La obra es una idea original de Pellicet, acompañada por el dramaturgo Roberto Fratini, los coreógrafos Marco Flores, Rafael Estévez y Valeriano Panos y bajo la dirección escénica de Carlota Ferrer
VALÈNCIA (EP). La coreógrafa y bailaora Premio Nacional de Danza 2018, Olga Pericet, presentará el próximo sábado 14 de noviembre en el festival Dansa València Un cuerpo infinito, su última obra en la que explora el mito de Carmen Amaya y que le ha valido el Premio a la Mejor Intérpretre Femenina de Danza y una nominación a Mejor Espectáculo de Danza por la coreografía en la edición 2020 de los Premios Max de las Artes Escénicas.
La obra es una idea original de Pericet, acompañada por el dramaturgo Roberto Fratini, los coreógrafos Marco Flores, Rafael Estévez y Valeriano Panos y bajo la dirección escénica de Carlota Ferrer. Ambas ya colaboraron en La espina que soñó con ser flor o la flor que soñó con ser bailaora (2018), una pieza "innovadora" desde el punto de vista teatral por su "inmersión en los códigos flamencos" y desde el flamenco por mostrar una "cierta permeabilidad a la hora de trabajar desde el lenguaje escénico contemporáneo", con la mirada dirigida a la vulnerabilidad.
Un cuerpo infinito es un "viaje de autoconocimiento físico y espiritual" en torno a la legendaria figura de la bailaora Carmen Amaya para entrar en su propio universo creativo, en el que esa vulnerabilidad reaparece. "No se trata de recrear un determinado repertorio, o repetir ciertos discursos históricos, sino de abrir la recepción hacia una de las bailaoras más reconocibles de la historiografía tradicional. Carmen Amaya como material creativo, como posibilidad, no como pretexto ni esencia", ha indicado la compañía en un comunicado.
Olga Pericet la "invoca" en escena y cada una "entra en el lenguaje de la otra". El proyecto "lleva al espectador a una Carmen Amaya distinta a como se ha contado" en la que, según Pellicet, "había dolor y sufrimiento, mucho más del que puede parecer". Hasta el final de su vida sufrió graves dolores en las caderas, en las rodillas y una insuficiencia renal que "no le impidieron seguir bailando". "El único límite fue la propia muerte", ha remarcado la coreógrafa.