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Las tres edades del porno contemporáneo, en la BBC

Mientras la plataforma Onlyfans se debate entre dar permiso a sus usuarios para que vendan contenidos pornográficos o sexuales, podemos ver tres documentales que ha realizado el reportero Louis Theroux en los 90, los 10 y 2020 sobre la industria del sexo. El primero capturaba la Meca del negocio en San Francisco, merced a la industria del DVD, el segundo pintaba un panorama catastrófico como consecuencia del streaming porno gratuito y el último iba al auge de la prostitución a través de las nuevas plataformas. El de gente que jamás se lo había planteado

18/09/2021 - 

VALÈNCIA. Louis Theroux es un reportero de la BBC que lleva años haciendo reportajes de sociedad con su toque personal. Es un periodista de apariencia naif, con un sentido del humor blanco, pero no idiota, y que sabe fingirse ingenuo para realizar preguntas incisivas. A veces sus reportajes tenían cierta atmósfera de periodismo gonzo, introduciéndose en ambientes delicados o culturas ajenas a la británica. Justo antes de la pandemia, Theroux realizó una pieza titulada Selling Sex sobre la nueva economía del sexo, que venía a ser muy vieja, la prostitución, pero que gracias a la tecnología, afirmaba, ahora es una opción para muchas personas que antes no se lo habían planteado. Este programa, de alguna manera, viene a rematar otros que el reportero ya había realizado con anterioridad.

A finales de los 90, en su espacio Weird Weekends, se interesó ya por la industria del sexo contemporánea. Entendamos como contemporáneo desde que existe la Internet que nos hemos dado. Entonces, lo que triunfaba era la venta de DVDs pornográficos a través de la red. Su primer acercamiento tenía ciertos ribetes de sensacionalismo, pero si comparamos eso con el Vente a Las Vegas, nena: Un retrato de Rebeca Linares de Canal + media un abismo entre ambos documentales. 

Más de una década después, en 2012, Theroux volvió sobre sus pasos para ver cómo le había ido a la gente que había entrevistado en su primer programa dedicado al porno y cómo se encontraba la que había sido la Meca del negocio, el área de San Francisco Valley. Un lujo que solo pueden permitirse periodistas y medios con estabilidad, como es la BBC. Aquí, en Twilight of the porn stars, se encontró con una nueva realidad. Todo el dinero fácil que circulaba en aquel El Dorado del DVD se había volatilizado por el inicio del streaming. Un cambio de paradigma de grandes dimensiones con intereses oscuros detrás que van mucho más allá del porno, como la sospecha de movimiento de dinero entre paraísos fiscales y blanqueo de dinero utilizando como pantalla el caudal de tráfico que generan los sites de porno gratuito, como se explicó en otro documental, Pornocracy: The New Sex Multinationals de la periodista feminista y ex actriz porno francesa, Ovidie

Lo que se encontró en ese momento era que la industria trataba de responder con películas de mayor presupuesto. Entrevistando a la secretaria de una productora, se encontró con la cruda realidad: "no hay suficiente gente rodando para darle a todos los actores un día de curro". Ahí le informan de que todo se va yendo a las webcams y asiste  a la discusión de una pareja, donde ella es la actriz, en la que él no quiere que haga un gang bang. La actriz asegura que no lo quiere hacer por gusto, sino porque le puedan dar un premio y por el dinero. Es la que trae los ingresos a casa y siempre está "pensando en el futuro".

En el recorrido sobre los entrevistados en 1997, se encuentra con JJ Michaels, que ahora está fuera del negocio y se dedica a ser soporte técnico en una empresa. Llevaba quince años sin actuar, se había casado con otra actriz, pero su hijo murió en la cuna con siete meses y todo se les vino abajo. Se quejaba que a partir de 2005 empezaron a entrar centenares de actores y se perdió el sentido de comunidad o familia que tenían los que ya estaban. Hubo una gran llamada entre 2005 y 2007, dice, "todo el mundo hacía su web pensando que se forraría, no les pasaba nada y luego todos sus contenidos acababan en los tubes de forma gratuita". 

El reportero también iba a un rodaje y entrevistaba a uno de los nuevos profesionales, un chico criado en hogares de acogida. Todos, veteranos y noveles, tienen esas historias. Kagney Linn Karter habla de que su padre estaba preso con cadena perpetua, había sido yonqui. "Todo el mundo tiene problemas", decía. John Doug, al que entrevistó en el primer documental, se había suicidado. Su viuda, también actriz, le cuenta que es fácil ser pareja y trabajar en el porno, que lo difícil es la adicción a las drogas. 

Después de este panorama, tras tratar también el tema en Traffickling Sex en su programa Dark States, en 2020, Theroux volvió a la nueva industria del sexo. Un modelo que no ha sustituido al anterior, los burdeles de todo el mundo siguen llenos, pero que ha incorporado a personas que jamás se habían planteado prostituirse. Ya no se trataría solo de mujeres en situación de semiesclavitud y bajo coacción traídas de otros países, aunque las proporciones seguramente sigan siendo anecdóticos para desgracia de quienes sostienen que se trata de una profesión liberal que se elige libremente. 

El problema que tiene el estilo de Theroux o el género que cultiva es aquí donde más patina. Aunque cuente historias negativas, nunca tendremos las de todos aquellos que no quieren compartirlas. Aparte, tampoco contamos con una perspectiva, la de cuánta gente se dedica a esto, por qué, para qué y cómo le hace sentir a ellos y sus semejantes o si tan siquiera lo puede contar. Esa falta de medida puede llevar a engaños, espejismos y distorsiones de la realidad. Se puede tomar la parte por el todo. 

Dicho lo cual, el primer retrato que ofrece, como documental de interés humano, es muy llamativo. Se trata de una mujer que vivió de joven bajo tabús religiosos, sufrió con los años al verse envejecer, y en la madurez decidió prostituirse para sentirse deseada. Antes trabajaba de enfermera de un dentista y ahora, jubilada, se prostituye para subirse la autoestima. 

Más noticia hay cuando entrevista a jóvenes. Cita que mucha gente en torno a los 25 años recurre a servicios de prostitución, más rápidos y accesibles ahora con aplicaciones de Internet. Hablando con un grupo de amigos y estudiantes en el que una chica se prostituye, llegan a la conclusión de que el sexo ya no es tan importante ni está tan sacralizado, por lo que nadie ve anormal que una de ellas recurra a esa fuente de ingresos. Luego, hablando con ella a solas, encuentra un historial de abusos en la infancia. Un caso peculiar, cuando dejó de sufrirlos con 12 años, pensó que era porque el tipo la odiaba. Sus amigos, en todo caso, no son críticos con ella, hasta ven normal que ella se ofrezca como regalo de cumpleaños para uno de ellos. 

Con la dificultad que tiene separar la norma de la excepción de un reportaje sin Sociología o estadística, lo que sí que es revelador es la entrevista a un cliente. Había salido de una relación y necesitaba atención. "Intento reconectar con la gente de nuevo", sostiene. El riesgo es la depresión. Según su punto de vista, la prostituta disfruta de sus encuentros, "solo hacemos lo que nos apetece a los dos". Y ahí es donde brilla Theroux, le repregunta si es consciente de que ella no lo hace porque le apetece, sino por dinero. "Lo asumo", responde. El reportaje también va a ver a un minusválido que recurre a servicios de prostitución. Este se siente algo culpable, cree que pagar por ello no está del todo bien por su parte. La verdad revelada no la vamos a encontrar en estos pequeños documentales, pero están tan bien realizados que sí que saben proponer algo tan ajeno a la televisión actual, invitar a pensar.