Estos párrafos son un abrazo para los hosteleros, una anotación sobre la última comanda que tomaron. Ya los echamos de menos
Extrañados no de asombrados, sino de ese significado que dan en Latinoamérica al verbo “extrañar” y que significa: “echar de menos”. Solo hace tres días que se decretó el cierre total de la hostelería en la Comunidad Valenciana y yo, apreciados hosteleros, os añoro. Primero fue el cierre a la hora del té. Con ello, las noche de los viernes perdieron su dimensión de festivos y la tensión para conseguir mesa en los deseados —esos restaurantes que están siempre llenos— pasó a ser el tedio muerto y ansioso que se da entre pedir comida a domicilio y que llegue el repartidor. Otro día hablaremos de la condición del repartidor.
El día del último servicio hasta nuevo aviso me pasé a saludar a la buena gente de dos grandes comedores, que son vecinos: Dukala y Paraíso Travel. En ambos he sido feliz y creo que todos lo habréis sido en algún momento. Las casas de Juan Pérez (Dukala) y Junior Franco (Paraíso Travel) son muy distintas, pero las dos van a provocar la misma añoranza.
«Nos lo temíamos, nos ha pillado psicológicamente preparados y lo vivimos con incertidumbre y tristeza, pero entendiendo también la postura de la administración cara a los restaurantes. Otro envite más. Es época de resistencia. Esperamos que sea poca y pronto podamos enmendar la situación». Juan ha dado por última vez de comer —hasta nuevo aviso— a SU clientela. Escribo en mayúscula y en negrita el adjetivo posesivo porque el barrio del Botànic pertenece a Dukala y viceversa. En el comedor, ese comedor donde siempre suena jazz, la luz es una caricia y huele a ras el hanout, quedaban tres mesas ocupadas por personas que no miraban la hora. Ni un segundo de pensamientos negativos con las cinco de la tarde como protagonista.
La sobremesa era grupal. Comensales hablando entre sí, vistiendo de seda una situación que es de hierro oxidado. Ánimos para Juan, despidiéndolo como si fuera un hijo que desaparece entre la tripulación de un buque de carga y preguntas sobre el servicio de comida a domicilio que va a poner en marcha. Una de las clientas recordó que somos valencianos, que construimos cosas altas, grandes y caras para prenderles fuego. Quemar y volver a empezar.
«Mis sensaciones tras el último servicio son las de estar totalmente decepcionado. muy frustrado. Porque al fin y al cabo ahora no sabemos cuánto tiempo va a durar el cierre. Yo personalmente vengo bastante herido. Son ocho meses de estar herido. Ni temporada de Navidad, ni temporada para recuperarse y reforzarse. Ahora estoy mentalmente seco y me encuentro con una situación que, como dice mi madre, estoy de la mano de Dios». Junior Franco cierra, como todos, pero confía en rascar algo por el servicio delivery y take away. «En verano se reactivó todo y como para El Carmen es temporada baja, dije vale, me quedo tranquilo porque no es mi temporada y espero a la de invierno. Pero la temporada de invierno ha sido… me han quitado la terraza, el aforo del 30%, las noches, ahora me cierran. Han sacado nuevas normas para terrazas, teníamos que actualizarla pero en una semana nos la quitaron».
«Con el delivery facturas la mitad. Levantar un restaurante, encender fuegos, poner en marcha absolutamente todo para que no entre casi nada, tratar de tener el equipo en activo… ¿Cómo lo hago?». Me iba a ir, pero Junior me detuvo. «Si me das diez minutos para quejarme me voy a quejar, pero después de los diez minutos de quejas vienen diez minutos de ganas y de fuerza porque es lo único que nos queda».