Comarca y empresa

Cómo retomar la actividad laboral tras la Dana y sin seguro: "Pensábamos que no íbamos a abrir"

Los empresarios Manuel Vila, de Alfafar, y Manuel Moreno, de Sedaví, recuperaron sus negocios gracias a las ayudas e inversión de fondos propios

  • Manuel Moreno, en su estudio de Orriols y Manuel Vila, en su taller de Alfafar.
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VALENCIA. La Dana del 29 de octubre dejó a su paso un panorama de lodo, destrucción y locales cerrados. En numerosos municipios de l'Horta Sud, el agua ingresó repentinamente en comercios de toda la vida: panaderías, talleres, peluquerías, librerías... Miles de negocios amanecieron con los muebles flotando y las persianas deformadas por la fuerza del agua.

Se estima que más de 4.500 establecimientos sufrieron daños, muchos de ellos sin capacidad para afrontar la reconstrucción. Algunos no han vuelto a abrir. Otros, en cambio, lograron salir adelante gracias al apoyo de la comunidad, al esfuerzo de sus dueños y a donaciones privadas que marcaron la diferencia. En muchos casos, además, no tenían un seguro que cubriera los daños causados por la inundación, por lo que no pudieron recibir compensación por las pérdidas.

Ante esta falta de protección, aquellos que más sufrieron al menos tuvieron la suerte de encontrarse con entidades privadas que ofrecieron ayuda directa a los afectados. Uno de esos apoyos fundamentales fue el de Casa Caridad, que brindó respaldo económico a quienes se vieron completamente desbordados por la catástrofe.

Tras las devastadoras inundaciones provocadas por la Dana, Casa Caridad puso en marcha un ambicioso plan de ayudas que logró reunir un total de 5.443.915 euros, procedentes de 3 millones en donaciones privadas y 2,3 millones del Proyecto Fénix Torrent.

Los fondos se dirigieron a cubrir necesidades esenciales de los afectados: 947.941 euros para electrodomésticos, mobiliario y equipamiento sanitario, 859.000 para pequeños negocios, 479.326 para rehabilitación y alquiler de viviendas, 160.748 en becas de estudio y formación, y 62.000 para movilidad. Además, 148.107 euros se destinaron a gastos derivados de la emergencia. El grueso del presupuesto, 2.373.600 euros, permitió poner en marcha el Proyecto Fénix Torrent, una solución habitacional para quienes lo perdieron todo.

"Al principio, pensábamos que no íbamos a abrir"

En el caso de Manuel Vila, un metro sesenta de agua y lodo inundaron por completo el taller en el que trabaja junto a su esposa. Se trata de un pequeño negocio familiar en Alfafar, uno de los municipios más afectados por la Dana. Allí, Manuel se dedica a la fabricación, afilado y construcción de herramientas de forma: un trabajo de precisión, "casi milimétrico", que requiere maquinaria muy específica y materiales concretos. Tras la inundación, en este pequeño taller de Alfafar quedó "todo inutilizado".

Las dos máquinas que utilizan para trabajar tienen 10 y 30 años, Manuel logró reparar la más antigua, pero la más nueva la perdió, y tuvo que viajar hasta Suiza y Francia para encontrar otra, ya que la producción del tipo de máquinas que utiliza ya no está en marcha, y tuvo que buscar una de ocasión. Reparar una de estas máquinas, según cuenta, podría sumar un coste de más de entre 40.000 o 50.000 euros.

  • Taller de Manuel Vila en Alfafar - Foto: VP

Además, su empresa no contaba con seguro, lo que obligó a la familia a afrontar la recuperación únicamente con fondos propios y ayudas solidarias, como las de Casa Caridad. Según calcula Manuel, la pérdida económica ronda los 100.000 euros. La reconstrucción ha sido posible gracias a esos 6.000 euros de Casa Caridad, a otras ayudas privadas -como las de la fundación de Juan Roig- y a subvenciones públicas de la Generalitat Valenciana.

"Hoy estoy al 100% en mi trabajo, aunque mi taller no esté al 100%", resume. Lo dice desde un espacio limpio y reconstruido con esfuerzo propio, ayuda externa y hasta mobiliario donado por la Cámara de Comercio palentina. En febrero, Manuel y su esposa pudieron reabrir el negocio, cuando por fin pudieron optimizar las máquinas, pero todavía "descolocados" y con piezas para su trabajo perdidas.

"Al principio pensábamos que no íbamos a abrir. Las piezas que usamos son muy específicas, teníamos muchísimo trabajo acumulado… Llevábamos tres meses sin trabajar, sin cobrar, habíamos perdido mucho. Pero al final, nos hemos recuperado", cuenta Manuel con la serenidad de quien ha sobrevivido a una catástrofe y ha logrado rehacerse, paso a paso.

