TEATRO EN DESESCALADA

Paco Zarzoso: “El teatro grabado me recuerda a las tortillas de patata de supermercado”

19/08/2020 - 

VALÈNCIA. El Teatro San Martín de Buenos Aires acogió en 2011 el estreno de un texto escrito y dirigido por Paco Zarzoso donde el valenciano proponía cinco maneras de enfrentarse al fin del mundo. El montaje no era, sin embargo, pesimista. Según el veterano de la escena, maestro de autores, frente a la inminencia del fin, aflora “tanto lo más oscuro como lo más hermoso del ser humano”.
En este momento de incertidumbre que vive su profesión en concreto y la humanidad, en su conjunto, Zarzoso prefiere no buscar inspiración en la intuición que le llevó a escribir aquel texto premonitorio: “Si tuviera una bola de cristal, lo último que haría sería mirar para ver el futuro. Ya tengo bastante con adivinar el presente... Intentaría venderla o en caso contrario, la utilizaría en alguna obra, pero de atrezzo”.

Estos días ensaya, en contraste, un viaje por todos los géneros teatrales que lleva por título Saguntilíada. La pieza se estrenará el 4 de septiembre en Sagunt a Escena y abarca desde la dramaturgia clásica hasta la post dramática en un homenaje a una construcción sólida en contraste con un presente con los pies de barro.

- ¿Qué emoticonos te representan hoy en día y por qué?
- Yo utilizo mucho ese de la Gioconda con un parche en el ojo con la bandera del esperanto.

- ¿Qué te sugiere la mención de estos países: República Dominicana, Líbano, Argentina?
- Cedros asustados por el calor, bombardeos a la población civil vistos desde las pantallas de resorts de lujo, eméritos exiliados en barras libres, ex dictadores luciendo la medalla de Isabel la Católica, malaria copulando con el coronavirus en los ojos d los colibríes, Bar el Federal con todas sus mesas vacías, pobreza y riquezas extremas...  En realidad no sé casi nada de esos países, ni tampoco del mío.

-¿Qué suceso de esta nueva normalidad parece una noticia de El Mundo Today?
- Por desgracia las fronteras de El Mundo Today y El Mundo a secas están cada vez más desdibujadas.

- ¿Qué cuentas pendientes has saldado durante el encierro?
- Me he reeducado en el viejo y difícil oficio de respirar y agradecer.

- ¿Qué proyectos profesionales ha dejado en suspenso el confinamiento?
- Como muchos compañeros, en la compañía Hongaresa, tuvimos que suspender o aplazar funciones y dejar durante unos meses la compañía en punto muerto. Un golpe duro que hace más difícil, con tanta precariedad del sector, la continuidad de nuestras quiméricas empresas.

- ¿Qué obras de teatro grabado has curioseado?
- A pesar de aplaudir las iniciativas públicas y privadas de ofrecer muchas grabaciones durante el confinamiento, confieso que no he visto ninguna, porque no disfruto viendo teatro grabado... El teatro grabado me recuerda a las tortillas de patata de supermercado. Pero el mono lo suplí viendo algunas películas basadas en obras de teatro: el Woyzeck de Herzog, Asamblea de Álex Montoya con texto de Juli Disla y Jaume Pérez, el Otelo de Orson Welles, August, sobre el Tío Vania dirigido e interpretado por Anthony Hopkins...

- El critico de teatro argentino Jorge Dubatti ha declarado recientemente que hoy el teatro está en los balcones. ¿Dónde hallaste tú alivio y creatividad escénicas durante el encierro?
- Por suerte, gracias a que también escribo y me dedico a la pedagogía, dediqué una gran parte de mi confinamiento a la escritura de Saguntilíada. Es una obra panorámica que transita por varias épocas y géneros, de la tragedia griega al teatro más posdramático, visitando entre otros el Siglo de Oro. Eso me obligó a leer y releer fantásticos clásicos. Eso me obligó a leer y releer fantásticos clásicos. También estuve coordinando de manera virtual el laboratorio Insula dramataria Josep Lluís Sirera 2020, con la suerte de acompañar y aprender de cuatro dramaturgos contemporáneos. Clásicos y contemporáneos. Un lujo.

- ¿Qué es lo que más te ha ilusionado hacer ahora que la actividad escénica se ha reactivado?
- Una de las cosas que me encanta del teatro es sentarme en la última fila para ver los cogotes del público y preguntarme: ¿Qué le ha traído a esta persona a venir aquí, a escuchar y ver lo que está pasando en el escenario? ¿Por qué han decidido estar aquí cuando podrían estar en un bar, en la playa, en la montaña, en sus casas, paseando, con otras drogas? Ver esos mismos cogotes, más aislados por las normas de seguridad y con mascarilla, sinceramente me ha emocionado mucho en las representaciones a las que he asistido.  

- ¿Qué debería contagiarnos esta crisis sanitaria?
- Para contestar a esta preguntas debería tener conocimientos de sociología, filosofía y antropología que no poseo. Por tanto lo que diga no tiene ningún valor y lo mejor sería callarme, pero me aventuro a decir: No estaría mal que hubiera un nueva pandemia con los virus de la calma compartida y la risa.  ¿Qué virus es ese? Ni idea... Por desgracia, los seres humanos llevamos mucho tiempo compartiendo virus tan contagiosos y peligrosos como la estupidez, la ira, el temor infundado, la venganza, el odio al diferente, la envidia al igual, el fascismo con máscaras de fascismo, la aceleración, la gula de poder, el consumismo-servilismo, la autocensura liberal, el prosaísmo cainita...  

- ¿Qué urgencia tiene ahora tu teatro?
- Por suerte o por desgracia tengo la misma urgencia ahora que antes, aunque, si me lo permites, prefiero cambiar la palabra urgencia por deseo.  

- ¿Cómo titularías una obra sobre 2020?
- ¡Negras coronas agitan los aires!