VALÈNCIA.- La comedia es verdad y dolor», sostiene el guionista de comedia John Vorhaus. Porque «la verdad es dolorosa y es lo que le da vida al chiste». «El humor es el instinto de tomarse el dolor a broma», decía Max Eastman. Estas afirmaciones son la primera de las razones para entender por qué una comedia como M.A.S.H., sobre el trabajo de unos médicos y enfermeras durante la guerra de Corea, y estrenada durante los últimos años de la guerra de Vietnam, cosechó tal éxito durante sus once años de emisión en Estados Unidos.
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Producida por la CBS y estrenada en 1972, aunque fuese una comedia ácida y negra, en realidad redundaba en la tragedia alrededor de la pérdida de vidas humanas en un conflicto bélico que en el subconsciente de los estadounidenses podía ser como el de Vietnam. En M.A.S.H. se encadenaban escenas donde un grupo de hombres y mujeres de bata blanca sanaban como podían los maltrechos cuerpos de unos soldados que, una vez recuperados, volvían de nuevo al campo de batalla para ser otra vez carne de metralla.
La película de Robert Altman marcó el rumbo
En segundo lugar, hay que tener en cuenta que la serie de televisión pudo materializarse gracias al éxito de su antecesora, la película M.A.S.H., del director Robert Altman. El título proviene de las siglas de Mobile Army Surgical Hospital (Hospital Móvil Quirúrgico del Ejército). La 20th Century Fox compró los derechos del libro M.A.S.H.: Una novela sobre tres médicos del ejército, del cirujano militar Richard Hooker, con la intención de llevar a la gran pantalla una historia relacionada con el inconformismo imperante entre la sociedad estadounidense por la política exterior. Las encuestas reflejaban que gran parte de la población estaba en contra de la participación de Estados Unidos en la guerra, por lo que el tema estaba de total actualidad.
Lo que no se imaginaban los ejecutivos era que Robert Altman subiera el tono narrativo hasta el extremo. «El tipo de humor y las bromas en M.A.S.H. eran groseras, estaba cargada de chistes sexistas y escatológicos, era un humor de muy mal gusto. Pero nuestra actitud era que no había nada más obsceno y escatológico que la destrucción de estos jóvenes. ¿Qué sentido tenía curarlos cuando los iban a mandar a morir en otras guerras?», afirmó Robert Altman en una entrevista. En un primer visionado los directivos de la Fox quedaron horrorizados por su humor negro, pero tras unos añadidos mínimos y una excelente recepción en su preestreno, definitivamente salió a la luz convirtiéndose en un rotundo éxito de taquilla. Había costado tres millones de dólares y recaudó 37. Una bomba.
Récord de audiencia aún no superado
La serie fue toda una revolución catódica por su toque claramente crítico y antibelicista, por su ironía, y por su humor negro apenas visto hasta entonces en televisión. «El estreno más interesante de la temporada», sentenció The New York Times. M.A.S.H. fue pionera en detalles como ser la primera emisión de televisión donde se escuchó el insulto son of a bitch (hijo de puta), y el primero en hablar de los horrores de la guerra a base de humor ácido. Su primera temporada, sin embargo, pasó algo inadvertida. Fue a partir de la segunda cuando se convirtió en todo un fenómeno. Acumuló catorce Emmys, 99 nominaciones, y fue vendida en 42 países.
En España no se emitió hasta 1983, justo el año en el que se canceló en Estados Unidos, y se mantuvo en TVE hasta 1989. Precisamente su último episodio, emitido en su país de origen el 28 de febrero de 1983, con una duración de más de dos horas y media, es, a día de hoy, el episodio de ficción más visto de todos los tiempos (por delante de Cheers o de Friends), con 125 millones de espectadores, superando incluso aquel año a lo más visto cada temporada por televisión: la final de la Superbowl.
Pero no todo fue de color de rosa. Su humor negro acumuló constantes críticas que terminaron por hacer mella entre los ejecutivos de la CBS. Algunas escenas, como la famosa situación en la que un médico aterido de frío se calentaba las manos con la sangre caliente de una herida abierta, les generó graves apuros, mientras que, por el contrario, la audiencia fue agrandándose. «La audiencia hizo un pacto con nosotros y pudimos ser tan inventivos e innovadores como quisimos», cuenta Alan Alda, su protagonista y, tiempo después, director. Porque en la cuarta temporada, justo coincidiendo con el final de la guerra de Vietnam, Larry Gelbart, showrunner de la serie, y Gene Reynolds, su director, abandonaron la serie, y Alan Alda recogió el timón de la dirección. Momento en el cual la serie fue abandonando progresivamente su tono corrosivo y antibelicista, para dar más peso a las tramas personales, en lo que conocemos como género dramedia.
La primera sitcom sin risas enlatadas
Otro aspecto en el que M.A.S.H. dio un vuelco a los cánones de lo que hasta entonces se englobaba en el género de las sitcoms, fue por la eliminación de las risas enlatadas, algo que sus creadores aceptaron a regañadientes en sus primeros episodios, pero que rápidamente eliminaron del formato. De hecho, en la versión emitida por la BBC y en la versión en DVD, eliminaron cualquier rastro de risas enlatadas en la totalidad de sus episodios.
También, pese a tratarse de una sitcom, pronto se salieron de la norma en cuanto al tratamiento multicámara estático, y se atrevieron a rodar escenas a base de planos-secuencia en movimiento, o narraron algún episodio en tono de documental, adelantándose a otros productos que luego despuntaron por esos toques innovadores, como por ejemplo la mítica Luz de luna. Una comedia inolvidable por usar el humor para retratar de la forma más cruda posible los horrores de la guerra.