  • Manuel Vila en su taller de Alfafar - Foto: VP

El miedo a reabrir en un municipio inundado

Al artista mural Manuel Moreno la tarde del 29 de octubre le sorprendió en casa de sus padres, en Sedaví. Sus amigos le enviaron vídeos desde municipios cercanos, como Benetússer, donde el agua ya llegaba por las rodillas. Entonces, decidió dirigirse rápidamente al estudio. Justo cuando estaba a punto de entrar por la puerta, le llegó la alerta. En cuestión de minutos, las inundaciones invadieron su negocio, abierto desde hace siete años.

Un vecino le prestó unos sacos de arena, pero fue inútil. El agua ingresó con rapidez y Moreno solo tuvo tiempo de subir a la planta de arriba unas fotografías familiares que guardaba en una caja. Allí pasó la noche, esperando a que el nivel bajara. Su estudio era un espacio de creación que había acondicionado durante años: un estudio artístico y también de grabación musical. "Todo lo hice yo", cuenta a Valencia Plaza. Pinturas, equipo, mobiliario, obras propias… Todo quedó inservible y Moreno estima las pérdidas económicas en más de 10.000 euros. "Empecé a limpiar y solo salía barro y barro… Entonces, piensas: esto no va a parar", recuerda.

  • El artista mural Manuel Moreno, trabajando en su estudio de Orriols. - Foto: VP

En los días posteriores a la inundación, Moreno no pensaba en su negocio: "Estás en shock. No te centras. Primero ves el desastre, luego empiezas a sacar cosas a la calle, a limpiar y, poco a poco, te das cuenta de todo lo que has perdido". Por ese motivo, explica que reabrir el estudio en Sedaví ya no era una opción. "Era como si el lugar se hubiera quedado marcado", explica. No solo por el daño material, sino por el temor real de que volviera a ocurrir. "Me daba cosa pensar: ¿y si se vuelve a repetir?".

De esta manera, el artista terminó en Orriols, un barrio situado al norte de València con movimiento cultural. "Tengo gente conocida en Benimaclet, está cerca de la facultad de Bellas Artes, donde yo estudié y la dueña del local me contó que su marido había sido pintor. Todo fue encajando", cuenta Moreno. Sin embargo, el traslado fue forzado y rápido. En diciembre, ya estaba empezando a hacer arreglos en el nuevo local.

  • El nuevo estudio de Manuel Moreno, en Orriols. - Foto: VP

Lo acondicionó él mismo, mientras retomaba los encargos pendientes y trataba de recuperar parte del equipo perdido. "Ha sido denso, no es como cuando tú eliges empezar algo. Pero también tiene su parte ilusionante", admite Moreno. De hecho, con el dinero recibido de Casa Caridad, unos 5.000 euros, ha podido adquirir nuevo material digital, el más difícil de reemplazar.

Esa ayuda llegó gracias a la red informal entre vecinos y artistas que se formó tras la Dana. "La gente afectada nos íbamos pasando información", explica Moreno. No obstante, reconoce que al principio era reacio a pedir apoyo: "Pensaba que tenía que resolverlo solo, pero mi pareja y un amigo me insistieron. Me dijeron que esto no era pedir limosna, que hay gente dispuesta a ayudar". Moreno no se detuvo. A las pocas semanas, ya estaba en Madrid con un coche de segunda mano para cumplir con sus encargos.

"No podía quedarme parado. Compré pintura, algunos botes y salí a trabajar", añade. La clientela se mantuvo y muchos fueron comprensivos con los plazos. "En general, hubo mucha empatía", recuerda Moreno. Aunque reconoce que al principio trabajaba como en piloto automático, sin la concentración habitual, poco a poco fue retomando su ritmo. Pintar, dice, forma parte de su día a día, y esa necesidad le ayudó a salir adelante: "Hay que centrarse en lo que te va ayudando a reconstruir. Ir solucionando las cosas, una a una".

  • Una pintura del artista Manuel Moreno, en su nuevo estudio de Orriols. - Foto: VP

Ahora, desde su nuevo estudio en Orriols, ha retomado la actividad casi por completo. Y, como símbolo de ese nuevo impulso, está realizando un gran mural sobre diversidad sexual en la fachada lateral de la biblioteca de Sedaví, el mismo municipio donde comenzó todo y donde también llegó la riada. Un regreso simbólico, pincel en mano, a un lugar que forma parte de su historia.

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