Una vez superado el clichazo de que en Valencia ciudad no se comen buenas paellas y arroces, toca pasar a examen a la “primera línea de playa”
Atrás quedan aquellos mantras de “la peor paella me la comí en Valencia”, aquí y aquí ya te listamos los templos del arroz en la ciudad. Más allá de las mejores paellas de Valencia, ya encontramos buenos arroces como parte de la oferta de grandes restaurantes como Yarza o Alejandro Platero. Incluso sin tener que ponernos muy exquisitos, hasta los grupos (Gastroadictos, Gastro Trinquet, Gómez) han conseguido más que correctas propuestas para disfrutar con una buena paella al centro de la mesa.
Ahora bien, la cosa cambia si tu plan es paella con vista mar. Ahí seguimos con una asignatura demasiado pendiente con la paella, y por tanto con nosotros mismos. En Las Arenas, Malvarrosa, Patacona… por ahora, o eres un turista con ganas de likes en tu red social favorita, o mejor olvídate del combo buenos arroces y vista mar. Hay paellas allí, claro. Poner la mano en el fuego porque las vistas no vaya a ser lo único salvable de la experiencia, no tan claro. Proyectos ha habido y hay. Realidad, todavía no.
En Pinedo la cosa cambia, quizá por no ser una zona tan estresada por el turismo ha habido algún intento serio de plantear buenos arroces con azul de fondo, aunque el resultado ha terminado siendo irregular.
Ahora bien, la gran sorpresa ha llegado con Mare Mar.
Miguel Angel y Lila decidieron en 2018 darle otro aire al mítico Ca’l Deu. Reformaron íntegramente el local, le cambiaron el nombre y la carta. Y pusieron encima de la mesa un compromiso total con el buen producto y los buenos arroces. El Balandret como credencial de gestión familiar, era una buena prueba de que el envite no era un farol.
Solo si eres un profesional que ha mamado desde pequeño este oficio puedes enfrentarte al difícil equilibrio de oferta delicada en el fragor de la batalla. No es tarea fácil apretar los dientes los fines de semana en ambiente de chancla y toalla, y desplegar entre semana una muy buena experiencia que engorda la cartera de leales parroquianos. Si a eso añadimos que no cierran ningún día del año y la rotación del equipo tampoco es tan alta como la media del sector, queda poco más que sentarse y disfrutar del azul añil saborendo otra cucharada de arroz
Porque el arroz es la gran sorpresa. Sí, el pescado salvaje, el marisco de lonja, las brasas que acentúan el buen producto que manejan, entrantes… todo está al nivel de la decoración, de la ubicación y del servicio (insisto, sobre todo entre semana).
Pero es en la paella cuando a primera vista ya ves que estás ante la resolución de una anomalía, el oxímoron valenciano “buena paella – vista mar”.
Detrás del arroz variedad albufera en equilibrada cocción, las verduras en su punto y un sabor fabulosamente homogeneizado, hay mucha dedicación y buena mano.
Se nota el poso de colaboraciones pasadas como las de Sergio Giraldo y Quique Barella, y sobre todo se nota la mano de Miguel, y su experiencia de cinco años en la catedral Casa Carmela. Su toque marcó el camino para clavar los arroces, tanto en versión paella valenciana como en paellas marineras (ojo con la de gamba roja y alcachofas)
En Valencia llevamos ya algún tiempo empeñados en romper clichés, este chiringuito con alma de buena arrocería nos reconcilia con nuestro mejor plato, frente a nuestra mejor vista. Apunta para la siguiente visita a la playa.