VALÈNCIA. Cuando las lluvias torrenciales del pasado 29 de octubre golpearon Algemesí, no solo inundaron calles y viviendas, sino que sumieron al comercio local en una parálisis económica sin precedentes. La Dana dejó negocios devastados, pérdidas multimillonarias y un tejido empresarial que, de la noche a la mañana, vio cómo años de esfuerzo quedaban reducidos a escombros. Sin embargo, entre las gruesas capas de lodo que cubrían este municipio de la Ribera Alta, han emergido relatos de solidaridad, valentía y renacimiento.
Casi tres meses después de la tragedia, las historias de negocios como La Mesedora y Sabor Umami muestran cómo, en momentos de crisis, la resistencia local no solo se define por su capacidad para reconstruirse, sino por el apoyo de sus vecinos. Bajo esta premisa, han nacido iniciativas como la de Nacho Chambó, especialista en marketing digital, quien ha creado un directorio virtual para visibilizar los comercios locales afectados por la Dana. Aunque inicialmente fue concebido para tratar de salvar la campaña navideña, el espacio virtual ha logrado consolidarse más allá de estas festividades y ha resultado un eje fundamental para impulsar la recuperación económica del municipio.
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Pero, la reconstrucción económica no solo ha venido de la mano de esta iniciativa, sino que también ha partido de los propios comerciantes, quienes han hecho del esfuerzo colectivo su mejor herramienta para recuperarse, convirtiendo el municipio de Algemesí en un símbolo de resiliencia. Para Sergio Santamaría, propietario de La Mesedora, las imágenes de su restaurante tras la Dana siguen siendo difíciles de procesar. "El agua alcanzó casi un metro y no quedó nada que pudiéramos salvar: maquinaria, existencias, mobiliario... todo se perdió", recuerda en declaraciones a Valencia Plaza.
Sin embargo, en lugar de detenerse a lamentar las pérdidas, Santamaría tomó una decisión firme: convertir su restaurante en un refugio tanto para las personas voluntarias que acudían durante esas semanas a ayudar en la limpieza del pueblo, como para los propios vecinos. "Durante 12 días fuimos un punto de recogida de alimentos y albergue para voluntarios. Nos centramos en gestionar ayudas para los vecinos y visibilizar la situación de Algemesí, que parecía olvidada frente a otras localidades más mediáticas", explica a este diario.
Su prioridad no era reabrir el negocio, sino aportar a la recuperación del pueblo. De cualquier forma, Santamaría asegura que la reapertura de La Mesedora ha sido un camino cuesta arriba. Las ayudas públicas, aunque útiles, han resultado "insuficientes" para cubrir los daños y la lentitud del Consorcio de Compensación de Seguros les ha supuesto una fuente constante de frustración. "Los peritajes no llegan y, sin ellos, no podemos acceder a los créditos ICO. Es un proceso interminable", critica Santamaría. Sin embargo, el apoyo de la comunidad y la visibilidad que brindó el directorio creado por Nacho Chambó han contribuido a mantener la esperanza. "Esto no es solo un negocio, es parte del pueblo. Por eso, seguimos luchando", concluye.
Por su parte, el propietario de Sabor Umami, una distribuidora de productos cárnicos, Cristian García, enfrentó su propia pesadilla cuando el agua arrasó su almacén frigorífico. "La Navidad supone más del 60% de nuestra facturación anual. Nos pilló con las cámaras llenas y perdimos casi 75.000 euros en género y maquinaria", relata a este diario. Sin tiempo que perder, García y su equipo se volcaron en limpiar el local y contactar con sus proveedores. "Tuvimos que tirar productos que no se mojaron porque pasamos tres días sin electricidad y ya no estaban en condiciones", añade.
La rapidez fue clave para Sabor Umami. Gracias al apoyo de proveedores que ofrecieron reabastecimiento a crédito y a las ayudas de la Fundación Roig, por las que los comerciantes de Algemesí han recibido hasta 8.000 euros de forma directa, pudieron restablecer la actividad en tiempo récord. "Reabrimos en menos de tres semanas porque sabíamos que, sin la campaña navideña, habría sido muy difícil sobrevivir", explica García. Además, la inclusión en el directorio de Nacho Chambó atrajo a clientes que decidieron priorizar el comercio local como gesto de apoyo. "Ha sido una Navidad fabulosa; logramos equilibrar cuentas y mantenernos en pie", comenta.
A pesar de las diferencias en sus relatos, ambos negocios comparten retos similares. Las pérdidas materiales y la lenta gestión de las ayudas públicas son una constante en sus relatos. "Es absurdo que la burocracia sea más un obstáculo que un apoyo", critica Santamaría, mientras que García señala que, sin las ayudas privadas y su propia iniciativa, Sabor Umami difícilmente habría podido reabrir tan rápido.
Otro elemento común es la relevancia de la comunidad en su recuperación. Ambos empresarios destacan cómo vecinos, amigos y clientes se volcaron para ayudar. La plataforma de Nacho Chambó no solo les brindó visibilidad, sino que también despertó un movimiento de apoyo local sin precedentes. "Ha sido el año en que más hemos sentido el respaldo de la gente", subraya García.
Pese a los avances logrados, los comerciantes de Algemesí saben que la recuperación completa será un proceso largo. Ambos coinciden en que el futuro del comercio local pasa por adaptarse a un mercado cada vez más competitivo. "Es fundamental apostar por la digitalización, la personalización del servicio y, sobre todo, por diferenciarse", apunta Santamaría.