Hoy es 10 de octubre
VALÈNCIA. Mi gato se llama Mochi. Mochi Kun cuando me enfado con él. Su ligera obsesión por irse a la terraza de la vecina hace que, al menos una vez a la semana, tenga que utilizar mis limitadas dotes físicas para saltar el muro que separa mi casa de la contigua. Normalmente, tras intentar sobornarle con comida y que me mire con cara de: "sé que no me matarás de hambre".
Después de usar mis artes oscuras de forma ineficaz y de estar al menos media hora mirándole con cara de pena enganchada a la pared, acabo por hacer un intento de parkour, cojo al bicho y dejo la enésima nota: "Perdone, soy su vecina, he tenido que entrar a por el gato (otra vez)". Y sí, es que los mochis son mi dulce favorito. Y no, no como gatos, pero sí esos pastelitos gomosos japoneses rellenos de cosas varias que cada vez tienen un público más grande y que... maldita obsesión.
Ni siquiera repetir la palabra mochi un mínimo de 10 veces al día gracias a mi peludo compañero de piso hace que no vea un mochi y se me abran los ojos como platos, o se me rasguen según se mire. Aún recuerdo mi primera vez. Corría el año 2015 y, ya con una ligera fijación por el sushi, en un pedido a una cadena llamada Telemaki apareció ese mochi de helado de vainilla.
De ahí, solo pudo ir hacia arriba. Fue en 2016 cuando en un viaje a Japón me obsesioné con encontrar esos malditos mochis de helado -en realidad mochi es la palabra para nombrar su masa exterior- para darme cuenta de que lo comen prácticamente de todas las formas. Sin embargo, con helado en su interior no suele ser habitual, más allá de encontrarlo en los conbini, una especie de súper 24 horas con todo tipo de productos. Allí, una marca. Lotte. Ésta inspiraría a los que a día de hoy se pueden encontrar en Mercadona.
Pero, no nos adelantemos. Fue en Tanabe donde diría que comí el mejor mochi de mi vida. Concretamente en 2019. Entré en una pastelería, leí como pude los pocos kanjis que tenía controlados: té matcha, yuzu,... para, finalmente, elegir el único sabor de los cuatro que no tenía identificado. ¿Castaña? ¿Azuki? 'Mí no saber'. Pero, madre mía, solo diré que tenía aquello tan buena pinta que se me olvidó hacerle una foto. A mí se me olvidó hacerle una foto. A mí.
En todo caso, vamos al lío, porque aquí has venido a saber: ¿qué posibilidades tengo de comer daifuku mochis -vamos a ser precisos- en València? Pues, vamos allá. Seguramente no sean todas las que son, pero sí son todas las que están.
Este pastelito, elaborado en su exterior con masa elástica de harina de arroz glutinoso y de difícil manejo, trajo de cabeza al proveedor Helados Estiu, quien decidió llevar en 2018 el postre nipón a los congeladores de los supermercados de Mercadona. Evidentemente, ésta es una de las formas más fáciles de acceder a la milenaria obsesión, aterrizada en su formato de helado con sabor a coco, mango y desde hace relativamente poco pistacho.
Pero, ¿por qué acabaron los mochis tentándonos tan de cerca? “Empezamos después de un viaje a Japón. Al grupo de personas que íbamos nos llamaron la atención algunos productos, porque eran distintos a los que encontrábamos en España. Entonces empezamos a probar el producto, vimos que se comía con la mano, que era pequeño, un poco gominola. Cuando llegamos aquí pregunté al departamento de I+D si se podía desarrollar, si sería automatizable y se pusieron a trabajar en ello”, explicaba la CEO de Helados Estiu, MªJosé Félix, en una entrevista a Revista Plaza. Fue entonces cuando Mercadona se interesó.
“Era un producto complicado, tuvo sus altibajos y lo hemos ido mejorando”, señalaba. De hecho, la compañía decidió retirar su producto del lineal en 2018 pero, ante el reclamo de los consumidores, volvía en plena pandemia con una receta mejorada. A día de hoy, no hay más empresas que hagan mochis en España a nivel industrial.
Un éxito en los congeladores de Mercadona que ahora exportan a Europa bajo su marca propia Wao Mochis. Aunque su lanzamiento al lineal fue hace escasos años, en la compañía llevan dándole vuelta al proyecto desde 2014. “Hace seis años que llevábamos hablando de los mochis aquí”, recordaba. “Partíamos de cero, había que trabajar mucho con el proveedor y mucho en fábrica. Ha sido un trabajo de constancia, de no tirar la toalla”, reconoce. Tanto que ha sido su carta de presentación para el mercado internacional, donde trabaja con sabores como el dulce de leche, la tarta de queso, tropical y té matcha. Me tomo la licencia de solicitar, con el gorro de los adictos a los mochis, que nos den alguna sorpresa más este año y nos dejen acceder a que sí pueden los europeos.
