leído. Se dice que los lectores más voraces, los verdaderos devoradores de libros, acuden a las bibliotecas, no a las librerías. Se puede estar de acuerdo más o menos con esta afirmación, pero algo de razón lleva. No obstante, todo lo que sea apoyar a las librerías, bienvenido sea.

Sobre todo, porque los datos que recogen nuestros hábitos de lectura siguen siendo un relato de terror: el 39,4% de españoles no leyó ni un libro en 2015, según el CIS. Demasiadas librerías bajan la persiana en nuestro país cada año -de dos mil doce a dos mil trece perdimos setecientas-. Y no será por que escasee la oferta: cada vez se editan más libros en el territorio nacional, según la Federación de Gremios de Editores de España. Año tras año vemos nacer nuevos sellos, muchos de ellos pequeños pero con magníficas ideas y con una vocación a prueba de estadísticas que les permite salir adelante aunque el mar se mantenga siempre en un exasperante estado de calma chicha. Es importante destacar que en gran cantidad de ocasiones son estas editoriales las que nos ponen en contacto con esas joyas que luego nos cuesta olvidar -gracias a Editorial Siberia por ejemplo leí Le ParK, del filósofo francés Bruce Bégout, en la actualidad uno de mis libros favoritos-. También son ellas las que apuestan por autores locales, y por obras más arriesgadas. Y también son las editoriales pequeñas las que suelen diseñar los catálogos especializados más completos.

No puedo saber cuántos de los libros que han circulado y siguen circulando en el juego -bautizado como Árbol de los libros- pertenecerán a colecciones de editoriales pequeñas o independientes, pero espero que muchos. Lo que sí está a mi alcance saber es cuáles han sido los resultados de la cadena en mi entorno más cercano. Debo decir que el balance ha sido feliz para mí: en cuestión de dos semanas he recibido nada más y nada menos que diez libros estupendos. Esto ha superado con creces los cálculos que había hecho. Cada vez que el cartero llamaba a mi puerta me daba un vuelco el corazón, para colmo, no tenía ninguno de los que me han mandado. Ni Casi invisible, de Mark Strand, ni tampoco La campana de cristal, de Sylvia Plath. Ni Mil soles espléndidos, de Khaled Hosseini, ni Todo bajo el cielo, de Matilde Asensi. Yo por mi parte he mandado La investigación, de Stanislaw Lem, que le llegará próximamente a su nuevo propietario. Pero si yo estoy satisfecho con el transcurso del juego, ni imagino cómo debe sentirse mi compañero Eugenio Viñas, responsable de la sección de cultura de este medio, después de haber recibido sesenta y nueve libros. Sesenta y nueve.

Cuesta creerlo, pero así es. Una auténtica tormenta de altruismo que ha ido colapsando su escritorio durante semanas con libros de todo tipo: ensayos filosóficos, novelas históricas, tratados de autoayuda, ficción, no ficción. De todo. Incluso ha recibido un título por triplicado y otro dos veces. Libros nuevos y libros de segunda mano acertados y muy cuidados -en las librerías de segunda mano hay oro para quien sabe buscar-. El suyo es un genuino caso de éxito en el juego del Árbol de los libros, pero no es el único. Otro conocido ha superado sus números. Esto quiere decir que solo con ellos dos se han puesto en movimiento más de ciento cincuenta libros, la mayoría de ellos comprados. No es ninguna broma. Más de ciento cincuenta libros, además, que portan una historia de quien los ha enviado con ellos, que han sido seleccionados por haber significado algo importante en la vida de quien los ha leído y ahora los manda. Más de ciento cincuenta libros de los cuales, según me aseguran, muchos se pondrán en marcha de nuevo una vez leídos, para que otros sigan disfrutándolos. La iniciativa está siendo todo un éxito. ¿Qué tal si seguimos jugando, y de paso, pensamos en otro juego nuevo?