CRÍTICA

María Dueñas, firme camino hacia la leyenda

18/04/2024 - 

VALÈNCIA. Qué complicado titular este texto para no caer en lugares comunes con calificativos superlativos que manoseo más habitualmente de lo que querría. María Dueñas no es el último fenómeno, no es “la niña prodigio” del violín español. Fenómenos del violín salen casi todos los años. La violinista granadina es otra cosa más difícil de explicar. Quede claro que nunca he sido partidario de que a los meros intérpretes se les pueda atribuir la cualidad de genio, salvo que estos compongan obras geniales. Si pudiera tildarse de genio a un intérprete, entonces, ¿dónde estarían los compositores de las grandes obras de la música? Pues si Glenn Gould era un genio ¿entonces qué es Bach?

Sin embargo, dicho esto, existe en toda generación un escogido grupo de intérpretes que quizás se hallen cerca de “lo genial”, rocen esa extraña cualidad, músicos en los que percibimos cosas distintas al resto, detalles fascinantes que nos causan perplejidad pero que nos revelan la verdad, la esencia del arte. María Dueñas sigue siendo joven, pero su madurez es ya una realidad como lo es Mediterráneo, y ya está en ese selecto club de músicos que llevan la interpretación musical a otra categoría. Aquellos que, de alguna forma, generan una suerte de creación sobre la creación misma. Carezco de dotes adivinatorias pero esta mujer tiene todo para ser leyenda de la música española como lo fueron Pablo Casals, Alicia de Larrocha, Paco de Lucía o Teresa Berganza.

Las ambiciones personales de María Dueñas sólo las conoce ella y la gente que la rodea, ignoro si “se limita”, entiéndame cuando empleo “limitar”, a ser una de las grandes solistas de su tiempo, abordar el gran repertorio con lecturas referenciales e ir explorando la inmensa literatura para violín del pasado, presente y aquellas obras que en un futuro le dediquen compositores vivos. Intuyo que no, pues, de hecho, ya ha mostrado el gusto por la composición. No se le debe atribuir ninguna responsabilidad, faltaría, pero ojalá la violinista granadina se convirtiera en un referente para muchos jóvenes para, a través de su arte musical, de la comunicación que establece con el público a través de sus interpretaciones, rompa ese velo que en demasiadas ocasiones es un tupido telón entre las nuevas generaciones y la música clásica. En distinta media ha sucedido con grandes de la dirección musical española, todavía relativamente jóvenes, como Pablo Heras-Casado o Gustavo Gimeno. O, fuera de nuestras fronteras, con el fenómeno de Klaus Makkela, algo antes Gustavo Dudamel, Yannick Nézet-Séguin o numerosos directores, y directoras, y músicos jóvenes que le están dando un aire nuevo a la clásica.

Este martes poblaba la Iturbi mucha gente de su quinta y eso nos tiene que llenar de esperanza. La música es un asidero en estos tiempos complejos humana y socialmente, y también, porqué no, algo oscuros creativamente hablando. María Dueñas ha sido alcanzada una varita que le ha regalado una extraña sensibilidad tan profunda, pero tan alejada del amaneramiento; un insólito talento, que, por mucho esfuerzo que haya detrás, que sin duda lo hay, se tiene o no se tiene. Su mente musical viaja más allá incluso de las mismas notas, y su rostro, su gesto de estar penetrando en la pura esencia, nos transmite una sensibilidad fuera de lo común de la que, paradójicamente nos hace partícipes. Otro misterio.

En cuanto al concierto, con el cartel de “no hay billetes”, era la primera ocasión que escuchaba en directo a la granadina, y he decir que, a pesar de haberla seguido en estos últimos años en otros formatos, se vieron superadas mis expectativas. Hablar de una virtuosa del violín y quedarse en ello es menospreciarla como artista. Por supuesto que lo es, en grado sumo, pero es de esa clase de artistas que quedarse en su apabullante técnica en su insólita afinación, en sus deslumbrantes y adictivos ataques de arco, los reguladores dinámicos, el irresistible fraseo, su prodigiosa digitación es equipararla a grupo de grandes del instrumento y María Dueñas es, además de todo ello, otra cosa, puesto que además posee una cualidad sólo al alcance de los grandes: la capacidad para conectar emocionalmente con el oyente. Posiblemente por la rara virtud de que el oyente tome conciencia de la forma de sentir de la intérprete a través del instrumento. Un misterio.

Además, la solista española estuvo acompañada por un grande de la dirección como es Paavo Jarvi, que supo estar a la altura y engrandecerla más si cabe. No se limitó a ponerle una alfombra bajo los pies, sino que construyeron juntos una lectura del concierto de Bruch para el recuerdo. Los músicos de la Deutsche kammerphilharmonie de Bremen, con los que lleva ya veinte años, lo que significa toda una heroicidad en estos tiempos en que las direcciones largas son extrañas, estuvieron a la altura. Por cierto, en el fagot un valenciano de Benaguacil, Higinio Arrué y en los timbales el alicantino Raúl Camarasa. El éxito fue absoluto lo que se tradujo en dos propinas dispares: una delicadísima Apres un reve de Fauré junto a la orquesta, pieza que originariamente está escrita para voz y piano, y una deslumbrante lectura de Applemania, obra contemporánea del ruso Aleksei Igudesman en la que Dueñas demostró una bravura a prueba de bomba. La sala se caía. Por casualidad se me asignó una localidad junto a su progenitor que se rebeló en los aplausos como un indisimulado y orgulloso fan ¡no es para menos!

Abrieron y cerraron el concierto dos fantásticas lecturas de la primera y segunda sinfonías de Franz Schubert. Por extraño que parezca, varias docenas de titubeantes compases tuvieron que transcurrir hasta que los músicos de la formación alemana se manifestaran como la gran orquesta que es. A partir de ahí todo rodó como la seda con una imaginativa dirección de Jarvi y una orquesta de gran flexibilidad y genuino sonido alemán. Unas obras de juventud, que, sobre todo la segunda sinfonía, como bien apuntaba Justo Romero en sus clarividentes notas al programa es un tanto incomprensible que aparezcan en tan pocas ocasiones en los programas de concierto.


Ficha técnica: 

16 de abril de 2024

Palau de la Música de Valencia

Obras de Bruch y Schubert

María Dueñas, violín

Deutsche kammerphilharmonie de Bremen

Paavo Jarvi, director musical

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