En el mes de mayo abría en València Mochisan (Carrer de Martí l'Humà, 4), un local que en poco más de un mes se ha convertido en un templo de este postre más que concurrido. Su daifuku mochi casero en múltiples sabores es una de las mejores opciones si se quiere degustar el postre en toda su plenitud. La pasión de Andrea Valls por la comida japonesa llegó a través del manga y el anime, de ahí que en la propia cafetería tengan una colección para amenizar la estancia de sus clientes.
Para su fundadora, el mochi se podría comparar por fuera con una golosina por su masa elástica de arroz glutinoso. "El relleno da mucho juego y por eso hago mi versión de los mochis con sabores occidentalizados en algún caso, como el de Oreo, pero hay mil maneras de hacerlos", señalaba en una entrevista a Valencia Plaza.
En Mochisan ofrecen nueve sabores de mochis con un relleno que recuerda a una mousse. Entre ellos, cheesecake, Oreo, pistacho o yuzu, aunque el más tradicional, relleno de anko (pasta de judía roja) lo dejan para los encargos. Desde Mochisan también atienden pedidos por Instagram y WhatsApp para take away, que se pueden recoger en la cafetería. A este dulce suman otros como las tartaletas de yuzu, croissants rellenos de pistacho, tarta de queso japonesa o galletas de té matcha con nueces.
La cadena catalana Niji también abría una tienda hace escasas semanas en el centro de la ciudad (Calle Xàtiva 21). Especializada en la venta de este producto, la compañía ya tenía presencia en la planta baja de El Corte Inglés en la calle Colón. Sin embargo, ahora ha decidido salir a la luz para ubicarse en una de las vías más transitadas.
Fundada en 2015 por Agnesa Novitchi, actualmente Niji elabora unos 4.000 mochis al día de 18 sabores diferentes. En su tienda en València ofrece productos solo para llevar de quince sabores diferentes, incluidos algunos de temporada que están solo unos meses. Entre ellos están los mochis de tiramisú, mango, maracuyá, sakura o Ferrero Rocher, pero también de mojito en época estival.
Uno de los restaurantes en València donde también hace mochis caseros es Mil Grullas (Emili Gascó Contell, 16). El local, especializado en comida asiática, cuenta entre sus postres con una selección de este postre, elaborados por ellos mismos, y con rellenos que también recuerdan a una mousse.
Concretamente son tres los que aparecen en su carta. En primer lugar, el mochi de tarta 'Abuela María', con galleta María, chocolates y natillas. A éste le sucede el mochi de Kit Kat, elaborado con mousse de chocolate con trozos de Kit Kat y el mochi bananito, confeccionado con plátano asiático, leche de coco y dulce de leche.
La empresa valenciana Mochi Luxury decidió especializarse, como su nombre indica, en el tradicional postre japonés. La compañía distribuye sus mochis en restaurantes de toda Valencia. Como explica Marta Moreira en un articulo de Guía Hedonista, el proyecto de Mochi Luxury dio sus primeros pasos en un pequeño obrador de 70 metros cuadrados en el barrio de Ruzafa.
“Mi socio y yo somos dos apasionados de Japón, y vimos el potencial que tenía el mochi en la gastronomía española, si éramos capaces de darle un valor añadido. El pastelero José Vicente Expósito, que viene de familia de reposteros y había sido finalista en Madrid Fusión, fue el que desarrolló la receta en un primer momento. “Después hemos seguido perfeccionándola", explicaba Pablo Davalillo Payá, uno de los socios.
"La parte a la que le hemos dedicado más investigación es a la masa, que es la gracia del mochi y lo mas difícil de conseguir porque es muy delicada, y se seca o resuda enseguida. Tiene que tener una textura muy concreta, gomosa y esponjosa, y además ha de aguantar trayectos largos en congelación y al menos tres días en nevera. Si no, no es posible trabajar con restaurantes. Hemos tardado casi dos años en dar con la clave, a base de escuchar mucho a nuestros clientes y hacer mucha prueba y error", contaba.
La idea está a día de hoy en un obrador de 400 metros cuadros en Alaquàs. Cheesecake, té matcha, chocolate o yuzu están entre sus sabores y pueden encontrarse en supermercados como Carrefour e incluso pedirse a través de Glovo.
Si necesitas urgentemente comer mochis o dorayakis uno de los lugares de referencia en València en calidad de supermercado es Hiperasia. Ubicado en la calle Bailén número 7, junto a la Estación del Norte, tienen en sus congeladores de los mejores mochis con helado, no tienen el precio-calidad de Mercadona pero tampoco dejan indiferente.
Con un coste algo más alto, es posible encontrar este dulce con sabores como cheesecake, yuzu o chocolate -muy recomendables-, y, ¡sorpresa!: tienen los mochis en versión reducida de la marca japonesa Lotte, aquellos en los que están inspirados los comercializados por Mercadona. También es posible encontrar otros en su versión a temperatura ambiente, muy habituales entre los souvenirs de Japón, de todo tipo de sabores que pueden ir desde melón hasta sésamo.