EL CABECICUBO

Lecciones de las biografías de las prostitutas callejeras

Un documental de la BBC sobre la prostitución callejera en Chicago aborda la situación de estas mujeres y las menores en situación de riesgo con claridad y sin moralismos, pintando un cuadro estremecedor en un país del primer mundo, que tenía como norma tratar estos asuntos solo en programas espectáculo de policías en acción

12/03/2016 - 

VALENCIA. Debido a que la televisión convencional está orientada prácticamente en su totalidad a entretener y competir con otras cadenas, rara vez nos estremecemos en el sillón con un reportaje. Tan solo los documentales de TVE, que no están necesariamente concebidos para pelear por el share, aunque tengan que hacerlo, o propuestas como Salvados han logrado poner de manifiesto situaciones de injusticia que merecen entrar en el debate público.

Una excepción nos llega por el canal Sundance de Movistar TV: El documental 'Dreamcatcher: Surviving Chicago's Streets' estrenado el mes pasado en España. La conductora del reportaje es Brenda Myers-Powell, una ex prostituta que recorre las calles más peligrosas de Chicago para hablar con las chicas que hacen la calle y recoger sus testimonios.

El inicio es demoledor. A la primera chica a la que se acercan a darle condones cuenta las veces que ha estado a punto de ser asesinada, que algunas compañeras se han muerto en sus brazos y que ella se siente culpable por haber sobrevivido a los ataques, que le pedía a Dios no despertarse.

Eso solo referente a la situación de estar prostituyéndose al lado de descampados donde son un blanco fácil para los adictos al crack y los criminales sexuales. ¿Pero qué las lleva a ahí? Otra chica que recoge Brenda cuenta que nació con el crack en el cuerpo, su madre consumía durante el embarazo. La adoptó su abuela de 80 años, pero no tardó en engancharse ella también y ejercía la prostitución desde los 19 años.

El testimonio de Brenda no tarda en aparecer. Es la protagonista del reportaje, pero no es una periodista estrella ni nada semejante. No hay moralismos tan en boca en estos tiempos de neo-catequesis. Su propia historia no difiere de la de estas chicas. Empezó a prostituirse de niña. Su abuela le exigía que trajera dinero a casa. Estuvo veinticinco años haciendo la calle. En todo ese tiempo fue maltratada, acuchillada, hasta estuvo a punto de quedar desfigurada en una ocasión y solo rezaba para poder recuperar su rostro.

Los casos de maltrato son escalofriantes. Otra chica cuenta que le dieron una paliza, y cuando acabaron, la metieron en un coche para que le hiciera sexo oral al agresor. Como tenía la mandíbula dislocada por los golpes, no podía hacérselo bien, así que se llevó otra paliza.

La paradoja es que esta mujer habla con un mono naranja y en el aula de una prisión. El sistema termina criminalizándolas a ellas. Al final en toda esta historia ella es la delincuente a la que hay que encerrar, pero si se encuentra en esos lugares y en esa situación, subraya Brenda, es porque tiene que sobrevivir.

La mentalidad puritana que inspira la legislación en Estados Unidos y en nuestros países castiga a las víctimas en estas situaciones, casi siempre asociadas a la pobreza y el desamparo. Ocurre con el penoso envenenamiento por drogas que no están legalizadas y bajo control, también con las mujeres en situaciones extremas que recurren a la prostitución. Si son drogadictas, son dos veces víctimas.

En el ecuador del documental Brenda se adentra en un colegio de barrio para advertir a las alumnas en edad de riesgo de lo fácil que es terminar en la calle. Lo tremendo es que las propias alumnas cuentan cómo han sufrido abusos con 14 o 15 años. A veces de sus familiares, a veces de amigos. Hay un caso en el que una cuenta cómo fue violada en su casa con 9 años y nadie se enteró por el volumen al que estaba puesta la música.

El camino de entrada llega siempre con una sonrisa y una forma de conseguir dinero fácil. Muchas niñas empiezan a alternar con hombres de cincuenta años que las colman de caprichos y, en cuanto las tienen sorbido el cerebro y alejadas de sus familias, las obligan a hacer la calle a base de palizas.

Un ex proxeneta completa este tipo de cursos. El hombre se arrepintió y abandonó esa clase de vida cuando tuvo que ir a identificar al depósito de cadáveres a una prostituta que trabajaba para él y cuando vio cómo el hijo que tuvo con otra de sus chicas nació con bronquio-neumonía porque la madre no dejó de hacer la calle y prostituirse durante todo el embarazo. El crío murió a los pocos meses en sus brazos.

¿Qué le llevó a él a señorear a chicas jóvenes, o más bien pastorear, como si fueran un rebaño de ovejas? Pues admite que fue la influencia que tuvo en su propia casa. Era muy normal que su padre le pegase palizas a su madre y, lo más importante, que ella seguía estando a su lado. Confiesa que le pareció normal pegar a las mujeres y que siguieran ahí, calladas.

Con 17 años ya tenía sus primeras chicas. Una prostituta fue la que le introdujo en el mundillo. Ahora entiende que desde crío no tuvo otras referencias más que esas y les enseña a las niñas a que digan "no" a tiempo, con claridad y sin miedo, y a que no consientan la más mínima agresión, maltrato o autoridad infundada sobre sus vidas.

El resto de biografías que van apareciendo siguen siendo para llorar. Familias desestructuradas y niños que tienen que sobrevivir en condiciones degradantes con la curiosa condición de que se encuentran en el llamado primer mundo. La madre de una chica, por ejemplo, dormía en edificios abandonados, comiendo de los cubos de basura. Era alcohólica y drogadicta. ¿Qué opciones tenía su hija en la vida? La propia protagonista, Brenda, reconoce que abandonó a sus hijos cuando tenían doce años y que fue la vergüenza la que la impidió, cuando abandonó esa vida, volver a verlos.

El documental fue emitido en la BBC en noviembre del año pasado dentro de la serie de documentales Storyville. Su autora, Kim Longinotto ganó el premio Grierson Trustees, considerados los Oscar de los documentales. Todo el mundo sabe que la prostitución de esa clase existe, pero verlo explicado y relatado al detalle, especialmente desde el punto de vista de los menores que acaban ahí, no puede dejar al espectador indiferente. El modelo social estadounidense tiene unas fisuras de película de terror. Pero no podemos los europeos hablar del país al otro lado del charco con mucha prestancia, con las miles de familias de refugiados a los que hemos cerrado las fronteras esta semana.

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