Seis aulas de teatro de la Xarxa Vives participan esta tarde en una maratón de espectáculos
VALÈNCIA. Hay un aliciente de las artes escénicas que se forjan en las aulas universitarias del que carece a menudo el teatro profesional: la libertad. Las tablas estudiantiles no han de pagar un peaje comercial y de ahí el envite por la investigación, por la improvisación, por la creación colectiva…
Hoy miércoles, 3 de junio, el Centre Cultural La Nau de la Universitat de València acoge un maratón de obras que abrazan la experimentación. Proceden de media docena de facultades de la Xarxa Vives y toman el testigo, ocho años después, de la extinta Mostra de Teatre Universitari.
“Las facultades sufrimos la crisis y el encuentro no pudo seguir celebrándose por una cuestión económica. Ahora regresamos con un nuevo formato donde la cita se concentra en un día de actividades”, explica la coordinadora de la I Bienal de Teatro Universitario, Eva López.
La propuesta se ha planteado como una convivencia en la que el alumnado y los directores de las aulas de teatro puedan intercambiar experiencias, nutrirse de ideas ajenas e incluso llevar a cabo una autocrítica. El encadenado de representaciones se completa con clases de esgrima y voz para los asistentes. De las sinergias de la jornada surgirá la posibilidad de compromisos entre los centros.
En defensa del pasado y del futuro
La Sala Matilde Salvador programa seis piezas teatrales breves de las universidades de Alicante, Internacional de Cataluña, Miguel Hernández de Elche, Politécnica de Valencia, Pompeu Fabra y València.
Este último grupo representará un fragmento de En defensa de la cultura 1937-2018, en el que el director y dramaturgo valenciano Javier Sahuquillo rinde tributo al II Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, celebrado en València en 1937, y que congregó a más de un centenar de intelectuales internacionales en plena Guerra Civil.
El Aula de Teatre de la Universitat d’Alacant, por su parte, subirá a escena la obra de la Premio Nacional de Literatura Dramática 2016, Lola Blasco, En defensa. Un concierto de despedida. La pieza musical y escénica es una llamada a despertarse de la inacción ante la precariedad laboral de la juventud, impelida al exilio por la falta de oportunidades.
Ley, moral, feminismo y antifascismo
Todas las obras abundan en el compromiso y en la reflexión crítica. Así, el Aula de Teatre de la Universitat Pompeu Fabra traslada a la actualidad los dilemas humanos que explora Antígona, de Sófocles, con la oposición de los deberes civil y tradicional, de la ley contra la moral y de la cordura contra los ideales.
El Grup de Teatre de la Universidad Miguel Hernández de Elche ha optado en cambio por transformar la poesía de Vicent Andrés Estellés en teatro en el montaje Una mirada, un pensament. El resultado “es un canto antifascista y una fuga a través del teatro y de la poesía que alterna las imágenes de la represión y de la desesperanza con las del amor y la dignidad humana”, apuntan desde La Nau.
La Universitat Politècnica de València, por su parte, se sirve del mito de Frankenstein para reflexionar sobre la lucha feminista. “Nuestra propuesta es una metáfora del rechazo que sufre la mujer cuando se sale de los límites que propone la sociedad”, avanza el director, Russell DiNapoli.
En coincidencia con el 200 aniversario de la publicación del clásico de la literatura gótica firmado por Mary Shelley, el aula de teatro ha realizado una adaptación libre llamada Mary de Frankestein, donde el moderno Prometeo es una mujer. Los alumnos escenifican “una historia de soledad y desolación, donde la ira es la única forma de defender la dignidad”.
Inteligencias colectivas
A DiNapoli le maravilla la conjunción de mentes brillantes de diferentes ámbitos que concurre en el Aula de Teatro que dirige. En su laboratorio de creación coinciden estudiantes de ingeniería, Bellas Artes y Arquitectura.
La filosofía que subyace en el proyecto docente es la de crear un espacio comunitario de desarrollo: “Da igual la carrera que los chicos escojan en el futuro, los que nos dedicamos a esto pensamos que el teatro es imprescindible, porque aviva la espontaneidad, impulsa el trabajo colectivo, aporta conocimientos artísticos, históricos y literarios, enseña cómo utilizar la voz y mover el cuerpo…”
Poco importa la experiencia de unos y otros. El funcionamiento del taller responde cada curso a las posibilidades del conjunto. “El fruto del encuentro es una simbiosis que con el tiempo debido provoca un crecimiento orgánico. No hace falta empujar en una línea estética concreta, según sus capacidades se va haciendo la obra”.
Paliativo del individualismo
Como en la Politécnica, el Grup de Teatre de la Universitat Internacional de Catalunya apuesta por la creación colectiva. “Vivimos en una sociedad individualista, así que queremos apostar por el trabajo en equipo, por dejar volar la mente a los chavales, por fomentar la solidaridad… Entre todos lo hacemos todo”, comparte el coordinador y director del grupo, Carles Bigorra.
Hoy estrenan Quin Quadre!!!, donde se cuestionan los límites de la consideración del arte en la sociedad. La propuesta se planteó como una historia propia, para lo que se puso en marcha un taller dramatúrgico a fin de que los estudiantes perdieran el miedo a escribir. El resultado se ha hibridado con otras disciplinas, como la pintura y la música.
Para Bigorra la experiencia al frente del Grup de Teatre es “un viaje fascinante”. Y el regocijo aumenta con aquellos que tienen una continuidad: “El primer año es algo nuevo y desconocido, luego aprenden el código, y el tercer año se automatiza todo y las cosas salen de manera natural”.
En su opinión, y en la de todo el resto de entrevistados, el éxito del proyecto no reside tanto en su resultado, como en el camino paralelo de crecimiento personal de sus participantes.
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