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Los espías que surgieron del televisor

Antes de que Batman instaurara la estética pop en la pequeña pantalla, dos agentes secretos se encargaron de convertir lo inverosímil en aceptable. Y, además, se convirtieron en héroes. Esta es la historia de El agente de CIPOL

30/12/2022 - 

VALÈNCIA. A principios de los años sesenta, el novelista Ian Fleming puso de moda el espionaje de alto nivel y convirtió en superhéroe al Agente 007. Todo empezó cuando en 1961 la revista Life publicó la lista de los libros favoritos de Kennedy y los lectores descubrieron que entre ellos estaba Desde Rusia con amor. La adaptación cinematográfica del libro estuvo entre las películas más vistas de 1964 y, un año después, Goldfinger ocupaba el tercer puesto de dicha lista. Con el mundo cautivado por James Bond la siguiente pregunta fue: ¿pueden ser también los agentes secretos un fenómeno para la gran pantalla? El productor Norman Felton quiso saber cuál sería la respuesta. Famoso por producir series como Doctor Kildare, pidió reunirse con Fleming cuando aún no se había estrenado ninguna película inspirada en las peripecias de Bond. Ambos intercambiaron ideas, pero Fleming acabó retirándose del proyecto y Felton le pasó las notas acumuladas al guionista Sam Rolfe. Este propuso que el protagonista, que había sido bautizado como Napoleón Solo por el propio Fleming, no representase a un país concreto sino a una organización internacional. Así nació U.N.C.L.E. El significado de dichas siglas (United Network Command For Law And Enforcement, algo así como una organización global que vigila el cumplimiento de la ley) solamente se desveló a los tres meses de estrenarse la serie, pero Rolfe jamás aclaró si la palabra que se había inventado era un guiño humorístico, ya que uncle significa tío. 

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The Man From Uncle —que se tituló en España El agente de CIPOL (Comisión internacional para la Observación de la Ley)— nació con buenas intenciones, pero con mal pie. Las tramas no apelaban a la Guerra Fría ni enfrentaban a rusos contra americanos, más bien al contrario. El agente de C.I.P.O.L. puso a trabajar juntos a un ruso y un americano, con el fin de combatir a una organización llamada T.H.R.U.S.H., mucho más peligrosa que el comunismo o el capitalismo, cuyo fin era, por decirlo rápido, acabar con toda la gente maja del planeta. De impedir semejante atrocidad se encargarán Solo y su compañero, Illya Kuryakin. Llegó a la programación de la NBC en septiembre de 1964 en Estados Unidos, pero no tuvo buenos datos de audiencia hasta pasados tres meses. Su suerte cambió con la llegada de las Navidades. Los estudiantes abandonaron los campus universitarios, volvieron a casa para comer turrón y descubrieron que existía una serie que parecía hecha para ellos. Se corrió la voz y empezó a gozar de una gran popularidad. El agente de C.I.P.O.L. era una serie intencionadamente camp, pero el público juvenil se la tomó completamente en serio. En la cúspide de su popularidad se llegaron a recibir sesenta mil cartas de fans mensuales. 

* Lea el artículo íntegramente en el número 98 (diciembre 2022) de la revista Plaza

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